A Nathan la cabeza le daba vueltas. Maldicion, necesitaba tiempo, una distraccion. Sin embargo, si existia alguna esperanza de poder salvar a lord Wexhall, no podia andarse con evasivas durante mucho tiempo.

– Nos traicionaste hace tres anos -dijo Nathan con una mueca de desprecio-. ?Por que? ?Por que arriesgarte cuando ya lo tenias todo?

Un odio feroz ardio en los ojos de Gordon.

– ?Todo? No tenia nada. Mi padre habia dilapidado en las mesas de juego toda mi herencia, salvo las propiedades del legado. Me dejo media docena de casas que yo no podia mantener y que tampoco podia vender debido a las obligaciones implicitas en el legado. Necesitaba dinero, mucho dinero, y urgentemente.

– Mi hermano podria haber muerto por culpa de tu codicia.

Gordon hizo una mueca.

– Supuestamente, tu hermano deberia haber muerto. Y supuestamente yo solo tendria que haber recibido un mero rasguno.

Nathan comprendio entonces y entrecerro los ojos.

– Y supuestamente yo tendria que haber resultado ileso, haciendo caer sobre mi todo el peso de la culpa. ?Cuanto pagaste a Baylor para que traicionara la mision?

– Demasiado. Y el maldito bastardo lo echo todo a perder. Se largo con mi dinero y con las joyas. En cuanto me recupere de la herida de bala, le busque por todas partes. Y cuando ya habia perdido la esperanza de encontrarle, a el o a las joyas, apareciste tu. En cuanto me entere de que Wexhall enviaba a su hija a Cornwall, supe que algo estaba en marcha.

– Fuiste tu quien registro las pertenencias de lady Victoria.

– Si. Desgraciadamente, no encontre lo que buscaba.

– Y tu quien contrato a aquel rufian que nos robo en los bosques.

Gordon rio entre dientes.

– Que inteligente de tu parte llevar encima una nota falsa, Nathan. Inteligente, pero exageradamente molesto. Desperdicie toda una semana yendo tras las pistas falsas.

La mirada de Nathan se desvio brevemente hacia Victoria, quien le miraba con ojos solemnes.

– El bastardo al que contrataste a punto estuvo de matar a lady Victoria.

Desafortunadamente, Gordon no siguio la direccion de su mirada, tal y como Nathan habia esperado.

– Si eso te hace sentir mejor, debes saber que nunca volvera a hacer dano a nadie.

– Me quitas un tremendo peso de encima -murmuro Nathan-. No es posible que esperes salirte con la tuya.

– Al contrario. Estoy convencido de que asi sera. Nadie contradecira la palabra del baron de Alwyck.

– Yo lo hare.

Una desagradable sonrisa curvo los labios de Gordon.

– Los hombres muertos no pueden contar historias, Nathan. Ahora dame las joyas.

– Si vas a matarme de todos modos, ?por que deberia hacerlo?

– Porque si haces lo que te digo, dejare vivir a tu padre. Si no, me temo que le espera un tragico accidente. Ahora coge las joyas muy despacio y tiramelas. Despues, vuelve a ponerte las manos sobre la cabeza. Tendras una sola oportunidad de ejecutar un suave y certero lanzamiento que me llegue a las manos sin problemas. Si fracasas en el intento, lady Victoria habra espirado su ultimo aliento.

Nathan cogio del suelo la valija de cuero y se la lanzo agilmente a Gordon, quien la atrapo con la mano que tenia libre. Levanto la valija arriba y abajo varias veces, comprobando su peso, y una lenta sonrisa le curvo los labios.

– Por fin -dijo-. Y ahora…

– No habia necesidad de disparar a lord Wexhall -se apresuro a decir Nathan, agarrandose las manos sobre la cabeza.

Una mirada de absoluto fastidio asomo a los rasgos de Gordon.

– Tiene exactamente lo que se merece. Sabe Dios lo que estaria haciendo hoy aqui. Buscandote, sin duda. De los tres, tu siempre fuiste su favorito. Nunca comprendi por que. Nunca comprendi por que te dio a ti la oportunidad de recuperar las joyas.

