limitaba a encogerse de hombros, o reaccionaba de forma desproporcionada.

Un ejemplo perfecto habia sido su separacion de Ben. Rachel habia intentado hablar con Melanie, pero, en su exuberante necesidad de proteger a su hermana pequena, esta habia considerado lo ocurrido como la puerta abierta para hablar mal de Ben cada vez que surgia el tema. Y, trece anos mas tarde, continuaba haciendolo.

De modo que Rachel habia aprendido a guardarse para si sus problemas.

Ademas, Mel ya habia cumplido con creces con su deber, utilizando su tiempo de vacaciones para cuidar a Emily mientras Rachel estaba en el hospital.

Rachel sabia que su hermana necesitaba recuperar su propia vida y, sobre todo, su independencia. Emily y ella podrian manejarse. Con… la enfermera que contrataran. Oh, Dios. Tener a alguien viviendo con ellas iba a ser terriblemente incomodo, pero por lo menos estaria en su propia casa.

Despues de una infancia angustiosamente nomada y de haber sido despertada a todas las horas del dia y de la noche para ser examinada durante un mes, volver a su propia cama seria una bendicion.

Emily irrumpio en la habitacion del hospital, conteniendo apenas su desbordante energia. Iba vestida con una camiseta, unos pantalones enormes con el talle a la altura de las caderas y unas sandalias. Llevaba el rostro completamente libre de maquillaje y dos aros de plata en cada oreja. Sus ojos verdes resplandecian entre los larguisimos mechones rubios de su melena.

Y llevaba bajo el brazo el ordenador portatil que siempre la acompanaba.

A pesar del cansancio producido por una agotadora sesion de rehabilitacion, el corazon de Rachel parecio aligerarse al verla. Al tener una hija, Rachel habia aprendido a compartir, a recibir amor y a darlo. Y gracias a Emily habia sido capaz de sentirse llena.

Habian pasado horas desde que el doctor Thompson le habia retirado parte de las vendas. Habia hecho de ella una mujer nueva. Una mujer nueva con muy poco pelo, escayolas nuevas en el brazo y en la pierna y la pelvis rota. Una mujer nueva que todavia sufria dolores, pero que se sentia ligeramente mejor.

O, cuando menos, mas ligera. Las vendas que ocultaban las abrasiones, escondiendo al mismo tiempo parte de su rostro, su torso y el brazo bueno, habian desaparecido. Gracias a su nuevo estado, pudo mover el brazo derecho.

– Emily… mira.

Emily se mostro convenientemente impresionada.

– Eso esta muy bien. Antes de que te des cuenta, estaras dibujando otra vez.

En aquel momento, Rachel no era capaz de levantar un lapiz y, mucho menos de pensar con el ingenio que se requeria para dibujar a Gracie, un personaje valiente, descarado y audaz, todo lo que Rachel no era, pero que habia sido capaz de dibujar.

Y que rezaba para poder continuar dibujando.

Para ocultar su miedo delante de aquella nina que parecia capaz de verlo todo, forzo una sonrisa.

– ?Has venido con tia Mel?

– Si -Emily se dejo caer en una silla al lado de la cama-. Esta ocupada, coqueteando otra vez con tu medico, pero mi «madura tia» no quiere que me de cuenta, asi que me ha enviado a tu habitacion. Cree que no se nada de hombres. Pero apuesto a que se mucho mas que ella.

Una preadolescente consciente de la sexualidad: la pesadilla de cualquier madre.

– Emily…

– Mama, solo estoy bromeando.

– ?Y de verdad estas bien? -deseaba poder alargar el brazo hacia ella y acariciar su rostro, su pelo. Echaba de menos su cercania. Echaba de menos todo-. Dime la verdad.

– Bueno, estoy mejor que tu. La enfermera me ha dicho que te han quitado todos los puntos y la mayoria de las vendas -Emily se inclino hacia delante y escruto hasta el ultimo centimetro de su rostro.

