alarma se me disparo y me empujo. Supongo que debi haber salido para llamar a la policia, pero es evidente que no lo hice. Naci periodista. Cerre la puerta, mas por inercia que por cualquier otra cosa, y mientras trataba de no pisar ninguna de aquellas alarmas enrojecidas di un par de pasos hasta la puerta que comunicaba el recibidor con el resto del piso.
Ya no volvi a llamar a mi vecina.
Laura Torras no iba a enamorar a nadie mas con su perfeccion de diosa terrenal.
Y lo primero que pense fue que alguien debia de odiarla mucho para hacerle lo que le habia hecho.
II
Lo segundo que pense es que el asesino tal vez fuese un forense aplicado, por la forma en que el cuerpo estaba abierto. Despues no. Me basto un segundo vistazo, una vez superado el horror y el asco, para darme cuenta de que aquello parecia mas bien una autopsia inacabada, una chapuza cruel y salvaje.
Laura Torras estaba desnuda. Tenia el cuerpo abierto en canal, desde el sexo hasta los pechos, con las visceras desparramadas a ambos lados, arrancadas con violencia. Un segundo corte cruzaba el primero por debajo de los senos, formando una cruz. Por arriba, la cabeza estaba separada del tronco mediante un enorme tajo que la habia degollado.
Sin embargo, todo eso no era lo peor.
El cuerpo estaba rodeado de fotografias, encerrado en un circulo de imagenes que formaban un halo espectral. Todas eran de la propia Laura, que posaba como modelo, anunciaba objetos diversos o sonreia a la camara con perversa inocencia. Cien imagenes, cien peinados, cien maquillajes, cien trajes, cien sonrisas.
Todavia habia mas.
Laura Torras tenia un vibrador hundido en la boca y una botella de cava hundida en el sexo.
Abierta de brazos y piernas, rota, rodeada por las fotografias y con aquellas dos curiosas piezas incrustadas en su cuerpo, la sensacion final era… irreal.
Alguien se habia despachado a gusto.
Alguien debia de odiarla mucho.
No soy morboso. Estaba galvanizado y tenia ganas de vomitar los cereales, pero aun asi me acerque para verle la cara. Tenia los ojos abiertos, y el rostro mostraba el estupor que la inminencia de la muerte le habia causado. Cabia preguntarse si habia muerto antes de la tortura o despues.
Estaba tan pendiente del suelo, de ella y de no pisar la sangre, que todavia no habia visto la escena que rodeaba el cadaver. Cuando me aparte, sin saber si iba a vomitar o no, tuve que hacerlo. Un vendaval habia arrasado el piso. Muebles caidos, cuadros en el suelo, sillas rotas, objetos de decoracion aplastados, y la ropa de la propia Laura diseminada y rasgada por doquier a modo de sudario final. Un mundo de recuerdos barrido por la mano metodica de un sadico. La luz del dia que entraba por las cortinas lo banaba todo de quietud.
Entonces me fije en las paredes, desnudas.
De objetos, pero no de palabras.
CERDOS.
Se repetia tal vez cien o mas veces. En todos los tamanos, de todas las formas, «CERDOS», «CERDOS», «CERDOS». Solo eso. Creo que el asesino la habria escrito mas y mas de no haber sido porque la tinta ya se le habia terminado. Y la tinta era la propia sangre de Laura.
El cojin que habia utilizado como brocha yacia muy cerca de mi.
No supe que hacer, lo reconozco. Estaba paralizado por la sorpresa. Laura, mi vecina, un objeto de deseo, una presencia de ensueno, una tentacion que vivia al lado (o arriba, como Marilyn Monroe en la pelicula), estaba tan muerta como mi energia. Nunca mas podria recordarla como habia sido. Ahora la veria siempre asi, como la tenia delante. La tortura de un recuerdo.
Hacia calor alli dentro. Empezaba a tener la ropa humeda. Las ventanas…, los resquicios… Todo ello estaba cerrado. A pesar de ello, una mosca andaba zumbando en torno al cuerpo. Ese sonido me hizo reaccionar. Todavia no olia, pero no tardaria en hacerlo. Trate de no tocar nada, me dirigi al balcon y abri la puerta unos centimetros. Regrese al lado del cadaver y por primera vez me di mas cuenta de lo que no veia que de lo que si veia.
?Y el cuchillo que se habia utilizado en la carniceria?
No queria remover mucho. Una voz me grito que llamara a Paco inmediatamente. Entonces recorde que Paco estaba fuera, que no llegaba hasta el lunes. El que tu mejor amigo sea inspector de policia siempre es una garantia. Pero yo nunca he hecho caso de mis voces. Para bien o para mal, lo que manda en mi es el instinto. Y mi instinto no me decia nada especial. Mi instinto me mantenia alli dentro sin salir corriendo, tal vez porque me sentia culpable de algo.
Sali de la sala. El piso de mi vecina era como el mio, pero al reves. Inspeccione la cocina y la zona de servicio. Nada. Por alli no habia pasado el vendaval maniaco. A continuacion me dirigi a la parte del piso destinada a las habitaciones, que se ubicaba a la izquierda. Deduje que la habitacion de Laura debia de ser la misma que aquella en la que dormia yo en mi casa. Lo era porque la puerta estaba abierta y un rastro de prendas femeninas me conducia hasta ella. Meti la cabeza y, dado que la persiana tambien estaba subida alli y la luz era diafana, lo primero que me sacudio el espiritu, por encima de lo revuelto que estaba todo, fue el gran retrato de la duena de la casa que colgaba de la pared.
Un desnudo perfecto.
Algo demoledor.
Me senti como Dana Andrews en
De nino me enamore de Gene Tierney, de aquella Laura cinematografica.
Ahora, si bien no era lo mismo, mi propia vecina me habia hecho albergar muchos malos pensamientos desde que llegara al piso de enfrente.
El retrato de Laura era casi real, como si fuera a moverse, a hablar.
De hecho, oi una voz.
Pero fue en la entrada del piso, mientras se cerraba la puerta de golpe.
– ?Laura?
III
Podia quedarme quieto, ser descubierto y que, encima, alguien pensara que soy el vecino loco que mata a la vecina sexy en un arrebato de frustrada pasion. Tambien podia hacer lo que hice: salir a la carrera para evitar que la mujer que acababa de entrar se encontrara con la vision del Apocalipsis.
Porque era una voz de mujer.
Pase junto al cadaver de Laura, esquive las manchas y me detuve en la puerta que comunicaba la sala con el recibidor. Cualquier cosa que hiciese o dijese carecia de sentido. Estaba alli, en el piso, con la muerta. Eso era todo. Me habia metido en una trampa por curioso y por esa tipica inocencia que es el refugio de algunas de nuestras peores estupideces. ?Que mas me quedaba? Lo unico que sabia era que Laura vivia sola, y que alguien acababa de entrar.
Ese alguien era una mujer que llevaba una maleta en la mano izquierda, un bolso color carne colgando de su hombro y unas llaves en la derecha. Miraba estupefacta las manchas de sangre abiertas a sus pies.
Luego dirigio sus ojos hacia mi.
Laura era hermosa, un don de la naturaleza hecho mujer, pero la recien llegada no le iba a la zaga. Algo mas joven, sin apenas maquillaje, a las primeras de cambio me habria parecido una estrella de cine o, mas probable