releyo las palabras que ya tenia grabadas a fuego en el cerebro:

Vuestro hermano William fue un traidor a Inglaterra. Tengo en mi poder la prueba, firmada de su puno y letra. Guardare silencio, pero eso os costara dinero. Debeis viajar a Londres el dia primero de julio. Alli recibireis nuevas instrucciones.

3

Poco antes del amanecer del dia siguiente, Elizabeth salio de puntillas de su habitacion con una bolsa.

– ?Adonde vas tan temprano, Elizabeth?

Esta por poco se desmaya del sobresalto.

– Cielo santo, tia. Joanna, me has asustado. -Le sonrio a la mujer que le habia abierto sin reservas su corazon y su hogar-. Pensaba dar un paseo por los jardines y hacer algunos bosquejos. ?Quieres acompanarme?

Una expresion de horror asomo al rostro rechoncho de su tia.

– No, gracias, querida. El rocio de la madrugada me arrugaria las plumas. -Y acaricio tiernamente las plumas de avestruz que sobresalian de su turbante de color verde palido-. Me ire a leer a la biblioteca hasta la hora del desayuno. -Tia Joanna ladeo la cabeza y Elizabeth se inclino hacia atras para evitar el roce de las plumas-. ?Te encuentras mejor?

– ?Como dices?

– Su excelencia me informo anoche de que te habias retirado debido a un dolor de cabeza.

Elizabeth noto que se ruborizaba.

– ?Ah, si! Me siento mucho mejor.

Su tia la observo con franca curiosidad.

– Obviamente tuviste oportunidad de hablar con el duque. ?Que impresion te causo?

«Que es arrebatadoramente atractivo. Y solitario. Y cree que soy una mentirosa.»

– Me parecio… encantador. ?Te divertiste en la fiesta, tia Joanna?

Un resoplido impropio de una dama broto de los labios de su tia.

– Estaba pasandolo bien hasta que lady Digby y sus espantosas hijas me rodearon y no me dejaron escapar. Nunca en la vida me habia topado con semejante hatajo de atolondradas cotorras. Me sorprenderia mucho que lograse casar a una sola de esas pecoras aduladoras. -Alargo el brazo y acaricio la mejilla de Elizabeth-. Esta verde de envidia porque mi sobrina es tan guapa. No nos costara mucho conseguirte un marido.

– Por si no lo has notado, tia Joanna, apenas podemos encontrar algun caballero dispuesto a bailar conmigo.

– ?Pamplinas! -exclamo tia Joanna, quitandole importancia con un ademan-. Lo que ocurre es que casi no te conocen. Sin duda el hecho de que seas americana provoca cierta reaccion de rechazo en algunos caballeros, por aquello de la rebelion del siglo pasado y las escaramuzas que se han producido alli hace poco. Pero las casas han vuelto a la calma, asi que ahora solo es cuestion de tiempo.

– ?Que es cuestion de tiempo?

– Mujer, pues que algun joven se fije en ti…

Elizabeth se abstuvo de senalar que hasta el momento practicamente todos los que se habian fijado en ella le habian encontrado alguna falta.

– He preparado un tentempie -dijo, levantando la bolsa en alto-, asi que te vere despues del desayuno.

Su tia fruncio el entrecejo.

– Tal vez deba pedirle a un criado que te acompane. -Antes de que Elizabeth pudiera protestar, su tia se apresuro a anadir-: Bueno, supongo que no sera necesario. Ve, querida, y diviertete. Despues de todo, nadie mas esta despierto. ?Con quien podrias encontrarte a estas horas intempestivas?

Elizabeth caminaba placidamente, disfrutando de un silencio que solo se veia interrumpido por el susurro del viento entre las hojas y los graznidos de los cuervos. Elegia los senderos al azar, sin importarle adonde la condujesen, contenta de estar al aire libre. Un poco mas adelante, el bosque se hacia menos denso hasta acabar en un extenso claro donde las abejas zumbaban en torno a fragantes madreselvas. Mariposas de colores vivos revoloteaban alrededor de flores silvestres rojas y amarillas.

