principio, antes de que las luces se encendieran y se oyeran las risas y palmadas, en aquel lugar en sombras, aquella remota, bellisima, perfecta profesora Robledo. Hubiese dado cualquier cosa por saberlo.

Lo que estaba a punto de ocurrirle a Elisa aquella manana en la clase, lo que iba a sucederle en apenas seis minutos en aquel recinto pacifico y clausurado, hubiese podido aportar mas pistas a la curiosidad de Victor Lopera, pero por desgracia este no se hallaba presente.

Elisa se esforzaba en poner ejemplos que resultaran atractivos para las insulsas mentes de los hijos de buenas familias que constituian su alumnado. Ninguno de ellos se especializaria en fisica teorica, y ella lo sabia. Lo que querian era pasar a toda prisa por encima de los conceptos abstractos para aprobar las asignaturas y salir pitando con un titulo bajo el brazo que les permitiese acceder a los privilegiados puestos de la industria y la tecnologia. Los porques y los comos, que habian constituido los enigmas basicos de la ciencia desde que el cerebro humano la inaugurara sobre la Tierra, les traian sin cuidado: querian resultados, efectos, dificultades a las que enfrentarse para obtener puntuacion. Elisa intentaba modificar todo eso ensenandoles a pensar en las causas, en las incognitas.

En aquel momento trataba de que sus alumnos visualizaran el extraordinario fenomeno de que la realidad posee mas de tres dimensiones, quiza muchas mas que el «largo-ancho-alto» observable a simple vista. La relatividad general de Einstein habia demostrado que el tiempo es una cuarta dimension, y la compleja «teoria de cuerdas», cuyas derivaciones constituian un reto para la fisica actual, afirmaba que existian al menos nueve dimensiones espaciales mas, algo inconcebible para la mente humana.

En ocasiones, Elisa se preguntaba si la gente tenia la mas ligera idea de todo lo que la fisica habia descubierto. En pleno siglo XXI, en la asi llamada «era de Acuario», al publico general seguia interesandole los sucesos «sobrenaturales» o «paranormales», como si lo «natural» y lo «normal» fueran procesos ya conocidos, poco o nada misteriosos. Pero no hacia falta ver platillos volantes o fantasmas para comprobar que vivimos en un mundo sumamente perturbador, inabarcable incluso para la imaginacion mas desbocada, opinaba Elisa. Se habia propuesto demostrarselo, al menos, a los quince alumnos de aquella modesta clase.

Comenzo con un ejemplo facil y divertido. Deposito sobre el proyector una transparencia en la que habia dibujado un esbozo de figura humana y un cuadrado.

– Este senor -explico, senalando con el indice la figura vive en un mundo de solo dos dimensiones, largo y ancho. Ha trabajado muy duro durante toda su vida y ha ganado una fortuna: un euro… -Oyo algunas risas y supo que habia logrado captar la atencion de varios de aquellos quince pares de ojos aburridos-. Para que nadie se lo robe, decide guardarlo en el banco mas seguro que existe en su mundo: un cuadrado. Este cuadrado tiene una sola abertura en un lado, por la cual nuestro amigo introduce el euro, pero nadie mas, salvo el, podra abrirla de nuevo.

Con un gesto rapido, Elisa saco del bolsillo de sus vaqueros la moneda de un euro, que ya tenia preparada, y la deposito sobre el cuadrado de la transparencia.

– Nuestro amigo se siente tranquilo con sus ahorros guardados en ese banco: nadie, absolutamente nadie, puede penetrar por ningun lado del cuadrado… Es decir, nadie de su mundo. Pero yo puedo robarlo con facilidad a traves de una tercera dimension, imperceptible para los habitantes de ese universo plano: la altura. -Mientras hablaba, Elisa quito la moneda y sustituyo la transparencia por otra que mostraba otro dibujo-. Os podeis imaginar lo que sucede con el pobre hombre cuando abre el cuadrado y comprueba que sus ahorros han desaparecido… ?Como han podido robarle, si el cuadrado estuvo cerrado todo el tiempo?

