La oscuridad le impedia ver su rostro, pero Harvey sabia que debia sonreir como una idiota.

Puso en marcha el furgon. Alice le habia dicho que se mantuviera alejado del valle y de la carretera principal. Tenian que dirigirse a la fortaleza por la polvorienta canada. Cambio de marcha y avanzo cautelosamente. La luz de los faros iluminaba el camino, bastante nivelado, pero la inclinacion hacia la izquierda era pronunciada, y Harvey sabia que se estaban hundiendo en la superficie de barro. Seria facil caer por el borde. Era terrible pensar que podrian morir despues de que hubiera terminado la batalla, pero no era mas que una mala carretera, y Harvey ya habia pasado por muchas iguales o peores.

Se sintio alegre. Tenia que refrenar los deseos de acelerar el motor. Nunca habia tenido con tal intensidad la sensacion de estar vivo. Rodearon la montana y cruzaron la colina que marcaba el inicio de las posesiones del senador. Entonces acelero y condujo a traves del barro a toda velocidad, por encima de los surcos y los baches, peligrosamente. El furgon brincaba como si compartiera su alegria.

Corrieron como si huyeran de algo. Harvey lo sabia, y sabia tambien que si pensaba en ello, en lo que habia visto, no sentiria alegria sino una tristeza infinita. Alla, en aquel valle donde se habia librado la batalla, habia centenares de personas de todas las edades, hombres, mujeres, muchachos, arrastrandose con los pulmones destrozados, dejando regueros de sangre que habian sido visibles a traves de los prismaticos hasta que las sombras piadosas de la noche cayeron sobre la tierra: los moribundos, los que habian sobrevivido al fin del mundo.

—Harvey, no puedes pensar en ellos como personas.

—?Tu tambien piensas en eso?

—Si, un poco. ?Pero estamos vivos! ?Hemos ganado!

El furgon dio un brinco en lo alto de un pequeno altozano, y las cuatro ruedas abandonaron brevemente el suelo, pero a Harvey no le importo.

—Hemos luchado nuestra ultima batalla —grito—. Se acabo la guerra. —Se sintio lleno de euforia. El mundo volvia a ser un lugar encantador. Que los muertos enterraran a los muertos. Harvey Randall estaba vivo, y el enemigo derrotado.— ?Salud a los heroes que regresan! Pero, diablos, tu has sido mas heroica que yo. Yo hubiera echado a correr si no hubieses estado ahi para impedirmelo. Pero no pude. El orgullo viril... Los hombres no pueden huir si les observan las mujeres. No se por que hablo tanto. ?Por que no dices nada?

—?Porque no me das ocasion de hacerlo! —grito Marie, risuena—. Ninguno de los dos huimos, y hubiera sido facil... —Rio nuevamente—. Y ahora, amigo, vamos a recoger el premio tradicional para los heroes. Maureen. Te la has ganado.

—Es curioso, pero pensaba en eso. Sin embargo, George volvera...

—Tu deja a George para mi —dijo Marie—. Despues de todo, tambien merezco mi premio.

—Creo que estoy celoso de el.

—Que lastima.

El buen humor les duraba cuando llegaron a la casa de piedra del senador y entraron en su interior. Habia mucha mas gente. Al Hardy, borracho, pero no de alcohol, sonreia como un bobo mientras los demas le daban palmaditas en la espalda. Dan Forrester parecia cansado, ensimismado e infeliz, y nadie hacia caso de aquel talante; le alababan, le daban las gracias y le dejaban con su humor: que gozara u odiara, que estuviera triste o alegre. Los magos pueden hacer lo que les venga en gana.

Faltaban muchos. Podrian contarse entre los muertos o tal vez haber huido, sin saber que ya nadie les amenazaba. Los vencedores estaban demasiado cansados para pensar en ellos. Harvey busco a Maureen y se acerco a ella. No sentian deseos lujuriosos, sino una infinita ternura, y se tocaron como ninos.

No se celebro ninguna fiesta. Pocos minutos despues finalizo la reunion. Algunos se dejaron caer en sillones y durmieron, otros regresaron a sus casas. Ahora Harvey no sentia nada, salvo la necesidad de descansar, dormir, olvidar todo lo que habia ocurrido aquel dia. No era la primera vez que veia aquella reaccion. Recordo los hombres que regresaban de una patrulla en Vietnam, pero el mismo no lo habia sentido: vacios de energia, de emocion, capaces de excitarse unos breves momentos para quedar luego mas agotados todavia.

Se desperto recordando que habian ganado. Los detalles habian desaparecido. Habia tenido suenos, vividos y mezclados con los recuerdos de los ultimos dias, y a medida que los suenos se desvanecian, asi lo hacian tambien los recuerdos, dejandole solo la palabra... ?Victoria!