Pronto llego a la orilla de un lago pintoresco. Palidos rayos de luz tremula y dorada se colaban por entre las frondosas ramas de unos arboles que formaban un refugio umbrio acariciado por el resplandor del alba. Saco su cuaderno de dibujo y se sento en la mullida hierba, con la espalda apoyada en el tronco de un enorme roble.

Una ardilla juguetona la miraba desde una rama cercana, y Elizabeth trazo un rapido bosquejo de ella. Una familia de timidos conejos le sirvio de modelo antes de alejarse brincando para refugiarse entre las hierbas altas. Hizo un dibujo detallado de Parche, su querido perro, con el corazon encogido al pensar en el. Habia deseado desesperadamente llevarselo a Inglaterra consigo, pero era viejo y enfermizo, y ella sabia que no sobreviviria a la rigurosa travesia del oceano. Lo habia dejado atras, junto con un pedazo de su corazon, a cargo de personas que lo querian casi tanto como ella.

Aparto los pensamientos melancolicos que le evocaba el recuerdo de Parche y trazo un retrato de Diantre. Sin embargo, cuando hubo terminado, se apresuro a borrar al gatito de su mente. Si pensaba en el peludo animalillo se acordaria de lo que ocurrio en el jardin… y del hombre al que habia conocido alli. El hombre cuya tristeza y soledad ocultas la habian conmovido, un hombre que guardaba secretos que le corroian el alma.

Ella se habia ofrecido a ayudarlo, pero luego habia pasado media noche preguntandose si no se habria precipitado. El duque de Bradford obviamente no creia en su don de clarividencia.

?Habria algun modo de convencerlo? Despues de lo sucedido la noche anterior parecia que no, pero ella queria, ansiaba ayudarlo. Deseaba ahuyentar las sombras que ella habia notado que empanaban su felicidad. Y Elizabeth necesitaba, por su propio bien, resarcirse del lio que habia armado en Estados Unidos. Sin duda su sentimiento de culpabilidad remitiria si conseguia de alguna manera volver a unir al duque con el hermano al que creia muerto.

No, no se habia precipitado al ofrecerle su ayuda. De hecho, estaba resuelta a brindarsela, tanto si el la queria como si no. Todo lo que ella tenia que hacer era conseguir alguna prueba concluyente de que su hermano estaba vivo en realidad. Para eso, no obstante, deberia tocarlo de nuevo.

Noto que la recorria una ola de calor. Apenas habia podido dormir pensando en el, en su hermoso rostro, su mirada intensa, su cuerpo musculoso. Por unos breves instantes ella habia deseado inutilmente presentar un aspecto elegante y atractivo, a fin de que un hombre como el pudiera sentir interes por ella durante mas de un momento fugaz.

Y, de hecho, el se habia sentido interesado, como Elizabeth descubrio cuando le toco la mano.

Habia deseado besada.

Ella habia leido sus pensamientos con tanta claridad y de forma tan inesperada… Se le corto el aliento al imaginar sus labios en contacto con los de ella, sus fuertes brazos atrayendola hacia si, apretandola contra su cuerpo. ?Que sentiria si un hombre semejante la besara? ?Si la tocara y la estrechase en sus brazos? Seria… como estar en el cielo.

Se le escapo un suspiro, el tipo de suspiro femenino que nunca se habria creido capaz de exhalar. Se removio para colocarse en una postura mas comoda y se dejo llevar por su fantasia. Con los ojos cerrados, se imagino como seria la sensacion de besarlo.

Austin avisto una falda amarilla agitada por la brisa y tiro de las riendas de Myst para frenarlo. Maldita sea, ?es que nunca lo dejarian estar a solas?

Habria dado media vuelta, pero habia estado galopando sobre Myst durante una hora y el caballo necesitaba descansar y beber agua.

Resignado a entablar una conversacion superficial y breve con una de las invitadas de su madre, se acerco al lago. Rodeo el grueso roble y se paro en seco.

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