El viento trato de helarle, Hizo cuanto pudo. Pero a cuarenta bajo cero, El se desabrocho el chaleco.

El ayuntamiento era tambien la biblioteca de la ciudad, comisaria de policia y prision. La gran sala de juntas con las paredes forradas de libros habia sido adornada con pinturas y colgantes, que absorbian parte del ruido, pero la fiesta seguia siendo bastante ruidosa. Rick encontro a Brad Wagoner en un rincon. Wagoner miraba algo que estaba dentro de una vitrina.

—?De donde ha salido eso? —pregunto Rick—. ?Hay alguien aqui que coleccione cristal de Steuben?

Wagoner se encogio de hombros.

—No lo se. Bonita ballena, ?verdad?

Wagoner llevaba una gran venda alrededor de la frente. Era impresionante, como una escena de La roja insignia del valor. Sin embargo no contaba a la gente como se habia herido. Fue lanzando una granada de termita con la honda. Lo hizo con demasiado vigor, tropezo con una piedra y cayo rodando por la ladera hasta que le parecio que iba a envenenarse con el gas, pero no se intoxico. En cambio ahora estaba bastante intoxicado, de whisky con agua.

—Al menos no tendremos que repetir todo eso —le dijo a Rick.

La felicidad era contagiosa y Rick queria abandonarse a la alegria, pero no podia dejar de pensar en aquella condenada central nuclear y en Johnny, ni podia olvidar El Lago. Decidio ir al hospital y hacer algun trabajo decente. En el hospital no le aguaria la fiesta a nadie. Cuando se dirigia a la puerta, vio entrar a Hamner, apoyado en una muchacha a cada lado y seguido de una multitud. Todos querian hablar a la vez.

Rick se abrio paso hacia Hamner. El ruido se hizo mas intenso. Hamner andaba hacia el fondo de la sala, en direccion al despacho del alcalde, y Rick le siguio. Varios de los presentes pidieron silencio a gritos. Eileen Hamner vio a Rick, se deslizo por debajo del brazo de Tim y fue hacia el.

—Tengo que decirte algo.

Rick lo supo en seguida. Sintio escalofrios.

—?Como ocurrio? —le pregunto.

—Tim dice que se defendieron con unas y dientes. No se nada mas.

Rick noto que las rodillas le flaqueaban, pero se mantuvo erguido.

—Debi obligarle a que me dejara ir. ?Lo sabe Maureen?

—Todavia no. ?Donde esta?

—La ultima vez que la vi, en el despacho del alcalde, con su padre. Ire contigo.

Aparto a la gente, abriendo camino para los dos.

De modo que Johnny habia muerto. Ahora todos los seres a los que Rick queria estaban muertos. El Martillo se los habia llevado a todos. Sintio un salvaje impulso de reir. El record norteamericano seguia siendo perfecto. Todavia no habian perdido ningun astronauta en el espacio.

—?De que tuvieron que defenderse tanto? —pregunto, pero Eileen estaba demasiado lejos y habia demasiado ruido.

Alguien paso a Tim una botella. Era whisky. Esta vez bebio y se llevo la botella al despacho del alcalde. Alli estaban los jefes: el senador, sentado tras la mesa del alcalde; Al Hardy, junto a el, Maureen, el jefe de policia y el alcalde. Parecian felices, triunfantes. Tim se sintio un poco ofendido. Sabia que era irracional, que merecian aquella celebracion, pero su pesar era demasiado grande. Entro cojeando en el despacho, complacido al ver que las sonrisas se desvanecian a medida que veian su modo de andar, la expresion de su rostro. Eileen y Rick Delanty quedaron tras el. Luego la puerta se cerro.

—?Os atacaron de nuevo?

—Si. —Tim miro a Maureen y ella comprendio. Lo supo por la expresion de su rostro. No valia la pena ir con circunloquios—. El general Baker ha muerto. Detuvimos su ataque, pero por los pelos. Y lo que sigue quiero que lo oiga todo el mundo.

No aparto la mirada del senador, porque no queria ver el rostro de Maureen.

Hardy se volvio al senador.

—Por mi no hay inconveniente —dijo. Jellison asintio y Hardy se dirigio a la puerta.

—Callaos y escuchad —pidio.

