mas miedo. Soy un hombre peligroso.

– La mataste a ella. Lo se. Esa es una de las razones por las que he venido -susurro mi padre con una voz helada que me resulto desagradable.

– ?No! No, no, no -chillo de nuevo Segundo-. Eso fue un accidente. Un cortocircuito. Cielo santo, Maximo, nunca me has dejado vivir, ?por que me persigues?

Una pequena mano se aferro a mi brazo y junto a mi estallo una vocecita furibunda:

– Que demonios estas haciendo aqui? Era Airelai, una extrana Airelai de ojos llameantes.

– YO… Mi padre… Ese es mi padre, Airelai…

– ,Ya lo se, idiota! -rugio la enana.

Mire hacia el escenario: Segundo se retorcia las manos y mi padre me contemplaba con gesto desabrido.

– Vete -me dijo el, con esa voz helada tan terrible. Me eche a llorar.

– Perdon… Yo no queria…

– Vete, Baba -hablo de nuevo mi padre, ahora mas suave-. No te preocupes. No pasa nada. Vete al estanque y no te muevas de alli, que dentro de un rato ire a buscarte, Airelai me empujo ligeramente hacia la puerta.

– Se ha enfadado conmigo -dije, abrumada.

– No se ha enfadado. Yo se que no. Ya lo veras. Vete al estanque y esperanos -me consolo la enana.

Antes de que pudiera darme cuenta me encontre parpadeando en la calle, deslumbrada, con la puerta del club cerrada a mis espaldas. Camine cansinamente hacia la plazuela, angustiada por mi propia torpeza. En la fuente habia unos ninos ahogando a una lagartija. Me sente en el reborde de hormigon, en el mismo lugar en donde antes habia estado, solo que ahora mirando hacia el otro lado, hacia la esquina por donde mi padre tendria que aparecer. La superficie rugosa del cemento me aranaba los muslos y la tarde pesaba sobre mi cabeza. Y asi empezaron a pasar las horas lentamente.

Luego, mucho despues de que mi padre muriera y de que todo acabara, estando Chico y yo juntos y solos en la casa nueva mientras el invierno se apretaba detras de los cristales, el nino me conto lo que habia sucedido en el club aquella tarde. Y esto fue lo que dijo:

«Yo estaba alli: oi los gritos desde casa y baje. Estuve alli todo el rato; incluso te vi a ti, y vi como te echaban. Yo estaba escondido en la escalera interior, detras de la cortina. Tu deberias haber hecho lo mismo: fuiste muy torpe quedandote ahi en medio corno boba. Ya sabes que, mirando por la rendija, entre las cortinas, se puede ver el escenario perfectamente. Un poco de refilon, pero muy cerca.

»Cuando tu te marchaste la enana dijo: “Yo se donde esta el dinero”. Al oirla, Segundo empezo a chillar: “?Que dinero, que dinero?”. Pero Airelai ni le miro: “Esta en el camerino, en una maleta azul, dentro de un doble fondo que hay en el armario”, dijo muy tranquila. “?Estas segura?”, pregunto Maximo. “Acabo de pasar a comprobarlo.» Entonces Maximo se acerco a su hermano y le agarro por las solapas: «Y ahora que cuento me vas a querer contar, ahora que dices…”. Pero se callo de repente porque Segundo le habia puesto la punta de un cuchillo enorme en la garganta, no se de donde lo habia sacado pero ahi estaba, un cuchillo grandisimo como los que usa mi madre para cortar la carne. Y habia apoyado la punta en el cuello de Maximo y se reia: “?Que ahora que digo? Pues ahora digo que esto es otra cosa, ?verdad? Ahora me respetas mas, ?verdad?». Maximo no se movio, no dijo nada, estaba quieto y tieso. “Con apretar un poco, solo un poco, adios el pobre Maximo… decia Segundo; y solto una carcajada que sonaba muy fea. “Pero tengo una idea mejor: ahora vamos a ir todos despacito hasta aquel armario del fondo, y te vas a meter dentro de ese armario con tu enana, y yo os voy a encerrar y me marchare con mi dinero.” “Y prenderas fuego al local antes de irte, como la vez pasada”, dijo Maximo con la voz tranquila. “?Que buena idea! Tendre que pensarmelo…”, contesto Segundo.

»Entonces la enana empezo a moverse. Dio un paso adelante y luego otro. Segundo la miro asombrado y luego agito el cuchillo cerca del cuello de Maximo. “?Quieta! Como des un paso mas, le mato.” Pero Airelai dijo: “No, no lo haras», y siguio avanzando. “?Le mato! ?Le voy a matar! ?Le voy a degollar!”, chillaba Segundo. Pero la enana llego junto a ellos, y arrimo un cajon, y se subio a el, mientras Segundo la miraba con los ojos como platos pero sin hacer nada; entonces Airelai se alzo de puntillas, estiro la manita, puso un dedo en la punta del cuchillo y empujo. Y la hoja se encogio, porque era uno de los punales de mentira del numero de magia.

