sorprendio cuando el hombre respondio a la segunda pregunta de Dwight con algo aun mas violento: vete a tomar por culo, o algo asi. Fue entonces cuando la adrenalina empezo a bombear por sus venas, dijo Sachs, e instintivamente alargo la mano para coger del suelo el bate de metal. Dwight, sin embargo, era demasiado buena persona para darse por enterado. Siguio andando hacia el hombre, ignorando el insulto como si no importara y repitiendo que lo unico que queria era ayudarle. El hombre retrocedio agitado y luego corrio a la parte delantera del coche, abrio la puerta del pasajero y se agacho para sacar algo de la guantera. Cuando se irguio y se volvio de nuevo hacia Dwight tenia una pistola en la mano. Disparo una vez. El muchachote aullo y se agarro el estomago, entonces el hombre disparo de nuevo. El muchacho aullo una segunda vez y empezo a andar tambaleandose, gimiendo y llorando de dolor. El hombre se volvio para seguirle con los ojos y Sachs salto de la camioneta, sosteniendo el bate en la mano derecha. Ni siquiera penso, me dijo. Corrio hacia el hombre, que estaba de espaldas, justo cuando se oyo el tercer disparo. Aferro bien el mango del bate y lo blandio con todas sus fuerzas. Apunto a la cabeza del hombre, esperando partirle el craneo en dos, esperando matarle, esperando que sus sesos se derramaran por el suelo. El bate golpeo con una fuerza horrible, machacando un punto justo detras de la oreja del hombre. Sachs oyo el ruido del impacto, el crujido del cartilago y el hueso, y luego el hombre se derrumbo. Cayo muerto en medio del camino, y todo quedo en silencio.

Sachs corrio hacia Dwight, pero cuando se agacho para examinar el cuerpo del muchacho, vio que el tercer disparo le habia matado. La bala habia penetrado en la parte de atras de su cabeza y tenia el craneo destrozado. Sachs habia perdido su oportunidad, era todo cuestion de tiempo y el habia sido demasiado lento. Si hubiese conseguido llegar al hombre una fraccion de segundo antes, ese ultimo disparo habria fallado, y en lugar de estar mirando un cadaver, estaria vendando las heridas de Dwight y haciendo todo lo posible por salvarle la vida. Un momento despues de pensar esto, Sachs noto que su cuerpo empezaba a temblar. Se sento en el suelo, puso la cabeza entre las rodillas y se esforzo por no vomitar. Paso el tiempo. Sintio que el aire se colaba por entre sus ropas; oyo a un gayo graznar en el bosque; cerro los ojos. Cuando volvio a abrirlos, cogio un punado de tierra del camino y lo aplasto contra su cara, se metio la tierra en la boca y la mastico, dejando que la arenilla aranara sus dientes, notando los guijarros contra la lengua. Mastico hasta que no pudo soportarlo mas, entonces se inclino y escupio aquella porqueria, grunendo como un animal enfermo y enloquecido.

Si Dwight hubiese vivido, dijo, toda la historia habria sido diferente. La idea de huir nunca se le habria ocurrido y, una vez eliminado ese primer paso, no habria sucedido ninguna de las cosas que se siguieron del mismo. Pero alli de pie, solo en el bosque, Sachs cayo presa de un panico profundo e incontrolado. Dos hombres habian muerto, y la idea de ir a la policia del estado le parecia inimaginable. Ya habia cumplido condena en prision. Habia sido convicto, y sin testigos que corroboraran su historia, nadie iba a creer una palabra de lo que dijera. Todo era demasiado absurdo, demasiado increible. No podia pensar con mucha claridad, por supuesto, pero todos sus pensamientos se centraban enteramente en el. No podia hacer nada por Dwight, pero por lo menos podia salvar su propio pellejo. Y en medio de su panico la unica solucion que se le ocurrio fue salir pitando de alli.

Sabia que la policia deduciria que habia un tercer hombre. Seria evidente que Dwight y el desconocido no se habian matado el uno al otro, ya que un hombre con tres balas en el cuerpo dificilmente tendria la fuerza necesaria para matar a un hombre de un porrazo, y aunque asi hubiese sido, no habria podido andar seis metros por el camino despues de haberlo hecho, y menos aun cuando una de esas balas estaba encajada en su craneo. Sachs sabia tambien que era inevitable que dejase algun rastro tras si. Por muy concienzudamente que limpiase sus huellas, un equipo forense competente no tendria dificultad en encontrar algo con lo que empezar a trabajar: una huella dactilar, un mechon de pelo, un fragmento microscopico. Pero nada de eso cambiaria las cosas. Siempre y cuando consiguiese quitar sus huellas dactilares del camion, siempre y cuando se llevase el bate consigo, no habria nada que le identificase como el hombre desaparecido. Esa era la cuestion crucial. Tenia que asegurarse de que el hombre desaparecido pudiese ser cualquiera. Una vez que hiciese eso estaria libre de irse a casa.

