alli, de que estaba bien.

—Oimos hablar del ataque a la central, pero los vencisteis. Ningun herido...

—Ese fue el primer ataque —dijo Tim—. Nos atacaron de nuevo. Esta tarde.

—?Esta tarde? —El indio parecia incredulo—. Pero iban huyendo. Los perseguimos.

—Pues dejaron de huir —dijo Tim.

Maureen le hablo al oido.

—Maureen querra saber que ha sido de Johnny Baker.

—Ha muerto.

Ella le miro, sorprendida.

Llegaron hombres con las camillas. Los heridos estaban en la caja de la camioneta, envueltos en mantas. Uno de ellos era Jack Ross. Los hombres que transportaban las camillas se detuvieron sorprendidos al ver a los otros. Ambos eran negros.

—Son policias del alcalde Allen —les dijo Tim.

Queria ayudar a transportarlos, pero ya le resultaba bastante dificil aguantarse de pie. Encontro el baston que le habian dado los pescadores de Horrie y lo utilizo para ayudarse mientras cojeaba hacia el hospital.

Leonilla Malik los condujo a una sala con calefaccion. Una gran mesa de oficina hacia las veces de mesa de operaciones. Dejaron las camillas en el suelo y la doctora efectuo un examen rapido y cuidadoso de los heridos. Primero examino a Jack Ross. Le ausculto, fruncio el ceno, cambio el estetoscopio de lugar, luego alzo una mano y presiono fuertemente la una del dedo pulgar. Se volvio blanca y no vario. En silencio, Leonilla le tapo la cabeza con la manta y paso al siguiente.

El policia estaba consciente.

—?Puede entenderme? —le pregunto Leonilla.

—Si. ?Es usted la astronauta rusa?

—Si. ?Cuantas veces le hirieron?

—Seis, con metralleta. Me arden las tripas.

Mientras la doctora buscaba el pulso al herido. Tim salio cojeando de la estancia. Eileen le siguio y le cogio del brazo.

—?Estas herido! Quedate aqui.

—No tengo hemorragia. Puedo volver luego. Alguien tiene que informar a George sobre su cunado. Y tengo que hacer otra cosa. Necesitamos refuerzos en seguida.

La expresion de Eileen fue elocuente. Alli nadie deseaba oir aquella clase de noticias. Habian luchado y ganado, y no querian oir hablar de mas lucha.

—No habia ningun medico en aquella central —dijo Tim—. Nadie quiso quitarme ese trozo de hierro.

—?Vuelve al hospital! —le ordeno Eileen.

—Ya lo hare, pero los policias estan peor que yo. La enfermera de la central echo sulfamida a la herida y la cubrio con gasa esteril. Estare bien por algun tiempo. Tengo que hablar con Hardy.

Le resultaba dificil mantener sus ideas en orden. Le ardia la herida de la cadera, y el dolor le confundia.

Dejo que Eileen le ayudara a recorrer la escasa distancia hasta el ayuntamiento. De nuevo se vieron rodeados de gente.

—?Que ha ocurrido, Hamner? —le pregunto Steve Cox, el capataz de Jellison.

—Dejale en paz —grito alguien—. Deja que nos lo diga a todos a la vez.

—Hamner —le llamo otro—: ?Vas a beber eso?

Tim descubrio la botella semivacia aun en su mano y la entrego al que le habia preguntado.

—?Eh! —grito Steve Cox—. Devuelvesela. Vamos, hombre, bebe con nosotros. ?Hemos ganado!

—No puedo. Tengo que hablar con el senador y con Hardy. Necesitamos ayuda. —Noto que Eileen se ponia rigida. Los otros le miraron como lo habia hecho ella. Le odiarian por darles malas noticias—. No podemos resistir otro ataque —dijo Tim—. Nos han hecho demasiado dano.

—No, tiene que haber terminado —susurro Eileen. Tim la oyo.

—Creias que todo habia terminado —le dijo Tim.

—Todo el mundo lo cree. —El rostro de Eileen mostro una inmensa desolacion, pero no conmovio a Tim Hamner—. Nadie quiere volver a luchar —concluyo ella.

—?No tendremos que hacerlo! —grito Joanna MacPherson con su voz aguda y clara—. ?Destrozamos a esos hijos de perra, Tim! —Se acerco a el y le paso el otro brazo alrededor de su hombro—. No quedan suficientes para luchar. Veras como cada uno ira por su lado y pretendera no haber oido hablar jamas de la Hermandad. Pero no les servira de nada, porque los conocemos. —Joanna habia probado el sabor de la sangre. De repente pregunto—: ?Esta bien Mark?

—Si, esta bien. —Tim empezaba a darse cuenta de la situacion. Convencerles seria una tarea inutil. Pero tenia que hacerlo, debian comprender—. Esta mas sano, alegre y limpio que tu —anadio—. En la central tienen duchas calientes y maquinas de lavar.

Aquello podria servir de ayuda.

En una habitacion cercana a la sala de reuniones del ayuntamiento, Rick Delanty discutia con Ginger Dow, que parecia decidida a llevarle a casa con ella. La situacion parecia divertir a Ginger de una manera indecente.

—Oye, no estas obligado a casarte conmigo.

Rick no respondio y ella se echo a reir. Era una mujer robusta, de unos treinta y cinco anos, que se habia cepillado sus largos cabellos castanos hasta sacarles brillos, tal vez por primera vez desde la caida del cometa.

—Si te gusta, puedes mudarte, y si no te vas por la manana. A nadie le importara. Esto no es Mississippi, ?sabes? Probablemente no hay mas mujeres negras que las canibales en muchos kilometros a la redonda.

—Bien —dijo Rick—, admito que toda esta situacion me pone nervioso. Pero no es solo eso. Estoy de luto.

Rick no hubiera estado tan nervioso si el y Ginger no trataran de alzar sus voces por encima del jolgorio en la sala vecina. Alguien cantaba.

Nunca se afeitaba las patillas de su duro pellejo; ?Golpeaba bien las cerdas y las mordia cuando estaban dentro!

La sonrisa de Ginger se apago un poco.

—Todos estamos de luto por alguien, Rick. No hemos de obsesionarnos por eso. La ultima vez que vi a Gil, mi marido, iba camino de Porterville para almorzar con su abogado. Y ?zas! Creo que la presa se los cargo a los dos.

Vi a mi amigo talador Abriendose paso por la nieve, Alegre en su regreso a casa, ?A diez bajo cero!

—No es el momento de estar de luto —le dijo ella—, sino de celebrar la victoria. —Hizo un mohin con la boca—. Hay muchos hombres, muchos mas que mujeres, y ninguno me dijo nunca que fuera fea.

—No eres fea —le dijo Rick. ?Queria la cabellera del astronauta para su coleccion o la del hombre negro? ?O acaso iba a la caza de marido? Rick se sintio halagado, pero los recuerdos de la casa de El Lago eran demasiado vividos. Abrio la puerta de la habitacion.

Вы читаете El martillo de Lucifer
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×