Rachel deseaba volver la cabeza. Apenas podia imaginarse su aspecto. Las heridas y la hinchazon habian ido desapareciendo, pero probablemente su cara conservaba todavia toda la gama de colores del amarillo al verde. Y su melena, su gloriosa melena…

– No me han traido un espejo, asi que no… -consiguio emitir una debil risa, pero Emily se inclino todavia mas, muy seria, sin dejar de inspeccionar su rostro.

Rachel volvio la cabeza mientras luchaba contra el escozor de las lagrimas.

– Probablemente tenga el aspecto ideal para Halloween, aunque todavia falten meses para entonces.

– Oh, mama -al oir aquella voz tan dulce y atragantada, Rachel se volvio y la sorprendio encontrar tanto amor en el rostro de Emily.

– ?No lo sabes? -susurro Emily-, estas preciosa -sus ojos brillaban como dos estrellas-. Eres tan guapa mama.

Rachel consiguio sonreir a pesar del nudo que tenia en la garganta.

– Eso significa que tambien tu eres preciosa.

– Si -pero entonces fue Emily la que tuvo desviar la mirada-. Aunque se que a quien de verdad me parezco es…

Se interrumpio, sin hacer ningun esfuerzo por terminar la frase, y Rachel suspiro. «No seas cobarde», se recordo a si misma.

– A tu padre.

Se miraron la una a la otra en un incomodo silencio, mientras Rachel sentia que se le caia el corazon a los pies.

No, no era una cobarde y no lo habia sido durante mucho tiempo, pero sacar el tema de Ben Asher delante de Emily normalmente resultaba problematico.

Ben era la unica persona sobre la que Emily y Rachel nunca estaban de acuerdo.

?Como iban a estarlo? Su hija lo veia como un heroe, un hombre que anteponia las necesidades de los demas a las suyas. Un hombre que buscaba la justicia para aquellas personas que no podian conseguirla por si mismas.

Y Ben era eso, admitio Rachel para si. Pero tambien mas, mucho mas.

Rachel habia vuelto a cambiar de colegio, aquel ano en mitad del ultimo curso. En su primer dia de clase, un chico entro tarde paseando despreocupadamente en la clase de literatura inglesa. Con una lenta y perezosa sonrisa, fue recorriendo uno de los pasillos formados por las mesas.

– ?Sabes que viene de Tracks? -le susurro una companera que estaba justo detras de Rachel a otra-. Vive en un hogar de acogida, con otros ocho ninos.

– Aun asi, esta muy bien -susurro la otra en respuesta.

– Pero es asquerosamente pobre.

– Es una pena.

Rachel no pudo evitar fijarse en que nadie le hacia ningun caso, aunque a el no parecia importarle lo mas minimo. Iba vestido con unos vaqueros con un agujero en la rodilla y una camiseta negra con el dobladillo deshilachado y una manga rasgada y llevaba una vieja Canon al hombro. Tenia el flequillo muy largo.

Fijo la mirada en Rachel.

Ella no estaba acostumbrada a ser el blanco de una mirada. Era invisible. Algo habitual cuando siempre se era la nina buena. Pero Ben la miro con aquellos ojos chispeantes y se sento en la unica silla vacia que quedaba en la clase.

Justo al lado de ella.

– Hola -la saludo con una sonrisa devastadora-. ?Tienes un boligrafo de sobra?

Un poco sobrecogida por su presencia, Rachel le tendio su propio boligrafo. Los chicos no la miraban muy a menudo, principalmente porque ella evitaba cualquier contacto visual y nunca se habia molestado en hacer amigos. ?Para que iba a hacerlos, si pronto tendria que volver a marcharse?

– ?Y papel?

Rachel le habia dado unas cuantas hojas, y tambien una goma.

Para el final de la primera hora, Ben ya la habia convencido de que compartiera con el sus apuntes y lo ayudara a estudiar el siguiente examen. Rachel habia intentado explicarle que no era ella la chica que debia buscar si lo que pretendia era ser popular, pero el se habia echado a reir.

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