– Que mala leche -murmuro un joven desde la primera fila, de pelo cortado a cepillo y gafas de colores, provocando risas. A Elisa no le importaban aquellas risas ni la aparente falta de concentracion: sabia que se trataba de un ejemplo muy simple, irrisorio para estudiantes de alto nivel, pero deseaba precisamente eso. Queria abrir todo lo posible la puerta de entrada, porque sabia que luego solo unos pocos alcanzarian la salida. Extinguio las risas hablando en otro tono, mucho mas suave.

– Igual que este senor no puede siquiera imaginar como han robado su dinero, nosotros tampoco concebimos la existencia de mas de tres dimensiones a nuestro alrededor. Ahora bien -anadio, acentuando cada palabra-, este ejemplo muestra de que manera esas dimensiones pueden afectarnos, incluso provocar acontecimientos que no dudariamos en calificar de «sobrenaturales»… -Los comentarios ahogaron sus palabras. Elisa sabia que les ocurria. Creen que estoy adornando la clase con toques de ciencia-ficcion. Son alumnos de fisica, saben que les estoy hablando de la realidad, pero no pueden creerlo. Entre el bosque de brazos alzados escogio uno-. ?Si, Yolanda?

La que levantaba la mano era una de las pocas alumnas que tenia en una clase donde predominaba el genero masculino, una chica de largo pelo rubio y grandes ojos. A Elisa le agrado que fuese la primera en intervenir seriamente.

– Pero ese ejemplo tiene truco -dijo Yolanda-: la moneda es tridimensional, posee cierta altura, aunque muy pequena. Si hubiese estado dibujada en el papel, como deberia haber estado, no habrias podido robarla.

Se levanto una oleada de murmullos. Elisa, que ya tenia preparada una respuesta, fingio cierta sorpresa para no defraudar la indudable agudeza de la estudiante.

– Una buena observacion, Yolanda. Y totalmente cierta. La ciencia se hace con observaciones asi: aparentemente sencillas pero muy sutiles. No obstante, si la moneda hubiese estado dibujada en el papel, igual que el hombre y el cuadrado… yo habria podido borrarla. -Las risas le impidieron proseguir durante unos segundos: exactamente cinco.

Sin que ella lo supiera, ya solo quedaban doce segundos para que toda su vida saltara por los aires.

El gran reloj de la pared opuesta a la pizarra marcaba imparable aquel ultimo tiempo. Elisa lo contemplo indiferente, sin sospechar que la larga manecilla que barria el circulo horario habia iniciado la cuenta atras para destruir para siempre su presente y su futuro.

Para siempre. Irrevocablemente.

– Lo que quiero que entendais -continuo, moderando las risas con un gesto, ajena a nada que no fuera la sintonia que habia establecido con sus alumnos- es que las diferentes dimensiones pueden afectarse entre si, no importa como. Os pondre otro ejemplo.

Habia pensado en un principio, mientras preparaba la clase, que el siguiente simil lo dibujaria en la pizarra. Pero entonces vio el periodico plegado sobre la mesa de la tarima. Cuando tenia clase, compraba el periodico en el quiosco que habia a la entrada de la facultad y lo leia al terminar, en la cafeteria. Se le ocurrio que quiza los alumnos comprenderian mejor el nuevo ejemplo bastante mas dificil, si usaba un objeto.

Abrio el periodico por una pagina central al azar y lo aliso.

– Imaginaos que esta hoja es un plano en el espacio… Bajo la vista para separar la hoja de las restantes sin danar el diario.

Y lo vio.

El horror es muy rapido. Somos capaces de horrorizarnos incluso antes de tener conciencia de ello. No sabemos aun por que, y ya nuestras manos tiemblan, nuestro semblante palidece o nuestro estomago se encoge como un globo desinflado. La mirada de Elisa se habia posado en uno de los titulares del angulo superior derecho de la hoja y, antes incluso de entender del todo lo que significaba, una brutal descarga de adrenalina la paralizo.

Leyo lo mas basico de la noticia en cuestion de segundos. Pero fueron segundos eternos durante los cuales apenas si fue consciente de que sus alumnos habian enmudecido esperando a que continuara, y ya empezaban a percibir que algo extrano sucedia: habia codazos, carraspeos, cabezas que se volvian para interrogar a los companeros…

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