Acabaron todos en la cocina. Jess comio con apetito monstruoso lo que pudo ser salvado de la cena desde los pliegues de la manta que su padre sostenia en el regazo. Bree le preparo cena a Simon. Le trajo un jersey y una toalla y, como le parecia que todavia estaba demasiado mojado, le sirvio un buen vaso de whisky. Luego se enfrento a la cocina que parecia un campo de batalla.

– Mama dijo que podia quedarme por ahora. Por ahora, papa. Ya sabes lo que significa eso.

– No, carino. No lo se. Tendras que explicarmelo.

– Significa que no podre vivir contigo. «Por ahora» no es mucho tiempo. Como cuando monto en bici y ella me dice «por ahora». Eso significa que tengo que dejar la bici a la hora de la cena. Papa, tienes que escucharme.

– Te escucho.

– No queria asustaros. Tampoco queria que os enfadarais. No me escapaba. Solo queria encontrar un escondite hasta que mama se fuera para que no me llevara con ella. Pero cuando empezo a llover con todos esos truenos, tuve miedo y me escondi. Solo que no me escondia de ti. No queria enfadarte.

– No estoy enfadado, carino.

– ?Seguro?

– Seguro.

– Entonces, como no estas enfadado, ?podemos hablar de otra cosa mas?

– Podemos hablar de lo que tu quieras -dijo Simon limpiandole los labios de la leche que habia estado bebiendo.

– Mira, papa. Lo tengo todo pensado. Tu te casas con Bree y nos venimos todos a vivir aqui. Como una familia de verdad. Y mama tambien puede venir a vivir con nosotros. Hay muchas habitaciones vacias.

Bree descubrio que hacia rato que no movia las manos. El grifo estaba abierto, el agua corria. Jessica seguia hablando.

– Esta es una casa buena. Todo el mundo se rie aqui. Tu, yo, Bree. Somos felices. Necesitamos esta casa, papa.

Con toda tranquilidad, Simon convencio a su hija para que tomara otra cucharada de espagueti.

– Al principio pensaba que era una tonteria, pero ahora me doy cuenta de que tienes razon. Si quieres que nos quedemos con la casa nos la quedaremos, ?de acuerdo?

– De acuerdo.

– Pero tenemos que dejar una cosa bien clara, enana. Te preocupas de si mama esta triste. Te preocupas de si yo estoy triste. Quiero que te metas en tu cabecita que somos mayores. Las personas mayores se cuidan solas. No tienes que preocuparte por nosotros.

– De acuerdo.

El fregadero comenzo a rebosar. Bree cerro el grifo y fue a buscar una bayeta. Su corazon latia muy deprisa. Intento convencerse de que era debido a lo maravillosa que era Jessica. A la manera de comportarse que Simon habia tenido con ella. Habia perdido el tono pedante y hablaba al mismo nivel que la nina. Y, como siempre, era muy cuidadosa a la hora de hacer promesas que no podia cumplir.

– Si, de acuerdo, papa. Pero, ?que…?

– Yo te quiero Jess. Que no se te olvide nunca. Pero el amor entre adultos es una cosa diferente. Yo te querre toda la vida pero no puedo hacer que Bree se quede con nosotros si ella no quiere.

– Pero…

Las luces vacilaron y se apagaron. La oscuridad lo invadio todo. La respuesta de Simon no fue la mas adecuada para unos oidos infantiles. Bree se habia quedado paralizada. Solo Jessica parecio encantada.

– ?Guau! ?Es fantastico!

A las diez y media, Bree se recogio el pelo y se metio en la banera del piso superior. El agua caliente estaba suavizada con un poco de aceite y perfumada con unas gotas de perfume. Apoyo la nuca contra la porcelana fria y cerro los ojos. Habia sido un dia increible.

La tormenta habia amainado poco despues de cenar pero la electricidad no habia sido restablecida hasta hacia una hora. Todo el tiempo, Simon habia tenido a Jess en brazos, hasta dejarla en la cama. No habia que temer repercusiones de su aventura. Se lo habia pasado en grande recorriendo la casa con una linterna y se habia quejado ruidosamente al volver la luz. Se habia quedado dormida nada mas taparla.

