la Universidad de Harvard. Despues de eso, enseguida encontro trabajo en una prestigiosa firma de Bolsa en Nueva York y habia escalado puestos con la velocidad del rayo. A los treinta y tres anos, era socio de la empresa y multimillonario. No habia tenido tiempo de volver a Escocia para buscar a su familia.
– Esto es genial -sonrio Jodie-. En la carta dicen que no estan seguros de que sea usted la persona que buscan, pero podria ser. Su padre era uno de los tres hermanos Douglas que emigraron de Escocia en 1947. Los otros dos se fueron a Australia y su padre vino a Estados Unidos.
– Puede leerla el mismo -le espeto Marcia, tan encantadora como siempre, dandole la carta a su prometido.
– Sera un engano.
– Leela.
– Seguramente no sera nada -insistio el, pero leyo la carta de todas maneras-. Esto de Loganaich… quiza deberia echar un vistazo.
– Yo me informare sobre el bufete -dijo Marcia-. De hecho, voy a hacerlo ahora mismo.
– No hace falta…
– Claro que si -interrumpio Jodie-. Senor Douglas, en la carta dicen que es usted un baron y que ha heredado un castillo y todo. Un baron escoces. A lo mejor tiene que ponerse una falda escocesa.
– No pienso ensenar mis rodillas -sonrio Hamish.
Entonces sono el telefono y llego el fax que habia estado esperando toda la manana, de modo que volvieron a trabajar.
Los castillos y los titulos tendrian que esperar.
– Creen que lo han encontrado.
Susie Douglas, de soltera McMahon, estaba sentada en la alfombra, frente a la chimenea del gran salon del castillo de Loganaich, jugando con su hija, Rose Douglas, de catorce meses, que empezaba a quedarse dormida.
– Era de esperar -suspiro Kirsty, su hermana gemela.
– Los abogados han buscado por todos los Estados Unidos. Y ahora creen haber encontrado al baron. En cuanto llegue… creo que volvere a casa.
– Pero no puedes irte -protesto Kirsty, horrorizada-. Esta es tu casa.
– El tiempo que he vivido aqui ha sido estupendo -admitio Susie, mirando con carino los maravillosos muros cubiertos de tapices. Las dos armaduras que guardaban el pasillo eran en si mismas una obra de arte. Y hablaba con ellas todo el tiempo. «Buenos dias, Eric». «Buenos dias, Ernst».
– Pero no puedo vivir en el castillo para siempre. No es mio. Accedi a quedarme hasta que muriese Angus y ha muerto. Kirsty, carino, Eric y Ernst le pertenecen a otra persona -dijo Susie, suspirando-. Es hora de marcharse.
– Pero yo no quiero que te vayas -insistio su hermana.
Sin embargo, una parte de ella sabia que tenia razon. La despedida era inevitable.
Tras la muerte de su marido, Rory, Susie quedo destrozada. Ademas de las heridas que sufrio en el accidente de coche que mato a su marido, su hermana habia caido en una terrible depresion. Desesperada, Kirsty se la habia llevado a Australia para que conociese al tio de Rory, lord Angus Douglas, baron de Loganaich. Un gran titulo para un hombre maravilloso. En el baron habian encontrado un amigo y Susie se habia recuperado de sus heridas y de su infinita tristeza alli, en el castillo. Despues de dar a luz a su hija, empezo a mirar la vida con ilusion otra vez.
Pero su casa estaba en Estados Unidos. Su negocio de diseno de jardines estaba en Estados Unidos. Ahora que Angus habia muerto no habia nada que la retuviese alli.
Pero mientras Susie se recuperaba, Kirsty, su hermana gemela, se habia enamorado del medico local. Kirsty y Jake tenian una casa, ninos, un perro, gallinas… toda la catastrofe domestica. Su hogar estaba alli, en Dolphin Bay, Australia.
– Angus deberia haberte dejado este castillo a ti.
– No podia hacerlo.
– ?Por que no?
