Tenemos que repasar los nombres y buscar a los familiares. ?Que ha sido del conductor del camion?

– Tuvo que soplar, pero estaba sobrio. Hablaba tan mal el sueco que se lo llevaron a Hudiksvall en lugar de retenerlo para interrogarlo aqui. Pero el parecia no saber nada.

– Ya lo veremos. ?No ha sido en Bosnia donde se han hecho pedazos unos a otros no hace mucho?

Erik Hudden se marcho y Vivi estaba a punto de volver a entrar en la casa cuando vio a un policia que venia corriendo por la carretera, de modo que fue a su encuentro. Enseguida se dio cuenta de que su colega estaba asustado.

– Hemos encontrado la pierna -anuncio-. El perro la olfateo a unos cincuenta metros, entre los arboles -explico senalando el lindero del bosque.

Vivi Sundberg tuvo la sensacion de que el hombre queria decirle algo mas.

– ?Eso es todo?

– Pues…, creo que sera mejor que lo veas tu misma.

Dicho esto, el policia se volvio para vomitar. Vivi no se detuvo a ayudarle, sino que se apresuro en direccion al bosque. Resbalo y cayo dos veces.

Cuando llego al lugar en cuestion entendio perfectamente lo que habia puesto tan nervioso al policia. La pierna habia sido roida por ciertas zonas hasta quedar convertida en un hueso de esqueleto. El pie estaba completamente descarnado.

Miro a Ytterstrom y al policia del perro, que estaban junto al hallazgo.

– Un canibal -declaro Ytterstrom-. ?Es eso lo que estamos buscando? ?Habremos venido a molestarlo en mitad del almuerzo?

A Vivi Sundberg le cayo en la mano algo que la sobresalto, pero no era mas que un copo de nieve que no tardo en derretirse.

– Una tienda -dijo-. Han de montar otra tienda aqui. No quiero que se destruyan las huellas.

Cerro los ojos y penso en un mar azul y una casa blanca encaramada sobre la calida loma de una montana. Despues volvio a la casa de los accionistas y se sento en la cocina con la lista de nombres.

«En algun lugar debe de haber algo que aun no he descubierto», penso.

Muy despacio, empezo a buscar nombre a nombre. Se sentia como si estuviese avanzando por un campo de minas.

4

Vivi Sundberg se imagino que estaba contemplando el epitafio de los fallecidos en una gran catastrofe. Si se hubiese estrellado un avion o se hubiese hundido un barco, habrian descubierto una placa conmemorativa con los nombres de los fallecidos grabados encima. Sin embargo, ?quien iba a descubrir una placa en memoria de los asesinados en Hesjovallen una noche de enero de 2006?

Dejo el papel con la lista de nombres y se miro las manos. No conseguia que se quedasen quietas. Le temblaban sin parar. Si hubiese habido alguna persona a la que pasarle el caso, lo habria hecho sin dudar. Deseaba hacer un buen trabajo y quizas, incluso, que la felicitasen por ello, pero no aspiraba en modo alguno a que la ascendiesen a jefe de policia. Siempre se habia considerado una mujer ambiciosa, pero en absoluto hambrienta de poder. Como quiera que fuese, en aquellos momentos no habia ninguna otra persona que pudiese asumir la responsabilidad de la investigacion mejor que ella. Le resultaba facil trabajar con el fiscal Robertsson. Quien no podia asumir la responsabilidad de una investigacion de asesinato era Tobias Ludwig, que pronto se dejaria caer del cielo, probablemente de un helicoptero. Era un burocrata que contaba dinero, negaba horas extraordinarias a sus subordinados y los enviaba a seminarios absurdos sobre como podia uno evitar sentirse molesto cuando la gente se burlaba de ellos por la calle.

Se estremecio y volvio a la lista.

Erik August Andersson

Vendela Andersson

Hans-Evert Andersson

Elsa Andersson

Gertrud Andersson

Viktoria Andersson

Hans Andren

Lars Andren

Klara Andren

Sara Andren

Elna Andren

Brita Andren

August Andren

Herman Andren

Hilda Andren

Johannes Andren

Tora Magnusson

Regina Magnusson

Dieciocho nombres, tres familias. Se levanto y entro en la habitacion donde los Hansson aguardaban en el sofa hablando entre susurros. Al verla entrar, callaron enseguida.

– Dijisteis que no habia ninos en el pueblo. ?Es eso cierto?

Ambos asintieron.

– ?Y tampoco habeis visto a ningun nino por aqui estos dias?

– A veces, los hijos que vienen a visitar a sus padres traen a los nietos, pero no es frecuente.

Vivi Sundberg vacilo un instante antes de continuar.

– Por desgracia, hay un nino entre los asesinados -revelo por fin.

Senalo una de las casas del pueblo mientras la mujer la contemplaba con los ojos muy abiertos.

– ?Y tambien esta muerto?

– Si, esta muerto. Si no me equivoco, por la lista que me habeis dado, deduzco que estaba en la casa de Hans-Evert y Elsa Andersson. ?Estais seguros de que no sabeis quien es?

De nuevo se miraron atonitos, antes de negar con la cabeza. Vivi Sundberg se levanto y volvio a la cocina. La decima novena persona no tenia nombre. «El es distinto», se dijo. «El, las dos personas que viven en esta casa y Julia, la demente, que es la unica que se libra de enfrentarse a esta catastrofe. Las otras dieciocho personas que anoche se fueron a dormir estan ahora muertas. Y el nino tambien. Sin embargo, en cierto sentido, a el no le tocaba.»

Doblo el papel, se lo guardo en el bolsillo y salio. Escasos copos de nieve caian sobre la tierra. A su alrededor, todo era silencio. Tan solo una voz aqui o alla, una puerta que se cerraba, el resonar de una herramienta. Erik Hudden se le acerco, muy palido, como todos.

– ?Donde esta el medico? -le pregunto Vivi.

– Donde la pierna.

– ?Que tal lo lleva?

– Esta conmocionada. Primero echo a correr en busca de un bano y luego rompio a llorar. Pero ya hay mas medicos en camino. ?Que hacemos con los periodistas?

– Hablare con ellos.

Saco la lista del bolsillo.

– El nino no tiene nombre. Debemos averiguar quien es. Haz copias de la lista, pero no las distribuyas.

– Esto no hay quien lo entienda -se lamento Erik Hudden-. Dieciocho personas.

– Diecinueve. El nino no esta en la lista.

Saco un boligrafo del bolsillo y, al final de la relacion de victimas, anadio «nino desconocido».

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