Paso varios minutos frotando la superficie de la camioneta: el salpicadero, el asiento, las ventanillas, los tiradores exteriores e interiores de las puertas, todo lo que se le ocurrio. No bien termino, lo hizo de nuevo, y luego una vez mas para mayor seguridad. Despues de recoger el bate del suelo, abrio la portezuela del coche del desconocido, vio que la llave estaba aun puesta y se metio detras del volante. El motor arranco al primer intento. Habria huellas de las ruedas, por supuesto, y esas huellas desvanecerian cualquier duda acerca de la presencia de un tercer hombre, pero Sachs estaba demasiado asustado para marcharse a pie. Eso es lo que habria sido mas sensato: alejarse andando, irse a casa, olvidarse de todo el horrible asunto. Pero su corazon latia demasiado deprisa para hacer eso, sus pensamientos galopaban desatados, y actos serenos de ese tipo ya no eran posibles. Ansiaba la velocidad, ansiaba la velocidad y el ruido del coche, y ahora que ya estaba preparado, lo unico que deseaba era irse, estar sentado en el coche y conducir lo mas rapido que pudiese. Solo eso podria equipararse al tumulto que habia en su interior, solo eso le permitiria silenciar el estruendo de terror en su cabeza.

Condujo hacia el norte por la autopista interestatal durante dos horas y media, siguiendo el rio Connecticut hasta llegar a la latitud de Barre. Alli fue donde el hambre le pudo finalmente. Temia que le costara trabajo retener el alimento, pero no habia comido nada en veinticuatro horas y sabia que tenia que intentarlo. Dejo la autopista en la salida siguiente, condujo por una autovia durante quince o veinte minutos y luego se detuvo a almorzar en un pueblo cuyo nombre no recordaba. Para no correr riesgos, ordeno dos huevos pasados por agua y una tostada. Despues de comer, entro en el servicio de caballeros y se aseo, sumergiendo la cabeza en un lavabo lleno de agua caliente y quitandose las ramitas y manchas de tierra de la ropa. Esto le hizo sentirse mucho mejor. Cuando pago la cuenta y salio del restaurante, comprendio que el paso siguiente era dar la vuelta e irse a Nueva York. No iba a ser posible callarse la historia. Eso estaba claro ya, y una vez que se dio cuenta de que tenia que hablar con alguien, supo que esa persona tenia que ser Fanny. A pesar de todo lo que habia sucedido durante el ultimo ano, de repente anhelo volver a verla.

Cuando se encamino al coche del muerto, Sachs se fijo en que tenia matricula de California. No sabia como interpretar este descubrimiento, pero de todas formas le sorprendio. ?Cuantos otros detalles se le habrian escapado? Antes de volver a la autopista y dirigirse al sur, se salio de la carretera y aparco al lado de lo que parecia ser una gran reserva forestal. Era un lugar aislado, sin rastro de nadie en kilometros a la redonda. Sachs abrio las cuatro puertas del coche, se puso a gatas y examino el interior exhaustivamente. Aunque lo hizo a conciencia, los resultados de esta busqueda fueron decepcionantes. Encontro algunas monedas encajadas en el asiento delantero, unas cuantas bolas de papel esparcidas por el suelo (envolturas de comidas rapidas, pedazos de billetes, paquetes de cigarrillos arrugados), pero nada que llevara un nombre, nada que le diera un solo dato acerca del hombre que habia matado. La guantera resulto igualmente poco reveladora, ya que solo contenia el manual del Toyota, una caja de balas del calibre 38 y un carton sin abrir de Camel con filtro. Solo quedaba el maletero, y cuando Sachs finalmente lo abrio, el maletero resulto ser otra historia.

Habia tres maletas dentro. La mas grande estaba llena de ropa, articulos de afeitar y mapas. En el fondo, metido en un sobre blanco, habia un pasaporte. Cuando miro la fotografia de la primera pagina, Sachs reconocio al hombre de la manana; era el mismo hombre pero sin barba. El nombre era Reed Dimaggio, la inicial intermedia era N. Fecha de nacimiento: 12 de noviembre de 1950. Lugar de nacimiento: Newark, New Jersey. El pasaporte habia sido expedido en San Francisco en julio de ese ano y las ultimas paginas estaban vacias, sin sellos de visados ni de aduanas. Sachs se pregunto si no seria falso. Dado lo que habia sucedido en el bosque aquella manana, parecia casi seguro que Dwight no era la primera persona a quien Dimaggio habia asesinado y, si era un maton profesional, era posible que viajase con documentacion falsa. Sin embargo, el nombre era demasiado singular, demasiado raro para no ser real. Debia de haber pertenecido a alguien, y por falta de otras pistas de la identidad del hombre, Sachs decidio aceptar que ese alguien era el hombre a quien habia matado. Reed Dimaggio. Hasta que encontrara algo mejor, ese era el nombre que le daria.

La siguiente era una maleta de acero, una de esas cajas plateadas y brillantes en las que los fotografos llevan a veces su equipo. La primera se habia abierto sin necesidad de llave, pero esta estaba cerrada y Sachs paso media hora luchando por forzar las bisagras. Las martilleo con el gato y la llave de aflojar las ruedas, y cada vez que la caja se movia, oia el entrechocar de objetos metalicos en su interior. Supuso que eran armas: cuchillos, pistolas y balas, las herramientas del oficio de Dimaggio. Cuando la caja cedio finalmente, sin embargo, revelo una desconcertante coleccion de objetos diversos, en absoluto lo que Sachs habia supuesto. Encontro carretes de alambre, despertadores, destornilladores, microchips, cordel, masilla y varios rollos de cinta adhesiva negra. Uno por uno, fue cogiendo cada objeto y estudiandolo, esforzandose por desentranar su finalidad, pero ni siquiera despues de haber revisado todo el contenido de la caja pudo adivinar que significaban aquellas cosas. Solo mas tarde cayo en la cuenta, mucho despues de volver a la carretera. Conduciendo hacia Nueva York esa noche, de

Вы читаете Leviatan
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату