casa. Estaba limpia y ordenada y, en las paredes, habia fotografias del marido muerto y de los dos hijos que no se preocupaban de ella.

Por primera vez desde que llego a Hesjovallen, Vivi Sundberg saco un bloc de notas. Entretanto, Erik Hudden leia un documento oficial que habia sobre la mesa de la cocina.

– Julia Holmgren -leyo en voz alta-. Tiene ochenta y siete anos.

– Que alguien llame a los servicios sociales. No me importa el horario que le hayan asignado. Tienen que venir a atenderla ahora.

La anciana estaba sentada a la mesa de la cocina, mirando por la ventana. Una pesada y compacta capa de nubes se extendia sobre el paisaje.

– ?Quieres que intentemos preguntarle algo?

Vivi Sundberg nego con un gesto.

– No servira de nada. ?Que nos va a contar?

Dicho esto, le hizo una sena a Erik Hudden de que saliese y las dejase solas. Su colega salio al jardin. Vivi entro en la sala de estar, se coloco en el centro y cerro los ojos. No tardaria en verse obligada a enfrentarse cara a cara con todo el horror del suceso. Debia intentar hallar algun punto de partida.

Habia algo en la anciana que emitia una vaga senal de presagio cuyo destinatario era su conciencia, pero Vivi no conseguia concretar la idea en su mente. Permanecio inmovil, abrio los ojos y se esforzo por pensar con logica. ?Que habia sucedido alli aquella manana de enero? En un pueblo apartado y aislado habian muerto asesinadas varias personas. Como tambien un punado de animales domesticos. Todo indicaba que los asesinatos se habian ejecutado con una rabia llena de colera. ?Era realmente posible que un solo hombre hubiese llevado a cabo aquella matanza? ?Habrian sido varios los que, al amparo de la noche, se presentaron en el pueblo para desaparecer una vez ejecutada su brutal masacre? Aun era demasiado pronto; Vivi Sundberg carecia de respuestas, por el momento, tan solo contaba con una limitada serie de circunstancias concretas y, claro esta, con todos aquellos cadaveres. Un matrimonio que pasaba alli el invierno desde el dia en que huyeron de Estocolmo y una mujer senil que salia a la carretera en camison.

No obstante, se dijo, ahi se le ofrecia un punto de partida. No todos los habitantes del pueblo estaban muertos. Tres personas se habian librado. ?Por que? ?Se trataba de un hecho fortuito o tendria algun significado?

Vivi Sundberg aguardo asi, sin moverse, unos minutos mas. A traves de una ventana vio que los tecnicos criminalistas de Gavle ya habian llegado, acompanados por una mujer, que supuso seria la forense. Respiro hondo. Era ella la que tenia el mando y, por mas que aquel caso suscitaria un enorme interes no solo en el pais, sino fuera de sus fronteras, debia asumir su responsabilidad. Pese a todo, tenia decidido solicitar apoyo de Estocolmo aquel mismo dia. Hubo un tiempo, cuando era joven, en que sonaba con trabajar en el grupo de homicidios de la capital, que tenia fama de llevar a cabo brillantes investigaciones de asesinato perfectamente organizadas. Ahora, en cambio, deseaba mas bien que dicho grupo acudiese a relevarla.

Vivi Sundberg empezo por hacer una llamada desde su movil. Tardaron en responder.

– Sten Robertsson.

– Soy Vivi. ?Estas ocupado?

– Puesto que soy fiscal, siempre lo estoy. Dime, ?que quieres?

– Estoy en un pueblo llamado Hesjovallen. ?Sabes donde se encuentra? Junto a Sorforsa.

– A ver, tengo un mapa en la pared… ?Que ha pasado?

– Mira a ver si lo encuentras primero.

– Pues tendras que esperar -advirtio dejando el auricular sobre la mesa.

Vivi Sundberg se pregunto como reaccionaria. «Ninguno de nosotros ha vivido antes una situacion similar», se dijo. «Ni un solo policia de este pais y seguro que muy pocos de otros paises. Siempre pensamos que los casos a los que nos enfrentamos no pueden ser peores, pero los limites se desplazan dia tras dia. Hoy estamos aqui. ?Donde estaremos manana, o dentro de un ano?

Robertsson volvio al telefono.

