Carolyn extendio la mano para coger la de Sarah y le ofrecio una sonrisa alentadora.

– Esta noche dormiras en tu cama. Descansaras mejor en un entorno familiar.

Sarah se trago el nudo de pena que se le puso en la garganta al pensar en su cama, en su solitaria cama. Ciertamente, no podria dormir.

Carolyn le apreto suavemente la mano.

– Te agradezco todos estos meses de compania, Sarah. No podria haber vuelto a salir sin tu ayuda y apoyo.

Sarah le devolvio el apreton.

– Si, hubieras podido. Eres mucho mas fuerte de lo que crees.

Carolyn nego con la cabeza.

– Encontrar las fuerzas para seguir sin Edward ha sido… dificil. Pero despues de tres anos, he comprendido que el habria querido que yo siguiera viviendo plenamente.

– Por supuesto que habria querido. Amaba tu sonrisa, igual que yo. Es un verdadero placer verte sonreir de nuevo.

– Haber asistido a todas esas veladas conmigo cuando se que hubieras preferido quedarte en casa, dedicandote a tus actividades… No se como agradecertelo.

– No hay necesidad cuando tu eres lo mas preciado para mi. Asistiria a cien veladas mas para verte sonreir.

– ?Cien? -dijo Carolyn en tono divertido.

– Si. Pero, por favor, no me lo pidas. -Sarah fingio un exagerado escalofrio-. Creo que perderia la razon.

– Prometo no aprovecharme de tu buena disposicion. Especialmente despues de haber fundado la Sociedad Literaria de Damas Londinenses para mi propio beneficio.

– No lo hice solo por ti -protesto Sarah. Pero Carolyn sacudio la cabeza.

– Lo hiciste por mi. Y te quiero por ello. -Esbozo una sonrisa traviesa.

– Tengo que decir que nuestra primera incursion en la literatura escandalosa ha sido un enorme exito. Estoy impaciente por elegir nuestro siguiente libro.

– Y yo. Basandome en mis investigaciones sobre el tema, nuestro proximo libro sera una novela de aventuras, lo suficientemente escandalosa como para que cualquier matrona eche mano de sus sales.

– Que es precisamente la razon por la que lo escogeremos -dijeron al unisono; luego se rieron.

– Supongo que te encantara volver a tu jardin -dijo Carolyn-, aunque estos son espectaculares.

Sarah casi se ahogo con la oleada de tristeza que la inundo.

– Si, lo son.

– ?Has encontrado algun lugar favorito?

– Resulta dificil decidirse, pero quiza la zona donde esta la estatua. -«Alli mantuve la primera conversacion con Matthew»-. Es como un jardin oculto dentro de un jardin.

– Si, es una zona preciosa. ?Que diosa representa la estatua?

– Flora. -Sarah fruncio el ceno-. Flora… -repitio lentamente. Las palabras de Carolyn hicieron que acudiera un recuerdo a su mente. «Oculto. Un jardin dentro de un jardin.» Las ultimas palabras del padre de Matthew fueron… «Jardin. En el jardin.»

Le parecio que se le detenia el corazon. ?Y si el padre de Matthew hubiera querido decir literalmente jardin en el jardin? ?Podria haberse referido a la zona donde se ubicaba la estatua de Flora?

Cerro los ojos y recordo la zona. ?Habia flores doradas rodeando a Flora? «Flores doradas, flor de oro…»

Flor de oro.

Una idea la golpeo con tanta fuerza que se quedo boquiabierta. Por Dios, ?seria posible? Abrio los ojos de golpe con una exclamacion y se encontro a Carolyn mirandola fijamente.

– ?Estas bien, Sarah?

Se sentia tan excitada que era incapaz de permanecer quieta.

– Si, estoy bien. Pero debo irme… Yo, hummm, me deje algo en el jardin. -Una excusa que rezaba para que fuera verdad.

– Puede recuperarlo alguno de los lacayos.