Segundo se puso muy blanco y dejo caer el cuchillo. Maximo se volvio hacia el con toda calma y cogio algo del bolsillo de atras del pantalon. La cosa hizo un ruidito y entonces vi que era una navaja automatica y que acababa de sacarle la hoja. Y esta si que era de verdad, una hoja fina y peligrosa que daba miedo. Segundo miro a Maximo y Maximo miro a Segundo, con la navaja brillando entre los dos. Pero Maximo no se decidia; pasaban los segundos y todo seguia igual. «Acaba de una vez», dijo la enana. “Segundo no lo hubiera dudado tanto, tenia la pistola de dona Barbara y te estaba esperando para matarte, pero cuando vi que llegabas yo le robe el arma.” Y entonces la enana se saco del bolsillo la pequena pistola plateada de la abuela. Pero Maximo seguia sin decidirse. “Si no me matas ahora”, dijo Segundo con una voz muy ronca, «si no me matas ahora, yo acabare contigo algun dia”. Y me gusto que fuera capaz de decir eso. Maximo bajo la mano, cerro la navaja y se la guardo de nuevo en el bolsillo del pantalon. «Vamonos», le dijo a la enana. Segundo cayo de rodillas, se tapo la cara con las manos y se puso a llorar. La enana se acerco a el y le toco en el hombro. «Segundo”, llamo. Segundo estaba todo encogido, apoyado con los codos en el suelo, llorando muy fuerte. “Segundo”, insistio Airelai. El levanto la cara mojada y sus ojos quedaron a la misma altura que los de la enana. Entonces la enana estiro el brazo, apoyo la pistolita de la abuela en la frente de Segundo y le volo la cabeza. Todo esto fue muy rapido.

»Se fueron enseguida los dos al camerino a recoger el dinero y supongo que fue entonces cuando Maximo te dejo ese punado de billetes en un sobre a tu nombre. Yo les vi aparecer de nuevo en el club, ya con la maleta; y cruzar la sala y salir a la calle. Hubiera podido seguirles, pero me encontraba demasiado asustado. No, no era eso, no era miedo, era como si no tuviera fuerzas, como si mis piernas no fueran mis piernas, y ademas estaba el asco, ya me entiendes, no podia salir de detras de la cortina y meterme en mitad de toda esa sangre, si me quedaba detras de la cortina era como si la sangre no fuera de verdad, como si fuera una pelicula. Asi que no me movi de alli, me quede quieto durante mucho tiempo, no se cuanto, hasta que llego mi madre y se puso a gritar como una loca.

»Luego, oyendo a unos y a otros, me entere de que Maximo y la enana se habian ido directamente al aeropuerto y habian col ido un avion grande y pesado que iba a Canada. se fue el avion que exploto aquella noche nada mas despegar, con ciento setenta y tres personas dentro. Esta claro que fue cosa de la maleta, 0 sea, de la bomba que tenia la maleta. Por que estallo entonces, no se sabe. Pero el avion exploto cuando todavia estaba tomando altura y por eso se vio perfectamente en todo el Barrio, una bola de fuego que les dejo a todos achicharrados, por eso el Barrio olia tan mal, a carne quemada, los dias de despues. Yo no vi la explosion porque todavia estaba detras de la cortina, pero me han dicho que el cielo se puso todo rojo con el estallido y que fue un espectaculo horroroso.

»Tambien estallo la cabeza de Segundo, y eso si lo vi. Fue una cosa rara, porque por delante, que era por donde la enana habia disparado, no se rompio. Pero por detras salio volando. Pedazos de cabeza y de sangre y de cosas. Lo que tenemos dentro. Se mancho el escenario y las paredes. Por eso yo no podia salir de mi escondite. Porque todo estaba lleno de el, por todas partes. Ya se que era mi padre, pero no me importo que lo mataran. Solo que despues de que le dispararan todo me daba asco; y me sentia sucio. Ahora estoy mejor y me alegro de que Segundo ya no viva con nosotros. De todas maneras me gusto que le dijera eso a Maximo: si no me matas ahora, te matare yo. Tenia miedo pero no se arrugo. Y eso me gusto porque era mi padre; y yo no me parezco nada a el, pero nunca se sabe.»

El sol se hundio por detras de los tejados de las casas, el cielo se puso blanco y luego gris, llego la noche con pasos silenciosos y se encendio la farola de la fuente, y yo seguia esperando a mi padre en el estanque. Desde donde estaba no se vela mas que el comienzo de nuestra Calle; me moria de ganas de ir por lo menos hasta la puerta del club y aguardar ahi a que saliera, pero no me atrevia a desobedecerle de nuevo. Mi padre no me querria, si lo hiciera. Aun recordaba su mirada de horas antes, cuando me habia dicho que me fuera: sus ojos duros y furiosos. Tanto que habia sonado con su llegada, tanto que habia deseado este momento, y ahora me encontraba turbada y confundida, angustiada por mi torpeza, temerosa de haberle defraudado. Cerre los parpados porque la farola daba vueltas. Con toda esta agitacion no habia comido, y quiza fuera eso. Pero no tenia hambre. Solo un vacio dentro del estomago y del pecho, un vacio tan grande como una noche oscura.

Abri los ojos y la farola ya se habia quedado quieta. Menos mal. Unos chicos cruzaron la plaza y me miraron.

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