– Eso es asunto suyo.

Susan se quito la medalla que llevaba colgada al cuello y se la mostro a Lisa.

– Es un regalo para ti.

Lisa contemplo la medalla y cerro delicadamente la mano de su madre.

– Desde siempre es a ti a quien esta medalla protege. Yo tengo una familia que ya se encarga de cuidarme.

– De todas maneras, me gustaria que te la quedaras.

En un impulso de amor infinito, Susan se inclino hacia Lisa y la tomo en sus brazos. En un abrazo delicioso, le murmuro al oido: «?Estoy tan orgullosa de ti!». El rostro de Lisa se ilumino con una sonrisa fragil.

– Tengo un amigo. Quizas el ano que viene nos instalemos en Manhattan, cerca de la universidad.

– Lisa, sea cual sea tu eleccion, siempre te querre. A mi manera, aunque no sea la de una madre.

Lisa coloco su mano sobre la de Susan y, con una sonrisa de una ternura incontrolable, acabo por decirle:

– ?Sabes cual es mi paradoja? Quiza yo no he sido tu hija, pero tu siempre seras mi madre.

Se prometieron que al menos intentarian escribirse de vez en cuando. Incluso tal vez llegaria el dia en que Lisa la iria a visitar. Luego la joven se levanto, rodeo la mesa, abrazo a su madre y coloco la cabeza sobre su hombro, aspirando el perfume de un jabon que despertaba muchos recuerdos en ella.

– Ahora tengo que marcharme. Me voy a Canada -dijo Lisa-. ?Quieres bajar conmigo?

– No. El no ha querido subir y creo que es mejor asi.

– ?Quieres que le diga algo?

– No -respondio Susan.

Lisa se levanto y se dirigio hacia la salida. Cuando estaba cerca de la puerta Susan la llamo:

– ?Te has dejado la medalla sobre la mesa!

Lisa se dio la vuelta y le sonrio:

– No, mama. Te lo aseguro. No me he dejado nada.

La puerta con el gran ojo de buey se cerro a sus espaldas.

El tiempo pasaba y Philip perdia la calma. Un sentimiento de panico vino a sustituir su paciencia. Subio por la escalera mecanica y se cruzo con su hija, que bajaba. Ella le sonrio.

– ?Me esperas abajo o te espero arriba? -pregunto Lisa en voz alta.

– Esperame, no te muevas. Bajo ahora mismo.

– ?No soy yo la que se mueve, sino tu!

– Esperame abajo, eso es todo. Enseguida estoy contigo.

El ritmo de su corazon se acelero. Empujo a varios pasajeros para abrirse camino en tanto el movimiento de la escalera mecanica los iba separando. En el punto donde los escalones desaparecen, levanto la vista y en el rellano vio a Susan.

– ?Te he hecho esperar? -pregunto ella con una sonrisa de emocion en los labios.

– No.

– ?Estas aqui desde hace rato?

– Ya no tengo la menor idea.

– Has envejecido, Philip.

– Muy simpatica, gracias.

– No, te encuentro muy guapo.

– Tu tambien.

– Lo se. Tambien yo he envejecido. Era inevitable.

– No. Lo que queria decir es que tu tambien estas muy guapa.

– Es sobre todo Lisa la que esta extraordinariamente guapa.

– Si, es verdad.

– Es extrano que nos encontremos aqui, Susan.

Philip lanzo una mirada inquieta en direccion a la cafeteria.

– Quieres que…

– No creo que sea una buena idea. Y, ademas, es posible que la mesa ya este ocupada -anadio ella al tiempo que esbozaba de nuevo una sonrisa.

– ?Como hemos llegado a esto, Susan?

– Lisa tal vez te lo explique. ?O tal vez no! Lo siento mucho, Philip.

– ?No, no lo sientes!

– Es verdad, es probable que tengas razon. Pero, sinceramente, ayer no queria que me vieses.

– ?Como el dia de mi boda?

– ?Supiste que estaba alli?

– En el mismo segundo en que entraste en la iglesia. Conte cada paso cuando te fuiste.

– Philip, jamas ha habido mentiras entre nosotros.

– Lo se, solo algunas excusas y algunos pretextos que se confundian entre si.

– La ultima vez que nos vimos aqui, aquella cosa tan importante de la que te habia hablado en mi carta -inspiro hondo-, lo que habia venido a decirte aquel dia es que estaba embarazada de Lisa y…

El altavoz que resono en el vestibulo ahogo el final de la frase.

– ?Y? -retomo el.

Una azafata anuncio la ultima llamada para embarcar en el vuelo a Miami.

– Es mi avion -dijo Susan-. Last Call… ?Te acuerdas?

Philip cerro los ojos. La mano de Susan rozo su mejilla.

– Has conservado la sonrisa de Charlie Brown. Baja deprisa. Ve junto a ella. Te mueres de ganas de hacerlo, y yo voy a perder mi avion si te quedas ahi plantado delante de mi.

Philip abrazo a Susan y le dio un beso en la mejilla.

– Cuidate mucho, Susan.

– No te preocupes, estoy acostumbrada. ?Vete ya!

Puso el pie en el primer escalon y ella lo llamo una ultima vez.

– ?Philip?

El se dio la vuelta.

– ?Susan?

– ?Gracias!

Sus rasgos se distendieron.

– No es a mi a quien tienes que dar las gracias, sino a Mary.

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