sera pariente de la familia Andersson que vivia y murio en la casa en la que lo encontramos. Una de las claves de lo ocurrido se halla precisamente en los apellidos, en las familias. En este pueblo, todo el mundo parecia llamarse Andersson, Andren o Magnusson, mientras que Julia, que vive en esta casa, se llama Holmgren, segun los documentos de los servicios sociales. Julia Holmgren. Y ella esta viva. Ademas, tenemos a Tom y Ninni Hansson, que tambien estan vivos y tienen otro apellido. De todo lo cual podriamos extraer una conclusion.

– Que quien haya hecho esto, de algun modo y por alguna razon, iba en busca de gente que se llamaba igual - dedujo Hudden.

– ?Ve un paso mas alla! Este pueblo es muy pequeno. Y la movilidad ha sido minima. Entre estas familias han debido de casarse unos con otros. Y no quiero decir que se trate de consanguinidad, pero hay razones para creer que no son tres, sino dos familias o incluso solo una. Lo que nos llevaria a comprender por que Julia y los Hansson siguen vivos.

Vivi Sundberg guardo silencio, mientras esperaba la reaccion de Erik Hudden. Nunca lo habia tenido por un hombre particularmente inteligente, pero respetaba su capacidad para encontrar buenas soluciones a base de una buena dosis de intuicion.

– Si es asi, significaria que el autor del crimen conocia bastante bien a estas personas. ?Quien puede saber todo eso?

– ?Un pariente, tal vez? Aunque tambien un loco.

– ?Un pariente loco? ?Por que haria algo asi?

– Eso no lo sabemos. Ahora estamos intentando comprender por que no han muerto todos los habitantes del pueblo.

– ?Y como explicas la pierna cortada y destrozada a mordiscos?

– No puedo explicarlo, pero necesito una piedra sobre la que construir, por pequena que sea. Mi difusa idea y una cinta de seda roja es cuanto tenemos.

– Supongo que sabras que va a suceder.

– Que la prensa se nos echara encima.

Erik Hudden asintio.

– De eso tendra que hacerse cargo Tobias.

– Pues te pondra a ti de parapeto.

– Entonces, yo te pondre a ti.

– ?Ni se te ocurra!

Ambos se pusieron de pie.

– Quiero que vayas a la ciudad -le dijo Vivi-. Tobias iba a designar agentes para localizar a los familiares. Quiero que tu te encargues de que se haga de verdad. Y tambien que busques la conexion entre estas tres familias, pero, por el momento, que quede entre nosotros.

Erik Hudden se marcho y Vivi Sundberg se acerco al fregadero y se sirvio un vaso de agua. «Me pregunto si mi idea valdra para algo», se dijo. «Aunque, claro, tal y como esta la situacion, vale tanto como cualquier otra.»

Aquella misma tarde, poco antes de las seis, varios policias se reunieron en el despacho de Tobias Ludwig para decidir lo que dirian en la conferencia de prensa. No darian los nombres, pero si el numero de victimas, y admitirian que por el momento carecian de pistas. Y que las observaciones y aportaciones de la gente eran extremadamente valiosas y mas necesarias que nunca.

Tobias Ludwig se preparo para iniciar la conferencia y despues seria el turno de Vivi Sundberg.

Antes de entrar en la sala, que estaba llena de periodistas, Vivi se encerro un momento en los servicios. Observo su rostro en el espejo. «Quisiera despertarme y que todo esto dejase de existir», se dijo.

Despues salio, golpeo varias veces la pared del pasillo con el puno cerrado y entro en la sala, ya repleta de gente y demasiado caldeada. Subio a la tarima y se sento junto a Tobias Ludwig.

Su jefe la miro y ella asintio, dandole a entender que ya podian empezar.

La jueza

5

Una mariposa emergio de las tinieblas y aleteo nerviosa alrededor del flexo. Birgitta Roslin dejo el boligrafo y se acomodo en la silla mientras observaba los vanos intentos de la mariposa por atravesar la tulipa de porcelana. El sonido de las alas le recordo otro sonido, de su infancia, aunque no supo decir cual.

