y parecia decir que la casa era suya y que los seres humanos tenian suerte de que les permitiera quedarse en ella.

– Debe de haberla oido cuando ha incluido a los gatos entre sus debilidades…

– Se llama Sofia. Me temo que es algo timida y que…

Genevieve dejo de hablar cuando el felino, que se mantenia lejos de los extranos a no ser que le ofrecieran comida, corrio hacia el, le salto al regazo sin dudarlo un momento y se acomodo alli como si lo hubiera convertido en su colchon personal. Pero eso no fue todo; acto seguido, ronroneo con tanta fuerza que parecio que en la habitacion habia tres gatos.

El carraspeo y acaricio al animal.

– Si, ya veo que es extremadamente timida.

Genevieve contemplo la escena con asombro.

– Es la primera vez que se porta asi con un desconocido. Actua como si lo conociera…

El se encogio de hombros.

– Les gusto a los animales… Pero cuenteme algo mas sobre sus gustos.

Genevieve se obligo a apartar la mirada de sus fuertes manos. Encendian su imaginacion, y no estaba dispuesta a dejarse arrastrar.

– Ya he hablado de las mias. Ahora es su turno.

El alzo su taza de te sin dejar de mirarla a los ojos y ella sintio un estremecimiento que reconocio al instante. Lo deseaba.

Sin embargo, no se lo podia permitir. Seria mejor que buscara alguna excusa para quitarselo de encima. Y como no podia echarlo de inmediato sin que resultara sospechoso y el senor Cooper llegara a la conclusion de que le habia gustado, decidio que le concederia diez minutos mas. Solo diez minutos, lo suficiente para no parecer grosera ni despertar sospechas.

Ademas, estaba segura de que podria soportar su encanto durante unos pocos minutos.

– Compartimos la debilidad por los libros -dijo el.

– ?En serio? ?Le gusta leer?

– Si, cualquier cosa. Hace poco lei Frankenstein y lo encontre fascinante. Shakespeare y Chaucer son mis preferidos. Pero como no estoy acostumbrado a la tranquilidad del campo, me temo que me quedare sin lecturas antes de que concluya mi estancia en Little Longstone -respondio.

– Tengo una buena biblioteca. Puede echarle un vistazo antes de marcharse. Estare encantada de prestarle lo que desee.

Genevieve ni siquiera supo por que lo habia dicho. No se trataba unicamente de que aquello pudiera alargar su estancia en la casa, sino de que tendria que volver a ella para devolverle los libros que le prestara.

– Es una oferta muy generosa. Gracias. ?Que tipo de libros le gusta leer?

– Al igual que usted, leo de todo. Sir Walter Scott, la poesia de Blake, lord Byron y Wordsworth, las novelas de Radcliffe… Acabo de terminar la Historia de la decadencia y caida del imperio romano, de Gibbon.

El arqueo las cejas.

– Una lectura bien distinta a las novelas de Radcliffe…

– Desde luego. Me gusta la variedad.

– La variedad es la sal de la vida, lo que da sabor a las cosas -opino.

Genevieve sintio un pinchazo en el corazon. Su voz era tan ronca que se sentia como si estuvieran charlando de asuntos no precisamente literarios.

– Es una frase de William Cowper…-murmuro ella.

– Es uno de mis poetas preferidos.

– Tambien de los mios.

– Parece que tenemos mucho en comun, senora Ralston.

Ella hizo caso omiso del interes evidente de su invitado.

– Y ya he notado que le gustan los gatos…

– Me gustan todos los animales.

– ?Tiene alguna mascota?

– Actualmente no, pero las he tenido. Estoy considerando la posibilidad de buscarme un perro.

– Entonces, deberia asistir al festival de otono del pueblo, que empieza manana. Ademas de los puestos de comida y artesania, suele haber gente que vende cachorros.

– Una idea magnifica. Ire… si usted me acompana.

Genevieve se sobresalto y abrio la boca para rechazar el ofrecimiento, pero el siguio hablando.

– Elegir un perro es una decision dificil. Me vendria bien una segunda opinion… No querra que cometa una equivocacion y elija al perro inadecuado, ?verdad?

– Estoy segura de que alli habra quien pueda ayudarlo.

– Tal vez, pero preferia contar con su opinion.

– ?Por que?

Simon termino su te, dejo la taza en la mesa y se inclino hacia delante, poniendo una mano sobre el lomo de la gata para que siguiera sobre su regazo.

– Podria decir que se lo pido porque conoce el lugar y a sus habitantes, o porque se nota que usted es una mujer inteligente. Y no mentiria con ello. Pero si he de ser sincero, le confesare que tambien siento debilidad por las mujeres bellas que disfrutan de la lectura.

– Comprendo. ?Y cree que va a salirse con la suya a base de halagos?

El sonrio con malicia.

Ella tuvo que contenerse para no suspirar.

– Creo que disfrutariamos del paseo. O al menos, yo disfrutaria de su compania -contesto-. ?Vendra conmigo?

Genevieve sabia rechazar una invitacion y estaba convencida de que debia rechazarlo. Aceptar las galanterias de aquel hombre podia llevarla a una situacion como la que habia vivido con Richard, y ya sabia lo que pasaba al final.

Pero no tenia por que ser asi.

Por otra parte, se sentia muy atraida por el y le agradaba que la encontrara atractiva. Si trataba el asunto con el cuidado debido, podria disfrutar de sus atenciones sin correr el peligro de que; la arrastraran a ningun tipo de intimidad.

– Muy bien. Nos encontraremos en la plaza del pueblo al mediodia.

Ya habian transcurrido los diez minutos que iba a concederle, asi que se levanto y anadio:

– Antes de que se marche, permiteme que le ensene mi biblioteca.

– Se lo agradezco -dijo con una sonrisa-. Puede estar segura de que estare contando los segundos hasta el mediodia de manana.

Simon dejo a la gata en la alfombra y se puso en pie. Genevieve lo acompano a la biblioteca y se quedo en el umbral mientras el examinaba detenidamente su coleccion. Al cabo de unos minutos, regreso con tres libros en la mano.

– Gracias por el prestamo. Cuidare bien de ellos.

Ya en el vestibulo, Baxter lo miro con desconfianza y le dio su sombrero, ligeramente hundido. Simon dio las gracias al mayordomo, sonrio a su anfitriona y le dedico una reverencia antes de despedirse.

– Hasta manana, senora Ralston.

Genevieve lo miro mientras se alejaba por el camino de piedra y casi suspiro. Tenia tan buen aspecto cuando se marchaba como cuando llegaba.

– ?Hasta manana? -pregunto Baxter, frunciendo el ceno-. ?Es que pretende volver?

– Nos encontraremos en el pueblo, en el festival de otono. Va a comprarse un perro y me ha pedido que lo ayude en la eleccion.

– ?Te ha tomado por veterinaria?

Genevieve rio.

– No, solo por amante de los animales.

– Ese individuo busca algo mas que tu ayuda -murmuro-. Lo he notado en su forma de mirarte.

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