Nathan se encogio de hombros.

– Porque creyo que yo necesitaba el dinero. De haber estado al corriente de tus dificultades economicas, estoy seguro de que te habria dado a ti esa oportunidad.

– Ahora ya no importa. Tengo las joyas.

Nathan bajo la mirada.

– Hum, si. Si, es cierto. -Dio una ligera patada a un lado con la punta de la bota.

Gordon bajo tambien la mirada y sus ojos quedaron prendidos en la sucia bolsa de terciopelo azul que Nathan tenia junto a la bota.

– ?Que es eso?

– Nada -respondio, apresurandose un poco demasiado en la respuesta.

Un jadeo escapo de labios de Victoria.

– No, Nathan -dijo en un siseo apenas audible-. Esas no.

Los ojos de Gordon se entrecerraron sobre Nathan.

– ?Asi que ocultandome algo, Nathan?

– No.

– ?Otra bolsa de gemas?

– Estas piedras son mias -dijo Victoria con voz temblorosa.

– Que codiciosa es usted, lady Victoria -dijo Gordon, chasqueando la lengua. Se coloco la valija de cuero bajo el brazo y senalo a la bolsa de terciopelo azul-. Tambien me llevo esas, Nathan. Despacio y con suavidad, como antes.

Nathan doblo lentamente las rodillas, estirando el brazo hacia el suelo sin apartar en ningun momento la mirada de Gordon. Cuando se levanto, un espeluznante alarido de angustia salio de labios de Victoria. Distraido durante una decima de segundo, la mirada de Gordon se desvio hacia ella. Eso fue todo lo que Nathan necesitaba. Con la velocidad del rayo, lanzo el bolso de terciopelo azul lleno de piedras contra Gordon. La pesada bolsa le acerto en la sien con un repugnante golpe sordo y Gordon se desplomo. Nathan echo a correr, arrancandose el panuelo del cuello.

– Manten la presion sobre la herida, Victoria. Ahora mismo voy.

Ato con fuerza las manos de Gordon a su espalda con el panuelo por si recuperaba la conciencia. Luego, despues de quitarle la pistola, se volvio hacia Victoria y su padre.

– ?Estas bien? -pregunto a Victoria, arrodillandose a su lado.

– Yo si. Pero papa…

– Dejame ver. -Nathan aparto con suavidad las manos con las que Victoria seguia presionando el hombro de su padre-. Necesito que me traigas mi cuchillo. Luego quiero que recojas las joyas y nuestras herramientas.

Victoria, aunque tambaleandose, se levanto rapidamente y segundos despues regreso con el cuchillo de Nathan, quien coloco a su padre boca arriba y le tomo el pulso. Fuerte y firme. Utilizo el cuchillo para desgarrar la chaqueta y la manga de la camisa ensangrentadas. Examino a continuacion la herida rezumante que tenia en el hombro y dejo escapar un suspiro de alivio.

– Es una herida superficial. -Miro el cardenal violaceo que lord Wexhall tenia en la frente-. Al parecer ha perdido el conocimiento al golpearse la cabeza contra el suelo.

– ?Se pondra bien? -pregunto Victoria, arrodillandose a su lado con los brazos llenos de las pertenencias de ambos.

– Si. La herida no es mas que un simple rasguno, y tiene la cabeza mas dura que conozco. Sospecho que va a tener una espantosa jaqueca durante las proximas veinticuatro o cuarenta y ocho horas.

Como dando fe a sus palabras, Wexhall solto un gemido. Victoria y Nathan bajaron la mirada.

– Ohhh, tengo un espantoso dolor de cabeza -murmuro lord Wexhall. -Parpadeo varias veces e intento despues esbozar una sonrisa a su hija-. Victoria -susurro.

– Estoy aqui, papa -dijo ella con voz contenida.

Nathan oyo entonces el sonido de cascos de caballos. Volvio a empunar el arma y se asomo a mirar por la esquina del muro semiderruido. Segundos mas tarde, Colin aparecio a lomos de su caballo, seguido por un

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