Su memoria solia estar mas receptiva cuando se sentia cansada, como en aquel momento. Del mismo modo en que durante el sueno un sinfin de recuerdos emergian a la superficie como venidos de ninguna parte.

Como la mariposa nocturna.

Cerro los ojos y se masajeo las sienes con la yema de los dedos. Pasaban unos minutos de la medianoche. En dos ocasiones habia oido el eco de los pasos de los vigilantes al hacer su ronda por los locales vacios de los juzgados. Se imagino que la sala de juicios era un gran escenario. Quedaban indicios en las paredes, voces susurrantes que subsistian despues de todo el drama que se habia desarrollado en sesiones pasadas. Alli habian condenado a asesinos, violadores, ladrones. Y a muchos hombres que habian jurado ser inocentes en interminables y tristes procesos de reconocimiento de paternidad. Otros fueron absueltos y recuperaron su dignidad, que se habia puesto en duda.

Cuando Birgitta Roslin solicito el puesto en el juzgado de primera instancia y le ofrecieron el de secretaria de juzgado en Varnamo, tenia la intencion de convertirse en fiscal. Sin embargo, mientras ejercia de secretaria empezo a decantarse por lo que finalmente seria su carrera. Aquel cambio dependio en gran medida del viejo juez Anker, que habia dejado en ella una huella indeleble. Aquel hombre escuchaba con la misma paciencia a un joven que, con evidentes mentiras, pretendia liberarse de la responsabilidad de su paternidad, como a violentos delincuentes que no lamentaban ninguno de sus terribles delitos. Con esa actitud, el viejo juez supo infundirle un respeto por la justicia que hasta entonces habia dado por supuesto. Sin embargo, con el lo habia vivido de cerca no solo en la teoria, sino tambien en la practica. La justicia era accion. Cuando dejo la ciudad, lo hizo con el firme proposito de dedicarse a la judicatura.

Se levanto de la silla y se acerco a la ventana. En la calle, un hombre orinaba en la fachada de una casa. Durante el dia habia estado nevando en Helsingborg y una fina capa de nieve en polvo se arremolinaba transportada por la brisa a lo largo de la calle. Mientras observaba al hombre distraida, su cerebro trabajaba sin cesar en el texto que estaba redactando. Se habia dado de plazo hasta el dia siguiente, pero para entonces tenia que estar listo.

El hombre de la calle desaparecio. Birgitta Roslin volvio a su escritorio y tomo el boligrafo. En repetidas ocasiones habia intentado redactar las sentencias en el ordenador, pero jamas lo consiguio. Era como si las teclas ahuyentasen sus ideas. Siempre volvia al boligrafo. Una vez redactada y corregida, la plasmaba en la pantalla, que, con un sordo zumbido, aguardaba surcada de peces de colores.

Se inclino sobre los folios llenos de tachones y anadidos. Era un caso sencillo, con pruebas irrefutables, y, pese a todo, la sentencia le habia supuesto un problema.

Queria dictar una sentencia que incluyese sancion, pero no podia.

Un hombre y una mujer se habian conocido en uno de los restaurantes de Helsingborg. La mujer era joven, poco mas de veinte anos, y habia bebido mucho. El hombre, que tenia unos cuarenta, le habia prometido llevarla a su apartamento, y, una vez alli, ella le permitio que entrara a tomarse un vaso de agua. La joven se quedo dormida en el sofa y, alli mismo, el hombre la violo sin que ella se despertase. Luego se marcho. Por la manana, la mujer recordaba solo vagamente lo sucedido en el sofa durante la noche. Se puso en contacto con el hospital, la examinaron y le confirmaron que habia sido violada. El hombre fue acusado tras una investigacion policial ni mas ni menos exhaustiva que tantas otras de casos similares. Un ano despues de la violacion se celebro el juicio. Birgitta Roslin observaba a la joven desde su sillon. En la documentacion de la investigacion del caso habia leido que la mujer se ganaba la vida como cajera suplente en diversos supermercados. Segun su juicio personal, era evidente

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