– ?Como dices?

Win levanto una mano, con la palma hacia abajo, y la meneo a un lado y otro.

– Tu senora Wilder. Siendo generoso, le daria un siete.

– Vaya, no sabes cuanto me alegro. Viniendo de ti y todo eso.

Entraron en la casa y se sentaron en la sala. Win cruzo las piernas con su elegancia habitual. Su expresion se instalaba pertinazmente en la arrogancia. Parecia mimado, consentido y blando, al menos por su cara. Pero el cuerpo era otra historia. Era todo musculo, nudoso y denso, delgado pero fuerte como un alambre.

Win chasqueo los dedos. En el quedaba elegante.

– ?Puedo hacerte una pregunta?

– No.

– ?Por que estas con ella?

– Estas bromeando, espero.

– No. Quiero saber que es exactamente lo que ves en la senora Ali Wilder.

Myron meneo la cabeza.

– Sabia que no deberia haberte invitado.

– Ah, pero lo hiciste. Asi que dejame perorar.

– Por favor, no lo hagas.

– En nuestros anos de Duke, fue la preciosa Emily Dowing. Despues, tu alma gemela durante mas de diez anos, la exquisita Jessica Culver, un breve flirteo con Brenda Slaughter y ay las, mas recientemente, la pasion Terese Collins.

– ?Esto tiene algun objetivo?

– Lo tiene. -Win separo los dedos y los junto de nuevo-. ?Que tienen en comun todas esas mujeres, tus antiguos amores?

– Dimelo tu -dijo Myron.

– En una palabra: suculencia.

– ?Esa es tu definicion?

– Mujeres que echaban humo -siguio Win con su acento pedante-. Todas y cada una de ellas. En una escala del uno al diez, daria a Emily un nueve. Seria la puntuacion mas baja. Jessica seria un once, de las que te hacen perder el seso. Terese Collins y Brenda Slaughter eran ambas casi diez.

– Y en tu experta opinion…

– Un siete siendo generoso -termino Win por el.

Myron solo meneo la cabeza.

– Dime por favor -dijo Win-, ?donde radica la gran atraccion?

– ?Eres tu de verdad?

– Ya lo creo.

– Pues, te dare una noticia, Win. Primero, aunque no sea realmente importante, no estoy de acuerdo con tu puntuacion.

– ?Oh? ?Como puntuarias a la senora Wilder?

– No pienso hablar de eso contigo. Pero, para que lo sepas, Ali tiene esa clase de fisico que te va cautivando. Al principio crees que es atractiva, pero despues, cuando la conoces…

– Bah.

– ?Bah?

– Racionalizacion.

– Bueno, te dare otra noticia. El fisico no lo es todo.

– Bah.

– ?Otra vez con el bah?

Win volvio a unir los dedos.

– Hagamos un juego. Yo dire una palabra, y tu la primera cosa que te venga a la cabeza.

Myron cerro los ojos.

– No se por que hablo de asuntos del corazon contigo. Es como hablarle a un sordo de Mozart.

– Si, muy gracioso. Va la primera palabra. De hecho, son dos palabras. Tu dime lo primero que se te ocurra: Ali Wilder.

– Calor.

– Mentiroso.

– Vale, creo que ya hemos hablado bastante de esto.

– Myron…

– ?Que?

– ?Cuando fue la ultima vez que fuiste a salvar a alguien?

Las caras de siempre cruzaron como un rayo por la cabeza de Myron. Intento desecharlas.

– Myron…

– No empieces -dijo Myron suavemente-. He aprendido la leccion.

– ?De verdad?

Penso en Ali, en su maravillosa sonrisa y en la franqueza de su rostro. Penso en Aimee y Erin en su antiguo dormitorio del sotano, en la promesa que les habia forzado a hacer.

– Ali no necesita que la rescaten, Myron.

– ?Crees que se trata de eso?

– Cuando digo su nombre, ?que es lo primero que se te ocurre?

– Calor -repitio Myron.

Pero esta vez, incluso el supo que estaba mintiendo.

Seis anos.

Hacia seis anos desde la ultima vez que Myron habia jugado al superheroe. En seis anos no habia dado ni un punetazo. No habia empunado, y mucho menos disparado, una pistola. No habia amenazado ni le habian amenazado. No habia chuleado con las glandulas pituitarias rebosando esteroides. No habia llamado a Win, el hombre mas aterrador que conocia, a que le echara una mano o lo sacara de un lio. En los ultimos seis anos, ninguno de sus clientes habia sido asesinado, algo muy positivo en su ramo. Ninguno habia sido herido o arrestado; bien, excepto la queja por prostitucion en Las Vegas, pero Myron seguia sosteniendo que habia sido una trampa. Ninguno de sus clientes, amigos o seres queridos habia desaparecido.

Habia aprendido la leccion.

No metas la nariz en los asuntos de los demas. No eres Batman, y Win no es una version psicotica de Robin. Si, Myron habia salvado a algunos inocentes durante sus dias de casiheroicidad, incluida la vida de su hijo, Jeremy, que tenia diecinueve anos -casi no podia creerlo- y cumplia el servicio militar en algun lugar desconocido de Oriente Medio.

Pero Myron tambien habia hecho dano. Como en lo que les habia sucedido a Duane, a Christian, a Greg, a Linda y a Jack… Pero sobre todo, el no podia dejar de pensar en Brenda. Todavia visitaba su tumba muy a menudo. Tal vez habria muerto de todos modos, no lo sabia. Tal vez no era culpa suya.

Las victorias tienen tendencia a desvanecerse. La destruccion -los muertos- se quedan a tu lado, te tocan en el hombro, aminoran tu paso, te obsesionan de noche.

De cualquier modo, Myron habia enterrado su complejo de heroe. Los ultimos seis anos su vida habia sido tranquila, normal, como todas, casi aburrida.

Frego los platos. Vivia a medias en Livingston, Nueva Jersey, en la misma ciudad -no, en la misma casa- en la que habia crecido. Sus padres, los queridos Ellen y Alan Bolitar, habian vuelto a su tierra natal (el sur de Florida) hacia cinco anos. Myron habia comprado la casa tanto por inversion, una buena inversion, de hecho, como por que sus padres tuvieran un lugar donde volver durante los meses calidos. Myron pasaba una tercera parte de su tiempo en la casa de los suburbios y dos tercios con Win en el famoso edificio de apartamentos Dakota de Central Park West, en Nueva York.

Penso en la noche siguiente y su cita con Ali. Win era idiota, eso estaba claro, pero como siempre sus preguntas habian dado en el blanco, si no en toda la diana. No era lo del fisico. Eso era una estupidez. Y no tenia que ver tampoco con su complejo de heroe. No se trataba de eso. Pero algo le retenia y si, tenia que ver con la

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