Paige. La imagen de ella paso por su mente. Lujuriosa. Rubia. Veintidos anos. Loca por el. Ella lo habia arreglado todo, consiguiendo que el arma le llegara a la carcel.

Nunca lo abandonaria ni le volveria la espalda.

Jimmy esbozo una desagradable sonrisa. 'Nunca me ayudaste mientras me pudria en Riker's Island, hermanita. Pero ahora me ayudaras una vez mas, te guste o no.'

Aparco el coche a una manzana de la parte trasera del edificio de Cally y fingio revisar un neumatico mientras echaba un vistazo alrededor. Aunque tuvieran el domicilio de Cally bajo vigilancia, seguramente no sabian que se podia entrar por aquellas ruinas tapiadas. Mientras se ponia de pie, solto un taco. Maldita pegatina, llamaba demasiado la atencion. NOS ESTAMOS GASTANDO LA HERENCIA DE NUESTROS NIETOS. Se las arreglo para arrancarla casi por completo.

Quince minutos mas tarde, Jimmy habia abierto la fragil cerradura del apartamento de Cally y estaba dentro.

Habia un poco de humedad, penso mientras observaba las grietas del techo y el gastado linoleo del diminuto recibidor, pero todo estaba limpio. Cally siempre habia sido muy ordenada. Debajo del arbol de Navidad, en un rincon de lo que pretendia ser la salita, habia dos paquetes envueltos en papel brillante.

Jimmy se encogio de hombros y paso al dormitorio.

Alli revolvio en el armario hasta que encontro la ropa que sabia que estaria alli. Se cambio y registro todo el apartamento en busca de dinero, pero no lo encontro. Abrio violentamente las puertas que separaban la cocina, la nevera y el fregadero de la salita y busco sin exito una cerveza. Se conformo con una Pepsi y se hizo un bocadillo.

Segun sus informes, Cally estaba a punto de llegar del hospital. Sabia que de camino pasaba por casa de la canguro a recoger a Gigi. Se sento en el sofa, los ojos fijos en la puerta y los nervios a flor de piel.

Se habia gastado en comida los pocos dolares que habia encontrado en los bolsillos del guardian. Necesitaba dinero para el peaje de la Thruway y para llenar el deposito de gasolina.

'Venga, Cally-penso-. ?Donde diablos estas?'

A las seis y diez oyo la llave en la cerradura. Se levanto de un salto, en tres zancadas llego al recibidor y se apoyo contra la pared, a un lado de la puerta. Espero a que Cally entrara y cerrara detras de ella, para taparle la boca.

– ?No grites! -murmuro, mientras ahogaba el chillido de terror de su hermana-. ?Me has entendido?

Ella asintio con la cabeza. Tenia los ojos abiertos de par en par por el miedo.

– ?Donde esta Gigi? ?Por que no viene contigo?

La solto un instante para dejarla respirar y que le respondiera.

– Esta en casa de la ninera -dijo ella con una voz casi inaudible-. Hoy se queda un rato mas para que yo pueda ir de compras. Jimmy, ?que haces aqui?

– ?Cuanto dinero tienes?

– Toma, mi bolso.

Cally se lo tendio, rogando que no se le ocurriera registrarle los bolsillos del abrigo. 'Dios mio, por favor, que se largue.'

– Cally, voy a soltarte -le dijo en voz baja con tono amenazador mientras cogia el monedero-. No intentes nada, o Gigi se quedara sin una madre que la espere. ?Me comprendes?

– Si, si.

Cally espero a que la soltara del todo y luego, muy despacio, giro sobre sus talones hasta quedar frente a el. No veia a su hermano desde aquella noche terrible, hacia casi tres anos, en que, cuando regresaba a casa con Gigi en brazos, despues del trabajo y de recogerla en la guarderia, se lo encontro esperandola en su apartamento del West Village.

'Tiene mas o menos el mismo aspecto-penso-, a no ser por el cabello un poco mas corto y el rostro algo mas delgado.'

En sus ojos no quedaba el minimo rastro de amabilidad que en una epoca le habia hecho tener esperanzas de que algun dia se enmendase. Ya no. Nada quedaba de aquel asustado nino de seis anos que se habia agarrado a ella cuando la madre los dejo en casa de la abuela para desaparecer de sus vidas.

