– Si, por supuesto. Siempre he gozado de una salud envidiable. Gracias por preguntar.

– ?Puedo ayudarla en algo?

– No, gracias. El orgullo me exige que salga por mi propio pie de esta situacion que se suma a una larga lista de humillaciones.

Pero no se movio, y se hizo un silencio tenso.

– ?No piensa levantarse?

– No, creo que no. Pero de nuevo le agradezco que me lo pregunte.

Austin apreto los dientes hasta que le dolieron las mandibulas, preguntandose cuanto champan habria trasegado la mocosa.

– ?Esta achispada?

Ella alzo la cabeza unos centimetros.

– No lo se. Pero supongo que es posible. ?Que quiere decir «achispada»?

Su peculiar acento le llamo la atencion a pesar de su enfado.

– ?Americana?

– ?Oh, por el amor de Dios! Juro que si alguien vuelve a preguntarme eso… -Se interrumpio y clavo la vista, irritada, en las rodillas de el-. Es evidente que soy americana. Todo el mundo sabe que una inglesa jamas se dejaria sorprender tendida en la hierba en una postura tan indecorosa. Faltaria mas.

– De hecho, no es su postura sobre la hierba sino su acento lo que la ha delatado -dijo Austin, mirandole la coronilla con una mezcla de sorpresa y fastidio. La mocosa era de lo mas impertinente-. Para aquellos que estan familiarizados con la jerga inglesa, «achispado» es alguien que se ha excedido levemente en su consumo de bebidas alcoholicas.

– ?Excedido? -repitio ella, subiendo la voz. Realizando una serie de movimientos poco femeninos pero eficaces, logro ponerse en pie. Con los brazos en jarras, adelanto la barbilla en un gesto inconfundible de agresividad-. No me he excedido, ni levemente ni de ninguna otra manera, senor. Solo he tropezado.

La replica de Austin se extinguio en sus labios en cuanto se fijo en el aspecto de la joven.

Era extraordinariamente atractiva. Y estaba hecha un asco.

Su peinado, que originalmente debio de haber sido un mono, se habia escorado de forma precaria hacia la izquierda. Tenia hojas y ramitas adheridas a los brillantes mechones de color castano rojizo y varios rizos le sobresalian de la cabellera en angulos extranos. El conjunto parecia un nido torcido.

Tenia el menton manchado de tierra, y una brizna de hierba le colgaba del labio inferior…, un labio carnoso, segun noto el. Austin bajo la mirada lentamente y observo que su vestido de tonos pastel estaba hecho un lamentable amasijo de pliegues decorado con manchas de hierba y pegotes de tierra. El arrugado volante del dobladillo le colgaba por la parte de atras de la falda, sin duda como resultado del desgarron que se habia oido hacia unos momentos. Y, por lo visto, le faltaba un zapato.

Austin no sabia si su aspecto lo escandalizaba o le hacia gracia. ?Quien demonios era esa mujer desmelenada y como habia conseguido entrar en su casa? Caroline y su madre habian confeccionado la lista de invitados para la fiesta, de modo que con toda seguridad la conocian. ?Por que el no?

Por otro lado, el hecho de que la muchacha lo tratase de «senor» parecia indicar que ella tampoco lo conocia a el, cosa que le sorprendia, pues tenia la impresion de que toda mujer viviente de Inglaterra iba tras el, decidida a conquistarlo.

Pero aparentemente esta mujer no. Lo contemplaba con una expresion que le decia claramente: «Quiero que se vaya usted de aqui», cosa que lo irritaba y al mismo tiempo avivaba su curiosidad.

– ?Le importaria explicarme que hacia usted acechando entre los arbustos, senorita…? -pregunto, todavia algo receloso por su subita aparicion.

?Se disponia la madre de la joven, con un sequito de damas indignadas, a emerger del seto y a acusado a gritos de haberla deshonrado?

– Matthews. Elizabeth Matthews. -Ejecuto una torpe reverencia que hizo que varios terrones se le desprendieran del vestido-. No estaba acechando. Estaba andando cuando oi maullar un gato. El pobrecillo estaba atrapado en los arbustos. He logrado liberado, pero no sin acabar atrapada entre las mismas ramas.

– ?Donde esta su dama de compania?

– Bueno… -titubeo ella, avergonzada-, la verdad es que me he escabullido mientras ella bailaba.

– ?No estara acechando entre las matas?

