Harry Feinman estaba de pie en la parte de atras del bote, desenredando el sedal del huso de su carrete. Arthur dejo que el bote derivara en las tranquilas aguas. Echo el ancla a una docena de metros al sur del gran pino inclinado que senalaba el lugar de aguas profundas donde, se rumoreaba, muchos pescadores habian sacado varios peces grandes en los ultimos anos. Marty jugueteaba con los peces pequenos del cubo del cebo y abria las cajas de carton llenas de tierra y gusanos. El sol era un resplandor silueteado por delgadas nubes altas; el aire olia a rio, a fresco y pungente verdor, y a la frialdad de principios de otono. En las calmadas aguas remansadas de la parte mas profunda se habian ido acumulando las amarronadas hojas, formando una ondulante alfombra.

—?Tengo que ponerle el cebo a mi anzuelo? —pregunto Marty.

—Eso es parte del juego —dijo Harry. Harry Feinman era un hombre robusto y musculoso, quince centimetros mas bajo que Arthur, con canas prematuras en un pelo que retrocedia desde todos los frentes excepto en su nuca, donde se aventuraba en un rigido mechon por debajo del cuello de su chaqueta de piel negra. Su rostro era carnoso, amigable, con unos pequenos ojos penetrantes y unas intensas y oscuras cejas. Enrollo vigorosamente el suelto nilon y coloco la cana entre la lata del cebo y una caja de aparejos—. No te ganaras tu pesca si no lo haces tu todo.

Arthur parpadeo ante la dubitativa mirada del nino.

—Puedo hacerles dano a los gusanos —dijo Marty.

—Honestamente, no se si sienten dolor o no —dijo Harry—. Es probable. Pero asi es como son las cosas.

—?Asi es como son las cosas, papa? —pregunto Marty a Arthur.

—Supongo que si. —En todo el tiempo que habian pasado viviendo junto al rio, Arthur nunca habia llevado a Marty a pescar.

—Tu padre esta aqui para hacerte las cosas mas faciles, Marty. Yo no. Pescar es un asunto serio. Es un ritual.

Marty habia oido hablar de los rituales.

—Eso significa que se supone que debemos hacer algo de una cierta manera para asi no sentirnos culpables —dijo.

—Lo has acertado —felicito Harry.

Marty adopto una mirada vacia que significaba que estaba atrapando una idea.

—El hecho de que Peggy se case…, ?es eso un ritual, porque van a practicar el sexo? ?Y podrian sentirse culpables si no lo hicieran?

Por la manana, Francine y Martin irian en coche a Eugene para asistir a la boda de su sobrina. Arthur hubiera debido acompanarles, pero ahora habia asuntos mucho mas importantes.

Arthur alzo las cejas en direccion a Harry.

—Creo que has llevado esto demasiado lejos —dijo.

—Es tu hijo, colega.

—Casarse es una celebracion. Es un ritual, pero es alegre. No como ponerle un cebo a un anzuelo.

Harry sonrio.

—Y nadie se siente ya culpable por practicar el sexo.

Marty asintio, satisfecho, y tomo el anzuelo de una cana de Arthur. Arthur extrajo un gusano de la caja de carton y se lo tendio a su hijo.

—Retuercelo en torno al anzuelo y ensartalo varias veces.

—Eeeggg —dijo Martin, haciendo lo que le decia su padre—. La sangre del gusano es amarilla —anadio—. Y pegajosa.

Pescaron en la parte profunda del rio durante una hora, sin suerte. A las nueve y media, Martin estaba dispuesto a dejar la cana y tomar un bocadillo.

—De acuerdo —le dijo Arthur—. Lavate las manos en el rio. La sangre del gusano, recuerda.

—Eeeggg. —Marty se inclino sobre la borda para sumergir sus manos en el agua.

Harry se reclino hacia atras, dejando que sus rodillas sujetaran la cana, y entrelazo las manos tras la nuca, sonriendo ampliamente.

—Hacia anos que no nos dedicabamos a esto.

—No echo mucho en falta la pesca —dijo Arthur.

—Cobarde.

—Papa no es un cobarde —protesto Marty.

—Explicaselo —animo Arthur.

—Pescar es asqueroso —dijo Marty.

—De tal padre, tal hijo —se lamento Harry.

La blanda gorra de pescador de Harry arrojaba una sombra sobre sus ojos. Arthur recordo repentinamente el sueno, con la cabeza de Harry convertida en una luna llena, y se estremecio. El viento se alzo frio y humedo por entre las sombras de los arboles, con un hermoso suspirar que era casi una endecha.

Marty comio su bocadillo, sin darse cuenta de nada de aquello.

4 de octubre

Mas alla de las amplias puertas cristaleras y una cortina de altos pinos, el rio discurria tranquilo y verde en una amplia curva. Al oeste, una serie de blancas nubes rodaban tierra adentro, su parte inferior pesada y gris.

En la cocina, entre potes de cobre y sartenes colgadas, Arthur casco unos huevos en una sarten de hierro sobre el ancho fuego de gas.

—Nos conocemos desde hace treinta anos —dijo, llevando dos platos de huevos revueltos y salchichas y depositando uno sobre la recia mesa de roble frente a su amigo—. Sin embargo, no nos vemos lo bastante a menudo.

—Por eso hemos sido amigos durante tanto tiempo. —Harry golpeo ligeramente la mesa con el mango de su tenedor—. Este aire —dijo—. Me hace sentir treinta anos mas joven, cuando comi esto por ultima vez. Vaya refugio tienes aqui.

—Te estas dejando llevar por el sentimentalismo —dijo Arthur, volviendo a la cocina en busca de una jarra de zumo de naranja.

—?Las salchichas…?

—Hebrew National.

—Dios te bendiga. —Harry removio el blando monton amarillo en el redondo plato de gres. Arthur se sento frente a el.

—?Como consigues trabajar aqui? Yo prefiero celdas de cemento. Ayudan a la concentracion.

—Tu duermes bien.

—Ronco, Arthur, duerma bien o no.

Arthur sonrio.

—Y te llamas a ti mismo un hombre de puertas afuera, un pescador. —Corto la punta de una salchicha y la alzo a su boca—. Entre consultas e intentos de reeducarme a mi mismo, he intentado escribir un libro sobre la administracion Hampton. Ni siquiera he empezado en serio con el primer capitulo. No estoy seguro de como describir lo que ocurrio. Que maravillosa comedia tragica fue todo aquello.

—Hampton dio a la ciencia mas credibilidad que ningun otro presidente desde… Bien —dijo Harry—, desde hace mucho. —Alzo una mano y extendio los dedos.

—Espero que Crockerman…

—Vaya nombre para un presidente.

—Puede que no sea tan malo. Esa es parte de la razon de que te haya invitado aqui.

Harry alzo una poblada ceja. Los dos formaban un contraste tan acusado como cualquier pareja clasica de comedia: Arthur alto y ligeramente encorvado, su pelo castano rizado natural; Harry de mediana estatura y recio hasta el limite de ser casi grueso en su madurez, con una frente amplia y una expresion amistosa en sus grandes ojos que le hacian parecer mas viejo de lo que era.

—Le dije a Ithaca… —Ithaca, su encantadora y clasicamente proporcionada esposa, a la que Arthur no

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