Estaba tendido en el suelo de la sala de estar, sobre una alfombra y tapado con una manta. No tenia idea de como habia llegado alli. Tal vez habia hablado con Maureen y luego se habia derrumbado en el suelo. Todo era posible.

Habia ruidos en la casa, gente que se movia, olores de comida. Harvey saboreo los sonidos, los olores y las sensaciones de la vida. Las nubes grises que veia a traves de la ventana parecian infinitamente detalladas, vividas y brillantes como la luz del sol. Los trofeos de bronce de las paredes eran una maravilla que necesitaba investigacion. Consideraba un tesoro cada momento de la vida y lo que podia aportar.

Gradualmente desaparecio aquella sensacion, dejandole hambriento. Se levanto y vio que la misma alfombra de la sala de estar parecia un campo de batalla. Los hombres yacian alli donde la fatiga los habia hecho tenderse. Algunos habian aguantado lo suficiente para hacerse con una manta. Harvey extendio su propia manta sobre Steve Cox, acurrucado contra el frio, y salio, dejandose guiar por los olores del desayuno.

La luz del sol inundaba la estancia. Maureen Jellison contemplo incredula aquel brillo. Temia saltar de la cama. El sol brillante podria ser un sueno, y en ese caso queria saborearlo. Finalmente se convencio de que estaba despierta. No se trataba de una ilusion. El sol entraba por la ventana, calido, amarillo y brillante. Haria una hora que habia salido. Ella pudo notar el calor sobre sus brazos cuando descorrio las cortinas.

Fue despertando del todo. Penso en el terror, la sangre y la fatiga mortal. Los recuerdos del dia anterior corrian como una pelicula a camara rapida. El horror de la manana, cuando las fuerzas de la fortaleza tuvieron que actuar con rapidez, retirarse lentamente, dejando que los de la Hermandad entraran en el valle pero no llegaran jamas a las colinas. La retirada gradual que no podia parecer demasiado evidente, con soldados a los que no se habia podido explicar el plan de combate por temor a que pudieran capturarlos. Finalmente, el panico generalizado, cuando todos habian huido.

—Cuando corres, ellos se agrupan y te siguen —habia dicho Al Hardy—. Los informes de Randall lo dejan muy claro. El comandante se rige por el manual. Asi lo haremos nosotros tambien, hasta cierto punto.

El problema habia radicado en mantenerse en terreno alto, de manera que la Hermandad permaneciera en el valle; dejar paso libre por el valle hasta que un numero suficiente de miembros de la Hermandad hubieran cruzado el puente. ?Como podian lograr que los rancheros lucharan y no echaran a correr hasta que se les diera la senal? Hardy habia elegido la solucion mas simple al problema. «Si te quedas ahi resistiendo —le dijo—, algunos permaneceran contigo. Son hombres.»

A Maureen no le gusto aquella decision, pero no hubo tiempo de enmendarle la plana a Hardy. Y luego resulto que habia tenido razon. Maureen solo tenia que hacer gala de su propio valor. Para una persona que, como ella, no estaba segura de que quisiera vivir, aquello le habia parecido tarea sencilla. Pero cuando estuvo realmente bajo el fuego, empezo a tener sus dudas.

Recordo los horrores que habia visto. Algo desgarro el costado de Roy Miller. Este trato de taponar la herida con el brazo, el cual cabia en la brecha entre las costillas desgarradas. Maureen sintio ganas de vomitar... y en su ultimo momento Roy miro a su alrededor y vio la expresion de Maureen.

Un proyectil de mortero estallo detras de Deke Wilson y dos de sus hombres. Estos rodaron por el suelo y quedaron tendidos en posturas que hubieran sido muy incomodas si no hubiesen estado muertos. Pero Deke huyo, moviendo los brazos freneticamente, bajando por la colina, como un polluelo que aprendiera a volar, hacia la penumbra amarillenta del valle.

Joanna MacPherson se volvio para gritar a Maureen. Una bala silbo a traves de su cabello, por el espacio donde un instante antes habia estado su craneo, y el mensaje de Joanna resulto extranamente obsceno.

Un fragmento de metal procedente de la explosion de un mortero alcanzo la bomba de mostaza de Jack Turner cuando se disponia a lanzarla. Sus amigos y su cunada corrieron hacia el, pero Jack Turner perdio el equilibrio, cayo dentro de la nube amarillenta y se ahogo.

Pudgy Galadriel, del Shire, hizo girar su honda, dio un paso adelante y lanzo una botella de gas nervioso colina abajo. El movimiento complementario despues del lanzamiento fue demasiado largo, y Galadriel quedo de pie como la Victoria Alada, sin cabeza. Maureen vio manchas negras ante sus ojos. Se apoyo en una roca y logro mantenerse firme.

Una cosa era permanecer en lo alto de un risco y jugar a su placer con la idea de arrojarse al vacio (?Pero

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