?Dormir! Dormir acabaria con el fatalmente. Cada vez que respiraba era una lucha, un esfuerzo de voluntad. Si se relajaba un momento dejaria de respirar.

—?Que diablos hago ahora? —le pregunto Hooker—. Eres el unico hermano con el que puedo hablar.

Las palabras se formaron en los labios de Alim. Erika las tradujo.

—Pregunta cuantos hermanos quedan.

—Diez —dijo Hooker.

Diez negros. ?Serian los ultimos negros del mundo? Claro que no. Africa debia seguir existiendo, ?o no? Pero no habia visto ningun rostro negro entre sus enemigos. Tal vez no habia mas en California. Musito algo de nuevo.

—Dice que diez no son suficientes —dijo Erika.

—Si. —Hooker se inclino para hablarle a Alim al oido. Nadie mas pudo oirle—. Tengo que quedarme con este predicador —le dijo—. Dime, Alim, ?esta loco? ?Tiene razon? Ya no se que pensar.

Alim meneo la cabeza. No queria hablar de aquello. Armitage hablaba de nuevo, del paraiso que aguardaba a los caidos. Sus palabras se mezclaban con los pensamientos vagos y lentos que se arrastraban por la conciencia de Alim. El paraiso. Tal vez fuera cierto. Quizas aquel loco predicador tuviera razon. Era mejor creerlo asi.

—Conoce la verdad —musito Alim.

El calor del fuego era casi agradable. La oscuridad aumentaba en su cabeza, a pesar de los atisbos de sol matutino que habia creido ver antes. Las palabras del predicador atravesaron la oscuridad.

—?Atacad ahora, Angeles! ?Hoy mismo, en esta misma hora! ?Es la voluntad de Dios!

Lo ultimo que Alim oyo fue el grito del sargento Hooker.

—?Amen!

Cuando Maureen llego al hospital, Leonilla Malik la cogio del brazo y la condujo a una sala.

—He venido para ayudar —dijo Maureen—, pero queria hablar con los heridos. Uno de los muchachos Tallifsen estaba en mi grupo y...

—Ha muerto —dijo Leonilla, sin ninguna emocion en la voz—. Su ayuda me iria bien. ?Ha usado alguna vez un microscopio?

—No desde las clases de biologia en el instituto.

—No olvide como se hace —dijo Leonilla—. Primero necesito una muestra de sangre. Sientese aqui, por favor. —Saco una aguja hipodermica de una olla a presion—. Es mi autoclave —explico—. No es muy bonito, pero funciona.

Maureen se habia estado preguntando que habria ocurrido con las ollas a presion del rancho. Hizo una mueca cuando la aguja, que estaba embotada, le perforo la piel del brazo. Leonilla extrajo la sangre y cuidadosamente la vertio en un tubo de ensayo procedente de un juego infantil de quimica.

La rusa introdujo el tubo en un calcetin, que tenia cosido un trozo de cuerda de nylon, y Leonilla lo uso para hacer girar velozmente el tubo de ensayo por encima de su cabeza.

—Estoy centrifugando —le dijo—. Le muestro como hacer esto y asi usted podra realizar luego parte del trabajo. Necesitamos mas ayuda en el laboratorio. —Siguio haciendo girar el tubo—. Ya esta. Hemos separado las celulas del plasma. Ahora extraemos el plasma, asi, y metemos las celulas en una solucion salina. —Trabajaba rapidamente—. Aqui, en el estante, tenemos celulas y plasma de pacientes que necesitan sangre. Cotejare la suya con la de ellos.

—?No quiere saber su grupo sanguineo? —pregunto Maureen.

—Si, en seguida. Pero de todos modos he de hacer las pruebas. No conozco los grupos sanguineos de los pacientes y no tengo manera de arreglarlo, y este sistema es mas seguro, aunque resulta muy incomodo.

La habitacion habia sido un despacho. Hacia poco que pintaron las paredes y estaban muy limpias. La mesa de oficina sobre la que trabajaba Leonilla estaba inmaculada.

—Ahora —dijo Leonilla— coloco muestras de sus celulas en una muestra del suero del paciente, y las celulas del paciente en el suyo, y miramos por el microscopio.

El microscopio tambien era una pieza de un juego infantil. Alguien habia incendiado el instituto de la localidad antes de que Hardy hubiera pensado en enviar una expedicion para recoger material cientifico.

—Es muy dificil trabajar con esto —dijo Leonilla—, pero funcionara. Ha de tener mucho cuidado con el foco. —Aplico el ojo al microscopio—. Ah, celulas cilindricas. No puede ser donante de este paciente. Mire, asi lo sabra.

Maureen miro por el microscopio. Al principio no vio nada, pero manejo el foco y en seguida recordo como se hacia. Penso que Leonilla tenia razon. Esas cosas no se olvidan nunca una vez aprendidas. Recordo que no era necesario cerrar el otro ojo, pero lo hizo de todos modos. Cuando el instrumento estuvo bien enfocado vio las celulas sanguineas.

—?Se refiere a esas pequenas pilas, como fichas de poquer?

—?Fichas de poquer?

—Como platitos...

—Si, son formaciones cilindricas. Indican agrupamiento. Ahora digame cual es su grupo sanguineo.

—El A —dijo Maureen.

—Muy bien. Lo senalare. Tenemos que usar estas tarjetas de archivo, una para cada persona. Anoto en su tarjeta que su sangre hace que se amontonen las celulas de Jacob Vinge, y anoto lo mismo en la tarjeta de este. Ahora probamos con otros. —Repitio el procedimiento dos veces mas—. Bien, puede usted ser donante de Bill Darden. Lo anotare en sus tarjetas respectivas. Ahora ya conoce el procedimiento. Aqui estan las muestras, claramente etiquetadas. Cada una debe cotejarse con las otras, comprobando que donante corresponde a cada paciente. Luego podremos cotejar los donantes entre si, aunque esto no es tan perentorio. Tendremos asi los datos por si algun dia hemos de hacer una transfusion a alguno de ustedes...

—?No tiene que extraer sangre para Darden?

Maureen trato de recordarle. Se habia incorporado hacia poco a la fortaleza, y le dejaron pasar porque su madre vivia alli. Habia estado peleando en el grupo del jefe de policia Hartman.

—Ya le he hecho una transfusion —dijo Leonilla—. El donante fue Rick Delanty. No tenemos forma de almacenar la sangre completa. Cuando Darden necesite mas la avisare. Ahora he de volver a la sala general. Si quiere ayudar de veras, puede seguir haciendo esas pruebas.

Maureen estropeo la primera prueba, pero cuando procedio con mas cuidado descubrio que no era un trabajo dificil, sino aburrido. Los olores de las cercanas aguas fecales no contribuian precisamente a hacer la tarea mas agradable, pero no se podia hacer nada por evitarlo. Necesitaban el calor de las calderas de fermentacion. Al hacer pasar los gases por el ayuntamiento y el hospital, la calefaccion les salia gratis, pero a costa de los malos olores.

Una vez Leonilla entro y extrajo la muestra y la tarjeta de un paciente. No dio explicaciones. No era necesario. Maureen cogio la tarjeta y leyo el nombre. Era una de las ninas Aramson, de dieciseis anos, herida al arrojar una bomba de dinamita.

—Con penicilina hubiera podido salvarla —dijo Leonilla—. Pero no hay, y jamas la habra.

—?No podemos fabricarla? —pregunto Maureen.

—Sulfamidas, quiza, pero no los demas antibioticos. Eso requiere mas equipo del que podemos tener en muchos anos. Una regulacion precisa de la temperatura, centrifugado a altas velocidades. No, tenemos que aprender a vivir sin penicilina. —Hizo una mueca—. Eso significa que un simple corte descuidado puede ser una sentencia de muerte. Hay que hacer comprender eso a la gente. No podemos ignorar la higiene y los primeros auxilios. Lavar todos los cortes. Y pronto se nos acabara la vacuna contra el tetanos, aunque eso quiza podria hacerse. Quiza.

La ballesta era grande, y se tensaba con una ruedecilla. Harvey Randall la giro con esfuerzo y coloco un dardo largo y delgado en el arma. Miro a Brad Wagoner.

—Tengo la impresion de que deberia ponerme una mascara negra.

Wagoner se estremecio.

—Termina con eso —le dijo.

Harvey apunto con cuidado. La ballesta estaba colocada en un gran tripode, y tenia un buen punto de mira. Estaban en un cerro sobre el Valle de la Batalla. Penso que aquel nombre se mantendria. Apunto la ballesta a una figura inmovil, abajo. La figura se movio ligeramente. Harvey comprobo la posicion por el punto de mira y se hizo

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