Steve Cox se acerco al podio y solicito atencion, mientras Hardy condujo a Tim y una docena de manos le ayudaron a subir a la plataforma. Alguien movio la silla del senador hacia la puerta, para que pudiera oir. El alcalde y el jefe de policia estaban detras de el, inclinados hacia adelante. Tim no podia ver a Maureen.

Tim se apoyo en el atril, ante centenares de ojos y tomo mas whisky. Se sintio reconfortado. La sala casi habia quedado en silencio. Nadie hablaba, excepto los recien llegados que se amontonaban en la puerta, y se oian los siseos de los que ya estaban dentro. Nunca habia hablado ante un auditorio presente... antes de que cayera el cometa. Estaban demasiado cerca, eran demasiado reales, podia olerlos. Vio que George Christopher se abria paso entre la muchedumbre, como un rompehielos, avanzando triunfante, como Beowulf mostrando el brazo del monstruo Grendel, y observo que todos ellos tenian aquel aspecto de triunfo. Y aguardaban expectantes.

—Primero las buenas noticias —dijo Tim—. La central electrica todavia funciona. Esta tarde fuimos atacados. Los derrotamos, pero a duras penas. Algunos murieron, otros estan heridos y mas moriran a causa de las heridas. Ya sabeis que la mayor parte de la Nueva Hermandad no estaba alli...

Se oyeron aplausos y risas triunfantes. Tim debio haberlo esperado de los guerreros que diezmaron al grueso de la Nueva Hermandad, pero no lo habia hecho. Se sintio conmocionado. ?A que venian aquellos gritos, la bebida, el baile y las bravatas mientras los hombres y mujeres que Tim Hamner habia dejado atras aguardaban la muerte? Cuando las voces se acallaron, hablo en tono airado.

—El general Baker ha muerto. La Nueva Hermandad, no.

Observo las reacciones de colera e incredulidad.

—No volveran aqui —grito alguien. Otras voces le corearon.

—Dejadle hablar —ordeno George Christopher—. ?Que sucedio?

La sala quedo en silencio de nuevo.

—La primera vez, los de la Hermandad se acercaron a nosotros con botes. No fue dificil alejarlos. Luego oimos por la radio que estabais luchando con ellos e imaginamos que aquello seria el fin. Dijisteis que habiais ganado.

Se agarro al atril y recordo el jubilo que habian sentido en la central de San Joaquin cuando recibieron la noticia de la victoria de la fortaleza.

—Pero hoy han vuelto. Tenian una gran balsa protegida con sacos de arena, y llevaban morteros. Permanecieron fuera del alcance de nuestras armas, y nos bombardearon. Uno de los proyectiles alcanzo una tuberia de vapor, y la gente de Price lo paso muy mal para repararla. Otro proyectil alcanzo a Jack Ross.

Tim observo que George Christopher perdia su sonrisa de triunfo.

—Jack estaba vivo cuando lo sacamos del bote y lo pusimos en la camioneta. Pero murio cuando llegamos aqui. Otro mortero estallo delante de mi. Cayo en los sacos de arena que habiamos colocado en lo alto de la torre de enfriamiento, donde teniamos la radio. Mato al chico que estaba a mi lado y destrozo la radio. Un trozo de metralla se me incrusto en el hueso de la cadera, y todavia sigue ahi.

»Siguieron con su tactica, permaneciendo fuera del alcance de nuestras armas. Los hombres de Price habian fabricado algunos canones. Estaban hechos con tuberias, se cargaban por la boca y funcionaban con aire comprimido, pero no eran bastante precisos. No pudimos alcanzar la gabarra. Y los malditos morteros seguian lloviendo sobre nosotros. Baker salio con algunos hombres en botes. Tampoco dio resultado. Los de la Hermandad tenian ametralladoras y los botes no podian acercarse lo suficiente... Ademas, el enemigo estaba protegido con los sacos de arena. Finalmente, Baker volvio con los botes e hizo bajar a todo el mundo.

Por el rabillo del ojo Tim vio a Maureen en el umbral del despacho del alcalde. Estaba detras de su padre, apoyando una mano en su hombro. Eileen estaba cerca de ella.

—Teniamos un bote de carreras que usabamos como remolcador, la Cindy Lu.

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