– Bien, ya he localizado el lugar. ?No es un pueblo deshabitado?

– No exactamente, pero lo sera pronto, aunque no a causa del exodo.

– ?Que quieres decir?

Vivi Sundberg le conto, con tanto detalle como le fue posible, lo que habia acontecido. Robertsson la escucho sin interrumpirla. Vivi lo oia respirar.

– ?Y quieres que me lo crea? -pregunto Robertsson una vez que Vivi hubo terminado.

– Pues si.

– Parece incomprensible.

– Es incomprensible. Se trata de un caso de tales proporciones que tu, como fiscal, no solo tendras que tomar cartas en el asunto como jefe de la investigacion previa. Ademas, quiero que vengas, debes ver con tus propios ojos lo que tengo ante mi.

– Me pongo en marcha enseguida. Dime, ?hay algun sospechoso?

– Ninguno.

A Sten Robertsson le dio un ataque de tos. En una ocasion le habia confiado a Vivi Sundberg que padecia EPOC, enfermedad pulmonar obstructiva cronica, tras haber sido fumador habitual hasta que lo dejo el dia de su quincuagesimo cumpleanos. Robertsson y ella no solo tenian la misma edad, sino que ademas cumplian anos el mismo dia, el 12 de marzo.

Dieron por concluida la conversacion, pero Vivi Sundberg se quedo de pie, dudando, y no salio de la casa. Tenia que hacer otra llamada ahora, pues, de lo contrario, no sabia cuando se le presentaria otra ocasion.

Marco el numero.

– Peluqueria Elin, ?digame?

– Soy yo. ?Dispones de tiempo?

– No mucho, tengo a dos senoras en los secadores. ?Que pasa?

– Estoy en un pueblo a bastantes kilometros de la ciudad. Ha ocurrido algo horrible. Y sera un escandalo. No tendre mucho tiempo.

– ?Que ha pasado?

– Han matado a un monton de ancianos. Espero que haya sido obra de un loco.

– ?Por que?

– Porque seria del todo inexplicable que el responsable fuese una persona normal.

– ?No puedes decirme nada mas? ?Donde estas?

– Ahora no tengo tiempo. Queria pedirte un favor. Necesito que llames a la agencia de viajes. La semana pasada hice la reserva para la isla de Leros. Si la anulo ahora, no perdere dinero.

– Claro, lo hago hoy mismo. ?Corres tu algun peligro en el pueblo ese?

– Estoy rodeada de gente, no hay peligro. Tu ve y ocupate de las senoras que tienes en los secadores, antes de que se les chamusque el cerebro.

– ?Has olvidado que tenias cita conmigo manana?

– Anulalo tambien. Existe el riesgo inminente de que me salgan canas con este caso.

Se guardo el telefono en el bolsillo y salio de la casa. Ya no podia postergarlo mas. Los tecnicos criminalistas y la forense la aguardaban.

– No pienso contaros nada. Teneis que verlo con vuestros propios ojos. Empezaremos por el hombre que esta fuera, en la nieve. Despues revisaremos casa por casa. Ya me direis si necesitais mas colaboradores. El escenario del crimen es enorme. Probablemente, el mas grande de cuantos hayais presenciado o vayais a presenciar. Pese a que es tan atroz que apenas somos capaces de entender que tenemos delante, hemos de intentar contemplarlo como una investigacion de asesinato mas.

Todos tenian alguna pregunta que hacer, pero Vivi Sundberg se mantuvo firme. Lo mas importante era que lo viesen con sus propios ojos. Condujo a su sequito de casa en casa. Cuando llegaron a la tercera, Lonngren, que era el tecnico criminalista de mas edad, dijo que queria llamar enseguida para pedir refuerzos. En la cuarta casa, la forense anuncio que tambien ella tenia que pedir refuerzos. Mientras ambos hacian sus llamadas se detuvo la procesion. Continuaron despues, recorriendo el resto de las casas, y volvieron a reunirse en la carretera. Para entonces ya habia llegado el primer periodista. Vivi Sundberg le dijo a Ytterstrom que procurase que nadie hablara con el. Ya lo haria ella cuando tuviese tiempo.

Todos los que se encontraban con ella en la carretera llena de nieve estaban palidos y taciturnos. Ninguno era

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