La pregunta parecio desconcertarla hasta tal punto que Austin supo que o estaba sola o era una de las mejores actrices con las que habia topado. En realidad, sospechaba que la interpretacion no era lo suyo; tenia unos ojos demasiado expresivos.

– ?Cree usted que todo el mundo acecha entre los arbustos? Mi tia es una dama y no se dedica a espiar por ahi. -Observo a Austin achicando los ojos-. Santo cielo, debo de estar horrible. Me mira usted con una cara muy extrana. Como si hubiese probado algo muy acido.

– No, no, tiene usted… buen aspecto.

Ella rompio a reir.

– Senor, es usted increiblemente caballeroso o extremadamente miope. O tal vez un poco de ambas cosas. Aunque agradezco el esfuerzo que hace por no herir mis sentimientos, le aseguro que no es necesario. Despues de pasar tres meses a bordo de un barco zarandeado por el viento con rumbo a Inglaterra, me he acostumbrado a estar horrible. -Se inclino hacia el, como disponiendose a confiarle un importante secreto, y su aroma invadio los sentidos de Austin. Olia a lilas, una fragancia que el conocia bien, pues las flores moradas abundaban en los jardines-. Una inglesa que viajaba con nosotros era muy dada a hablar de los «advenedizos de las colonias». Gracias a Dios que no esta aqui para presenciar esta debacle. -Levanto un pie, examino las manchas de hierba en el zapatito que le quedaba y exhalo un suspiro-. Cielo santo. Soy todo un espectaculo. Me…

Un maullido la interrumpio. Al bajar la vista, Austin vio que un gatito gris salia de detras del seto y se abalanzaba sobre el volante que la senorita Matthews arrastraba detras de si.

– ?Ah, estas aqui! -Ella se agacho para recoger aquella bola peluda y le rasco detras de las orejas-. ?No has visto mi zapato en uno de tus viajes, diablillo? -le murmuro al gato-. Debe de haberse quedado enganchado en alguno de esos arbustos. -Se volvio hacia Austin-. ?Le importaria mucho echar un vistazo?

Austin le clavo la mirada, intentando disimular su asombro. Si alguien le hubiese dicho que su busqueda de soledad se convertiria en una mision de rescate del calzado de una chiflada, no lo habria creido. Una chiflada que le pedia que encontrase su zapato como si fuese un humilde lacayo. Hubiera debido indignarse y, tan pronto como se le pasaran esas ganas inexplicables de reir, sin duda se indignaria. Se acuclillo y se puso a examinar el seto del que habia salido la senorita Matthews. Avisto el zapato perdido y lo saco de los arbustos. Acto seguido se levanto y se lo entrego.

– Aqui lo tiene. -Gracias, senor.

Se levanto la falda unas pulgadas y deslizo el pie dentro del zapatito. Tenia unos tobillos hermosos y esbeltos, y unos pies sorprendentemente pequenos para una mujer que debia de medir metro setenta. No estaba de moda que las mujeres fueran tan altas, pero aun asi su estatura era muy adecuada. Austin fijo la vista en su rostro. Su cabeza encajaria a la perfeccion en el hombro de el, y podria acceder con facilidad a esa boca increiblemente carnosa…

Una oleada de calor le recorrio el cuerpo. Maldita sea, ?es que habia perdido el juicio? Un vistazo a ese tobillo habia bastado para ponerlo fuera de si. Se obligo a apartar la mirada de sus labios y la poso sobre el satisfecho gatito que ella acunaba en sus brazos. El animal abrio la boca en un espectacular bostezo.

– Parece que Diantre esta listo para la siesta -comento Austin.

– ?Diantre?

– Si. Una de las gatas pario hace diez semanas. Cuando Mortlin, el mozo de cuadra, encontro la camada en el establo, exclamo: «?Diantre, fijate en todos esos gatitos!». -A su pesar, una sonrisa se dibujo en sus labios-. En realidad, deberiamos sentimos afortunados. La vez anterior, la gata pario en la cama de Mortlin, y los nombres con que bautizo a las bestezuelas fueron mucho mas… floridos.

Se formo un hoyuelo a cada lado de la boca de la senorita Matthews.

– Vaya, por lo visto la gata esta siempre muy ocupada.

– Asi es, en efecto.

– Parece saber mucho sobre Diantre y su mama. ?Vive usted cerca de aqui?

Austin la miro fijamente, perplejo. Debia de ser la unica mujer en todo el condenado reino que no lo

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