En ese sentido soy privilegiada. No voy a hacer cambios drasticos porque creo que la cuestion no pasa por ahi; yo no puedo alterar mis genes, ni mi pasado, ni puedo cambiar a los otros. Seran pequenas transformaciones, giros minimos que ajustaran el mecanismo hasta que la persona emergente se parezca todo lo posible a mi, a mi verdadero yo, ese que he estado buscando por cuarenta y dos anos. Se que esto implica sufrir, como ahora estoy sufriendo, porque solo a partir de aqui podra resurgir una mujer nueva. Acepto el dolor no como una prueba ni como un castigo, sino como un pretexto para agradecer cada instante de felicidad, como leccion de vida y no como penitencia. Me quiero como soy pero no me resisto al cambio.
Quisiera contarles lo maravilloso de este sitio. Es tal cual lo habia imaginado y muy adecuado para mi necesidad actual. Estoy rodeada por naturaleza hasta donde me dan los ojos y tengo la suficiente soledad sin estar aislada. Quiza un dia podamos venir aqui juntos.
Ahora voy a dejar de escribir porque siento que los estoy extranando demasiado y corro el riesgo de obedecer al impulso de volver por donde vine. Creanme, es indispensable que todos nos tomemos un tiempo de reflexion. Seria bueno que ustedes tambien lo hicieran. Es una pena que no podamos ser felices queriendonos tanto. No esperen una situacion extrema para meditar acerca de lo que les digo. Les aseguro que el borde de la angustia es peligroso. Yo estuve ahi. Se necesitan muchas amarras para no dejarse caer. Mis amarras fueron ustedes, pero no me engano, anduve muy cerca del limite. Me da miedo pensar en eso.
He escrito algunas cartas que envio junto a esta en sobres cerrados con el nombre del destinatario. A mama, les agradezco se la lleven personalmente; le hara bien ver a sus nietos. Ella podra contarles mas acerca de la rosa, la de papa, por supuesto, no habra a quien enviarla. Les pido que la lean los tres juntos. Los ayudara a comprenderme mejor. Tambien va una para ustedes, hijos. Recuerden que fue escrita por su madre que es, ademas, una mujer. A ti, Daniel, te he escrito una carta esperanzadora. Quiza seas al que mas exijo y del que mas espero.
Mientras no este, cuiden nuestra casa y esperenme sin prejuicios, sin reproches. Estan siempre en mi pensamiento. Los quiero. Hasta la vuelta.
Elena
Claudia Amengual
Claudia Amengual nacio en Montevideo, Uruguay, en 1969. Es traductora publica, docente de la Universidad ORT e investigadora en el area de la linguistica desde el enfoque socio-cultural. Coordina talleres de narracion y escribe cuentos, algunos de los cuales han sido publicados y otros premiados en concursos. Es autora de las novelas La rosa de Jerico (2000, Punto de Lectura, 2005), El vendedor de escobas (2002, Punto de Lectura, 2005) y Desde las cenizas (Alfaguara, 2005).