– Si, ya veo. Pero la cosa es, ?que mierda haces aqui?

– Bueno, es evidente. No sirvo para nada. No me gusta la vida. Y ya soy muy mayor.

– Dejate de tonterias. Me sirves a mi. Yo te necesito. Vamonos, anda. Lo hablaremos con calma, pero fuera. Me espanta este sitio.

– No es verdad. No te sirvo para nada. Casi te matan por mi culpa. Soy un viejo imbecil. Deberia haber tomado esta decision hace ya mucho.

– ??Sabes lo que hubiera dado Merlin por poder seguir viviendo, maldita sea?! -aullo furibunda.

Su grito reverbero en el vestibulo y todo el mundo se quedo mirandola. Dos guardias de seguridad se acercaron rapidamente a ellos.

– Tienes que marcharte ahora mismo. Estas turbando la paz de este lugar.

Eran dos solidos reps de combate. Bruna se puso calmosamente en pie, sintiendo un barbaro jubilo autodestructivo.

– Esto va a ser divertido -murmuro feroz.

– ?No, no, quieta, tranquila, espera! -rogo Yiannis, agarrandose a su brazo.

Y luego, volviendose hacia los guardias.

– Ya nos vamos, ya nos vamos.

Y, en efecto, se fueron. Salieron de Finis y caminaron como zombis el uno al lado de la otra, demasiado agitados para poder hablar. Unos cientos de metros mas adelante habia un diminuto jardin urbano, apenas una rotonda. Se dirigieron automaticamente hacia alli y se sentaron en un banco bajo un joven abedul. El arbol estaba lleno de brotes. Hacia una manana preciosa. Febrero era uno de los mejores meses del ano; luego empezaba a apretar demasiado calor.

– Mira que dia tan hermoso. Que mal gusto querer matarse en un dia tan hermoso -refunfuno Bruna.

– No tengo nada. He dejado mi piso. He vendido los muebles.

– Ya lo se.

– Te he transferido todo el dinero que tenia.

– Te lo devolvere, no te preocupes.

Callaron unos instantes.

– Todo ha sido tan rapido… La adolescencia, la juventud… la muerte de mi hijo… el resto de mi vida. Un dia te despiertas y eres un viejo. Y no puedes entender lo que ha pasado. Como se fue todo tan deprisa.

– Si no haces tonterias como la de hoy, todavia viviras mas tiempo que yo. No me irrites.

– Non ignoravi me mortalem genuisse. Siempre he sabido que soy mortal. Lo decia Ciceron.

– Neque turpis mors forti viro potest accedere. Para las almas fuertes no hay muerte ignominiosa. Tambien de Ciceron.

El archivero la miro encantado.

– ?Te acuerdas!

– Claro, Yiannis. Me has ensenado muchas cosas. Ya te digo que me sirves de mucho.

Volvieron a quedarse en silencio, pero era un silencio lleno de compania. De pronto Bruna visualizo el banco en el que estaban ellos sentados, el jardin circular, el barrio, la ciudad de Madrid, la peninsula Iberica, la bola verdiazul de la Tierra, el pequeno sistema solar, la desflecada galaxia, la vasta negrura cosmica punteada por sus constelaciones y sus enanas rojas y sus gigantes blancas… El Universo entero. Y en medio de esa inmensidad indescriptible, ella quiso creer por un instante en el consolador espejismo de no estar sola. Penso en Yiannis. En Maio y Mirari. En Oli. Incluso en Nopal. Y, sobre todo, recordo a Lizard, a quien dedico un pensamiento leve, como de puntillas, conteniendo el aliento. Habia un tiempo para reir, un tiempo para abrazarse. Aunque los osos solo se juntaran para aparearse, tal vez ella fuera diferente tambien en esto.

– Bueno… -suspiro el hombre-. Entonces tendre que ver si puedo volver a alquilar mi piso… Y me acercare al Archivo a ver si ahora que ha pasado todo me readmiten… Aunque, ?sabes?… No estoy diciendo que quiera matarme, ya no… Pero hay algo maravilloso en desprenderse de uno mismo… Esa suprema libertad de dejar de ser quien eres. Volver a meterme otra vez en mi vieja piel me resulta bastante deprimente.

– Pues no lo hagas. Buscate otro apartamento. Y trabaja conmigo. Te propongo que seas mi socio.

– ?Lo dices en serio?

– Totalmente. Sabes mucho de todo y eres muy bueno documentandote, contrastando informacion y analizando logicamente las cosas. Haremos un equipo formidable.

Yiannis sonrio.

– Seria divertido.

– Lo sera.

La pantalla publica mas cercana empezo a emitir un avance informativo de urgencia: «El Constitucional declara ilegal el cobro del aire.» Yiannis dio un pequeno grito de jubilo.

– ?Lo ves? Te lo dije. ?No hay que perder las esperanzas! ?No hay que dejar de empujar para que las cosas mejoren!

Incluso Bruna estaba impresionada. La rep no lo tenia tan claro como el archivero, seguro que los propietarios del aire se buscarian alguna triquinuela, y probablemente las Zonas Cero seguirian siendo guetos miserables y contaminados de los que los pobres tendrian muchas dificultades para salir. Pero, aun asi, la resolucion del Constitucional era muy importante. Despues de todo, Bruna habia podido ver en su corta vida de rep un cambio social fundamental. Con un poco de suerte, quiza aquella nina deportada por la policia fiscal tambien pudiera verlo.

– Enhorabuena, Yiannis… ?Ves como lo sabes todo? Me vas a ser muy util… A ver, probemos tus habilidades deductivas… ?Por que yo?

– ?Por que tu?

– Si… ?por que me escogio RoyRoy a mi?

– Pues no se, veamos… Eres una rep de combate, tienes un aspecto bastante amedrentante con esa raya que te parte, quedas muy bien mediaticamente para lo que ella queria conseguir, trabajas como detective y por lo tanto era probable que tuvieras armas… y ademas asi Habib tenia una excusa para contratarte… En realidad dabas muy bien el perfil. Puede que hayan usado un programa de afinidad y haya salido tu ficha.

Ah, si, los ubicuos programas de afinidad electronicos… La gente recurria todo el tiempo a los ordenadores para buscar empleados, carpinteros, amantes, amigos. Si, quiza Yiannis tuviera razon, quiza se habia visto metida en esta pesadilla por culpa de una maldita y ciega maquina. Siempre habia una cuota de banalidad en toda tragedia.

– Es una buena hipotesis. ?Ves? Lo haces muy bien. ?Nos vamos al bar de Oli a celebrarlo?

Al levantarse, Bruna advirtio que habia algo en el suelo, junto al banco. Lo movio con la punta del pie: se trataba de un letrero tridimensional sucio y desgarrado. «?Arrepientete!-3 de febrero-Fin del Mundo», parpadeaban las letras, casi sin energia. Era una pancarta de los apocalipticos.

– Hoy es 3, ?no?

– Si.

Bruna miro alrededor. La esplendida manana, el jardin tranquilo.

– Pues parece que tampoco hoy se acaba el mundo -dijo la rep.

– Se diria que no.

– Bueno. Es un alivio.

UNA PEQUENA NOTA

Como sin duda mas de un lector ya habra adivinado, la preciosa cita del comienzo de este libro, «Lo que hago es lo que me ensena lo que estoy buscando», no pertenece a Sulagnes, artista plastico del planeta Gnio, sino al pintor abstracto frances Pierre Soulages, autor, entre otras cosas, de una fascinante serie de cuadros enormes y

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