– Este castillo fue construido con el dinero que habia heredado de su familia. Cuando el verdadero castillo en Escocia se quemo, Angus utilizo parte del dinero de la herencia para reconstruir aqui, en Australia, pero no podia dejarselo a alguien que no fuera un sucesor directo. Y un hombre. Si yo hubiera tenido un hijo seria diferente, pero ahora ira a parar a un sobrino que no conocemos, Hamish Douglas, un americano.
Habia dicho «un americano» con tal tono de desagrado que Kirsty tuvo que reir.
– Lo dices como si los americanos fuesen bacterias. Te recuerdo que tu tambien lo eres, Susie Douglas.
– Ya no me siento americana -suspiro ella, mirando a su hija-. Ademas, tengo a mi pequena australiana.
– Medio americana, medio escocesa y nacida en Australia. Pero es de aqui, desde luego.
– Por eso ya no estoy segura -volvio a suspirar Susie-. Rory me dejo dinero suficiente para comprar una casita y vivir feliz para siempre con mi nina. Pero tengo que trabajar y en Dolphin Bay no hay trabajo para una disenadora de jardines.
– Pero estoy yo -dijo Kirsty.
– Ya sabes que eso es muy importante para mi. Pero necesito un trabajo. Rory murio hace casi dos anos y… las heridas del accidente estan casi completamente curadas…
– Gracias a Dios.
– Me gustaba mucho cuidar de Angus, pero este castillo sin el parece vacio. Lo unico que puedo hacer es cuidar del jardin y cuando llegue el nuevo propietario…
– ?Cuando llega?
– No lo se -contesto Susie-. Pero los abogados dicen que lo han encontrado. Si te dijeran que has heredado una fortuna, ?no vendrias corriendo?
Kirsty sonrio con cierta tristeza. Aquel titulo, aquella fortuna, habian provocado tantas penas…
– Si, supongo que si.
– Cuando llegue, ya no tendre nada que hacer.
– A lo mejor no viene. O a lo mejor quiere que te quedes cuidando del castillo.
– ?Y mantenerlo para nada? ?Que harias tu si hubieras heredado este castillo?
– Convertirlo en hotel -contesto Kirsty. Era la verdad. Angus habia construido aquel castillo como una replica exacta del castillo de Escocia y era como salido de un cuento de hadas. Demasiado grande para una familia-. Pero a mi me parece una casa estupenda.
– Si, claro. Catorce habitaciones, una sala de banquetes, un salon de baile, un invernadero… y Rose y yo. Aunque Jake y tu vinierais a vivir aqui con los ninos, tendriamos tres habitaciones por cabeza. Es absurdo.
– Pero no puedes marcharte -insistio su hermana.
– Yo creo que debo hacerlo.
– Al menos, quedate hasta que llegue el baron. A lo mejor el no quiere vender el castillo. A lo mejor te contrata para que arregles el jardin…
– Las dos sabemos que eso no va a pasar.
– Pero te quedaras hasta que llegue, ?no? Eso es lo que habria querido Angus.
– Lo echo mucho de menos -suspiro Susie.
– Si, claro. Yo tambien.
– Puede que el nuevo baron no quiera cultivar calabazas.
– ?Eso seria un pecado imperdonable!
– Hemos conseguido la mas grande este ano.
– ?Te he contado que la noche antes de que muriese Angus me cole en el huerto de Ben Boyce para medir la suya? Es diminuta en comparacion con la nuestra. Angus murio sabiendo que este ano ganaria el trofeo.
– Pues ya esta -rio Kirsty-. El nuevo baron solo tiene que recoger el trofeo y seguir donde lo dejo Angus.
– El abogado dice que se dedica a las finanzas. Un financiero americano preocupandose por una calabaza… lo diras de broma.
– No lo digo de broma -insistio su hermana-. Ya lo veras. Se enamorara del castillo y querra que te quedes para cuidar el jardin y comera pastel de calabaza durante el resto de su vida.