– No tan cosita. Y tu tampoco has estado mal.

– Como dijo una vez Woody Allen, practico mucho cuando estoy solo.

Ella apoyo la cabeza en su pecho. El corazon acelerado de Myron empezo a calmarse. Miro al techo.

– Myron.

– Si.

– El nunca saldra de mi vida. Y tampoco dejara a Erin y a Jack.

– Lo se.

– La mayoria de hombres no podrian soportarlo.

– Yo tampoco se si podria.

Ella le miro y sonrio.

– ?Que?

– Eres sincero -dijo-. Me gusta.

– ?No mas morritos?

– Oh, eso lo he liquidado hace veinte minutos.

El apreto los labios, fruncio el ceno y pestaneo.

– Espera, creo que ha vuelto.

Ella volvio a apoyar la cabeza en su pecho.

– Myron…

– ?Si?

– Nunca saldra de mi vida -dijo ella-. Pero ahora no esta aqui. Ahora estamos solo tu y yo.

6

En el tercer piso del St. Barnabas Medical Center, condado de Essex, la investigadora Loren Muse llamo a la puerta donde decia dra. Edna skylar, genetista.

Una voz de mujer dijo:

– Adelante.

Loren giro la manilla y entro. Skylar se puso de pie. Era mas alta que Loren, como la mayoria de la gente. Skylar cruzo la habitacion con la mano extendida. Se estrecharon con firmeza y mirandose a los ojos. Edna Skylar le hizo un gesto de asentimiento con la cabeza al estilo hermandad. Loren lo habia experimentado antes. Las dos estaban en profesiones todavia dominadas por los hombres. Eso creaba un vinculo.

– Sientese, por favor.

Se sentaron las dos. La mesa de Edna Skylar estaba inmaculada. Habia carpetas, pero estaban apiladas y sin papeles que asomaran por los bordes. La consulta era de tamano normal y estaba presidida por una gran ventana que ofrecia una estupenda vista del aparcamiento.

La doctora Skylar miro con atencion a Loren Muse. A Loren no le gusto. Espero un momento y Skylar siguio mirandola.

– ?Algun problema? -pregunto Loren.

Edna Skylar sonrio.

– Perdone, es una mala costumbre.

– ?De que tipo?

– Me fijo en las caras.

– Ah.

– No es importante. O puede que si. Por ese motivo me encuentro en esta situacion.

Loren queria ir al grano.

– Le dijo a mi jefe que tenia informacion acerca de Katie Rochester.

– ?Como esta Ed?

– Esta bien.

Ella sonrio contenta.

– Es un buen hombre.

– Si -dijo Loren-, es genial.

– Hace tiempo que le conozco.

– Eso me dijo.

– Por eso llame a Ed. Hablamos un buen rato sobre el caso.

– Exacto -dijo Loren-. Y por eso me ha enviado.

Edna Skylar desvio la mirada hacia la ventana. Loren intento adivinar su edad. Sesenta y tantos probablemente, pero los llevaba bien. La doctora Skylar era una mujer guapa, con el pelo gris y corto, los pomulos altos, y sabia llevar con informalidad un traje beige sin parecer demasiado marimacho o descaradamente femenina.

– Doctora Skylar.

– ?Puede contarme algo sobre el caso?

– ?Disculpe?

– Katie Rochester. ?Esta oficialmente en la lista de personas desaparecidas?

– No entiendo por que ha de ser relevante.

Los ojos de Edna Skylar volvieron lentamente a posarse sobre Loren Muse.

– ?Cree usted que se vio metida en algun lio?

– No puedo hablar de eso con usted.

– ?O cree que huyo? Cuando hable con Ed, me dio a entender que habia huido de casa. Saco dinero de un cajero del centro, segun dijo. Su padre es un indeseable.

– ?El fiscal Steinberg le ha contado todo eso?

– Si.

– Entonces ?por que me pregunta?

– Conozco su version -dijo ella-. Quiero conocer la suya.

Loren estaba a punto de seguir protestando, pero Edna Skylar volvia a mirarla con demasiada intensidad. Busco fotos de familia en la mesa de Skylar. No habia ninguna. No supo que pensar y lo dejo correr. Skylar esperaba.

– Tiene dieciocho anos -dijo Loren, no demasiado segura.

– Eso ya lo se.

– Eso significa que es mayor de edad.

– Eso tambien lo se. ?Y el padre? ?Cree que abuso de ella?

Loren no supo que contestar a eso. La verdad era que no le caia bien el padre, desde el principio. La ley Anticorrupcion y Crimen Organizado decia que Dominick Rochester estaba liado con la mafia y tal vez eso era parte del problema. Pero tambien habia que saber interpretar la afliccion de una persona. Por otra parte, cada uno reacciona de forma diferente. Era bien cierto que no se podia decidir la culpabilidad basandose en la reaccion de alguien. Algunos asesinos soltaban lagrimones que habrian dejado chiquito a Pacino. Otros eran como robots. Con los inocentes pasaba lo mismo. La cosa era asi: estas con un grupo de personas, lanzan una granada en medio de una multitud, y nunca sabras quien se lanzara a buscarla y quien se lanzara a cubierto.

Dicho esto, el padre de Katie Rochester… tenia algo falso en su afliccion. Era demasiado fluida. Era como si intentara ser diferentes personas, probando cual resultaba mejor en publico. Y la madre. Parecia realmente destrozada, pero ?eso era producto de la afliccion o de la resignacion? Era dificil decirlo.

– No tenemos pruebas de eso -dijo Loren en el tono menos comprometedor que pudo.

Edna Skylar no reacciono.

– Estas preguntas… -siguio Loren-. Son un poco raras.

– Eso es porque todavia no estoy segura de lo que debo hacer.

– ?Sobre que?

– Si se ha cometido un delito, quiero ayudar. Pero…

– ?Pero?

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