Jimmy abrio el bolso de Cally, rebusco dentro y saco el monedero, verde brillante.

– ?Dieciocho dolares? -pregunto enfadado tras contar rapidamente el dinero-. ?Es esto todo?

– Jimmy, me pagan pasado manana. Cogelos, por favor, y largate -suplico Cally-. Dejame tranquila, por favor.

'El coche tiene medio deposito de gasolina-penso Jimmy-. Aqui hay dinero para otro medio deposito y el peaje. Podre llegar a Canada.' Necesitaba mantener a Cally callada, y eso no le resultaria muy dificil. Solo debia advertirle que si ponia a la policia tras su pista y lo cogian, juraria que ella le habia facilitado la pistola con que habia disparado contra el guardian.

De pronto, un ruido fuera lo obligo a volverse con rapidez. Apoyo el ojo contra la mirilla de la puerta, pero no vio a nadie. Con un gesto amenazador indico a Cally que se mantuviera callada, giro en silencio el picaporte y abrio la puerta. Apenas una rendija, justo para ver un chiquillo que se levantaba, se volvia y se alejaba de puntillas hacia la escalera.

Con un rapido movimiento, Jimmy abrio de golpe y lo cogio de la cintura. Le tapo la boca con la otra mano, lo arrastro al interior del apartamento y lo dejo violentamente en el suelo.

– ?Has caido del cielo, chico? Cally, ?quien es?

– Jimmy, dejalo tranquilo. No se quien es. Jamas lo he visto-exclamo ella.

Brian estaba tan asustado que apenas podia hablar. Pero se dio cuenta de que aquellas dos personas estaban muy enfadadas entre si. Penso que quiza el hombre lo ayudaria a recuperar el monedero de su madre.

– Tiene el monedero de mi mama -dijo, senalando a Calli

Jimmy lo solto.

– Esta si que es una buena noticia -comento con una sonrisa mientras se volvia hacia su hermana-. ?No te parece?

Un policia de paisano en un coche sin distintivos condujo a Catherine al hospital.

– La esperare aqui, senora Dornan. Tengo la radio conectada. Asi pues, en cuanto encuentren a Brian nos enteraremos de inmediato -dijo.

Catherine asintio. 'Si lo encuentran', penso angustiada. Sintio que la garganta se le cerraba por el terror que semejante idea le producia.

El vestibulo del hospital tenia adornos navidenos: un arbol en el centro, ramas de muerdago en las paredes y plantas de hojas rojas al pie del mostrador de recepcion.

Le dieron un pase de visita y le dijeron que Tom estaba en la habitacion 530. Anduvo hacia los ascensores y entro en uno de ellos, casi lleno con personal del hospital medicos con bata blanca, una pluma y un bloc en el bolsillo del pecho; empleados de la limpieza y un par de enfermeras.

'Hace dos semanas -penso Catherine-, Tom hacia sus visitas en el St. Mary de Omaha, y yo las compras de Navidad. Esa noche llevamos a los ninos a una hamburgueseria. La vida era normal, alegre, y bromeamos sobre los problemas que Tom habia tenido el ano pasado para poner el arbol de Navidad artificial en su base. Yo le prometi que este ano compraria un arbol natural. Entonces pense otra vez que parecia muy cansado, pero nada hice al respecto. Tres dias despues se desmayo.'

– ?No ha apretado usted el boton de la quinta planta? -pregunto alguien.

Catherine parpadeo.

– Ah, si, gracias.

Salio del ascensor y se quedo inmovil por un instante, para orientarse. Al fin encontro lo que buscaba: una flecha en la pared indicaba las habitaciones 515 a 530.

Mientras se acercaba al control de enfermeras, vio a Spence Crowley. Catherine tenia la boca seca. Esa manana, inmediatamente despues de la operacion, el cirujano le habia asegurado que todo habia salido bien, y que su ayudante haria las visitas de la tarde. ?Por que estaba Spence alli? Se preocupo. ?Acaso algo iba mal?

El la vio y le sonrio. 'Dios mio, no me sonreiria de esa forma si Tom estuviera…' Fue otro pensamiento que no pudo terminar.

Crowley rodeo el escritorio rapidamente y salio a su encuentro.

– Catherine, ?si vieras tu expresion! Tom esta bien. Bastante atontado, por supuesto, pero sus signos vitales

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