– ?No! Quiero decir…, no es necesario. Estaremos mucho tiempo en el carruaje, me gustaria dar una vuelta rapida. Volvere tan pronto como pueda. No te vayas sin mi.

– Por supuesto que no…

Pero Sarah no espero a que su hermana terminara la frase. Ya se habia dado la vuelta y se dirigia a grandes zancadas hacia la casa, pensando a toda velocidad. A sus espaldas, escucho el zumbido de las conversaciones y una voz masculina que preguntaba:

– Lady Wingate, ?adonde va su hermana con tanta prisa?

Y la respuesta de esta:

– Se dejo algo en el jardin…

No escucho nada mas porque entro en la casa para decirle precipitadamente a Tildon que se habia dejado algo en el jardin. El mayordomo le dirigio una extrana mirada, pero ella siguio adelante, casi corriendo por el pasillo hacia la sala, por donde salio de la casa.

En el mismo momento que piso las losas de la terraza, se subio las faldas y corrio, con las ultimas palabras del padre de Matthew reverberando en su mente. «Flor de oro, flor de oro…» Santo Dios, si tuviera razon…

Cuando llego al rincon escondido donde Flora derramaba agua desde su jarra, a Sarah le estallaban los pulmones. Jadeando, se dejo caer de rodillas y, sin prestar atencion a la grava que se le clavaba en la piel a traves de la tela del vestido, comenzo a examinar la base de la estatua, recorriendo con los dedos cada centimetro de piedra. La esperanza corria por sus venas, fortaleciendose con cada veloz latido de su corazon. Tenia que tener razon. Tenia que estar en lo cierto.

Habia completado casi una cuarta parte de la circunferencia cuando noto una grieta en la piedra. Una grieta demasiado perfecta para ser accidental. Sin apenas poder respirar, metio los dedos por la estrecha abertura y descubrio una pequena oquedad de forma rectangular que parecia contener algo dentro.

Intento mover las piedras haciendo palanca, pero se dio cuenta con rapidez de que necesitaba algun tipo de herramienta. Poniendose en pie de un salto, miro a su alrededor buscando algo, cualquier cosa, un palo que sirviera, pero su rapida busqueda no produjo resultados. Maldicion, tendria que regresar a la casa. O… a la casa del jardinero, que estaba mucho mas cerca. Habia visto hacia un rato a Paul trabajando en el otro extremo del jardin durante su rapido paso por la terraza, por lo que no se lo encontraria en la casa. Lo que le venia muy bien, ya que no tenia el menor deseo de responder preguntas. Solo tomaria prestada una herramienta o un cuchillo y el jamas lo sabria.

Se dirigia en esa direccion cuando oyo unos pasos que hacian crujir la grava. Por el sonido pesado, dedujo que era un hombre. Un hombre con prisa. Segundos mas tarde el hombre aparecio y se freno en seco al verla.

Sarah se lo quedo mirando fijamente. Pasmada. Era Matthew.

Con la respiracion entrecortada, el le pregunto:

– ?Que haces aqui?

Ella parpadeo dos veces para asegurarse de que era el de verdad y no un producto de su imaginacion desbocada.

Cuando el no desaparecio, ella se humedecio los labios.

– ?Que haces tu aqui?

Matthew respiro hondo para recuperar el aliento, luego se acerco a ella con lentitud. Estaba paralizada. Cuando solo los separaba la longitud de un brazo, el se detuvo. Y se forzo a mantener los brazos a los costados. Si no lo hacia, cederia al deseo incontrolable de tomarla entre sus brazos, y olvidar todas las cosas que necesitaba decirle en ese momento.

– Estoy aqui porque tengo algo que decirte, Sarah.

Ella salio del trance en el que parecia haberse sumido al verlo.

– Matthew, me alegro tanto de que estes aqui. Creo que he…

El le toco los labios con la yema de los dedos.

– No puedo esperar ni un segundo mas para decirte que te amo.

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