5
La primera en entrar en la sala de espera fue Norma, la hermana pequena de Luciana. Despues lo hicieron ellos, los padres. El padre sujetaba a la madre, que apenas si se sostenia en sus brazos. Las miradas de los recien llegados convergieron en las de los amigos de su hija y hermana. Cinta se puso en pie. Santi y Maximo no. Los ojos del hombre tenian un halo de marcada dureza. Los de su esposa, en cambio, naufragaban en la impotencia y el desconcierto. La cara de Norma era una mascara inexpresiva.
– ?Como esta? -quiso saber Cinta.
El padre de Luciana se detuvo en medio de la sala, abarcandolos totalmente con su mirada llena de aristas. Vieron en ella muchas preguntas, y leyeron aun mas sentimientos, de ira, rabia, frustracion, dolor.
Cinta tuvo un estremecimiento.
– ?Que ha pasado? -la voz de Luis Salas sono como un flagelo.
– Nada, estabamos…
– ?Que ha pasado? -repitio la pregunta con mayor dureza.
Santi se puso en pie para coger a Cinta.
– Tomamos pastillas y a ella le han sentado mal, eso es todo -tuvo el valor de decir.
– ?Que clase de pastillas?
– Bueno, ya se lo hemos dicho al medico…
– ?Mierda!, ?estais locos o que?
La madre de Luciana rompio a llorar mas desconsoladamente aun por la explosion de furia de su marido. Incluso Norma parecio despertar con ella. Se acerco a su madre buscando su proteccion. Sin dejar de llorar, la mujer abandono el regazo protector de su marido para abrazar a su hija pequena.
Luis Salas se quedo solo frente a ellos tres.
Cinta tenia los ojos desorbitados.
– ?Como… esta? -pregunto por segunda vez.
La respuesta les alcanzo de lleno, hiriendolos en lo mas profundo.
– Esta en coma -dijo el hombre, primero despacio, para agregar despues con mayor desesperacion, con los punos apretados-: ?Esta en coma!, ?sabeis? ?Luciana esta en coma!
6
El exterior del after hour era un hervidero de chicos y chicas no precisamente dispuestos a disfrutar de los primeros rayos del recien nacido sol de la manana. Unos hablaban, excitados, tomandose un respiro para seguir bailando. Otros descansaban, agotados aunque no rendidos. Algunos seguian bebiendo de sus botellas, basicamente agua. Y los menos echaban una cabezada en los coches ubicados en el amplio aparcamiento. Pero la mayoria reian y planeaban la continuidad de la fiesta, alli o en cualquier otra parte. Cerca de la puerta del local, la musica atronaba el espacio con su machacona insistencia, puro ritmo, sin melodias ni suavidades que nadie queria.
El unico que parecia no participar de la esencia de todo aquello era el.
Se movia por entre los chicos y las chicas, la mayoria muy jovenes, casi adolescentes. Y lo hacia con meticulosa cautela, igual que un pescador entre un banco de peces, solo que el no tenia que extender la mano para atrapar a ninguno. Eran los peces los que le buscaban si querian.
Como aquella muneca pelirroja.
– ?Eh!, tu eres Poli, ?verdad?
– Podria ser.
– ?Aun te queda algo?
– El almacen de Poli siempre esta lleno.
– ?Cuanto?
– Dos mil quinientas.
– ?Joder! ?No eran dos mil?
– ?Quieres algo bueno o simplemente una aspirina?
La pelirroja saco el dinero del bolsillo de su pantalon verde, chillon. Parecia imposible que alli dentro cupiera algo mas, por lo ajustado que le quedaba. Poli la contemplo. Diecisiete, tal vez dieciocho anos, aunque con lo que se maquillaban y lo bien alimentadas que estaban, igual podia tener dieciseis. Era atractiva y exuberante.
– Con esto te mantienes en pie veinticuatro horas mas, ya veras. No hace falta que te tomes dos o tres.
Le tendio una pastilla, blanca, redonda, con una media luna dibujada en su superficie. Ella la cogio y el recibio su dinero. Ya no hablaron mas. La vio alejarse en direccion a ninguna parte, porque pronto la perdio de vista por entre la marea humana.
Siguio su camino.
Apenas una decena de metros.
– ?Poli!
Giro la cabeza y le reconocio. Se llamaba Nestor y no era un cliente, sino un ex camello. Se habia ligado a una cuarentona con pasta. Suerte. Dejo que se le acercara, curioso.
– Nestor, ?como te va?
– Bien. Oye, ?el Pandora's sigue siendo zona tuya?
– Si.
– ?Estuviste anoche vendiendo alli?
– Si.
– Pues alguien tuvo una subida de calor, yo me andaria con ojo.
– ?Que?
– Mario vio la movida. Una cria. Se la llevaron en una ambulancia.
Poli fruncio el ceno.
– Vaya -suspiro.
– Ya sabes como son estas cosas. Como pase algo, habra un buen marron. ?Que vendias?
– Lo de siempre.
– Ya, pero ?era extasis…?
– Oye, yo vendo, no fabrico. Hay lo que hay y punto. Por mi, como si se llama Margarita.
– Bueno -Nestor se encogio de hombros-. Yo te he avisado y ya esta. Ahora alla tu.
– Te lo agradezco, en serio.
– Chao, tio.
Se alejo de el dejandole solo.
Realmente solo por primera vez en toda la noche.
7
Norma vio como sus padres salian de la habitacion en la que acababan de instalar a Luciana, reclamados de nuevo por los medicos que la atendian, y se quedo sola con ella.
Entonces casi le dio miedo mirarla.
Tenia agujas clavadas en un brazo, por las que recibia probablemente el suero, un pequeno artilugio fijado en