Bree sonrio. Ella tambien estaba rendida. Sin embargo, poco a poco, el bano tonificante iba haciendo efecto. Sus musculos se relajaban y su corazon se habia calmado. Libre de otras distracciones, pudo al fin concentrarse en lo que habia querido pensar todo el dia. En Simon.

Penso que era muy facil extraviarse temporalmente. Una persona podia perderse fisicamente como Jessica, o emocionalmente como Simon. Cuando lo habia conocido era un sonambulo que desconocia su propia soledad excepto a un nivel profundo y primario.

Pero una mujer podia estar tan asustada que perdiera toda perspectiva y fe en si misma. Penso en la primera noche que Simon se habia colado en su cama, en como en ningun momento habia sentido miedo. Penso en como la habia desafiado a replantearse su vida. En la cama se habian comunicado, no solo deseo, sino sus necesidades mas vulnerables. Penso en el tono de voz con que le habia dicho a Jessica que no podia hacer que se quedara si ella no queria.

Simon la amaba.

Solo una tarada podia interpretar sus acciones de otra forma.

«Creo que esa tarada ha estado en la banera demasiado tiempo, ?no te parece, Reynaud?».

Salio de la banera y se seco a toda prisa. La toalla se engancho con el cierre de su talisman. No se lo quitaba ni siquiera para banarse. La supersticion Cajun estaba demasiado arraigada en ella. El «maron» evitaria que se extraviase en su camino.

Se lo saco por la cabeza y lo dejo sobre el lavamanos.

Todavia humeda, se quito las horquillas con que se habia recogido el pelo. Los cabellos cayeron en una cascada lenta que le hizo cosquillas en la espalda. Dejo la toalla doblada y abrio la puerta en silencio.

El segundo piso estaba en silencio. Sentia el frio en su piel desnuda y humeda. La puerta de Jessica estaba cerrada pero la de Simon, al otro lado del corredor, estaba entornada.

Bree estaba segura de lo que sentia por el pero no podia decir lo mismo de su plan. Toda su vida habia sido un completo desastre cuando habia tratado de planear algo referente a sus emociones. Sin embargo, aquella ocasion era diferente. Lo hacia por Simon, porque creia que ella no deseaba ser sincera con el.

La verdad que se habia negado a ver era que la verdadera sonambula habia sido ella. Un alma perdida porque estaba demasiado asustado como para confiar, para creer en un hombre generoso cuando lo habia encontrado.

Bree pretendia decirselo. Las palabras eran importantes. Sin embargo, buscaba una manera de desnudarle su corazon, de ofrecerselo, de una forma que Simon lo entendiera sin lugar a dudas.

Respiro profundamente. Las escaleras que llevaban a su habitacion en la torre estaban a la derecha del bano. Las dejo atras y siguio andando.

Sentado al borde de la cama, Simon se quito los calcetines. Tenia los nervios demasiado a flor de piel como para hablar con Bree. Pero tenia que suceder aquella misma noche. Pero antes necesitaba poner los pies en alto. Hablar con su gitana requeriria delicadeza, comprension y paciencia. En aquellos momentos se sentia mas tentado de ponerle un anillo en el dedo, fijarlo con algun pegamento duradero y al diablo con la delicadeza.

Dejo los calcetines a un lado y se saco la camisa de los pantalones. Habia empezado a desabotonarsela cuando comenzo a tener alucinaciones.

Estaba cansado, si. Su mente estaba obsesionada con Bree, tambien. Su subconsciente era un tanto hiperactivo por la noche, de acuerdo. Pero hasta entonces nunca habia sido victima de alucinaciones.

Tanteo con la mano a sus espaldas y toco la novela con la que habia planeado relajarse, un poco mas alla estaban sus gafas de lectura. Se las coloco apresuradamente.

Ella seguia alli, desnuda en la entrada de su habitacion. La ninfa de una fantasia masculina. El cabello lustroso le caia hasta los pezones y la piel de nacar se sonrojaba por momentos. Unas gotas de agua brillaban en el triangulo entre sus muslos y sus ojos eran de un azul ardiente.

Simon penso que si temblaba con mas violencia se pondria enferma. Incluso olvido su impaciencia.

– Bree, carino…

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