– Sutton estudio mi mapa -prosiguio su padre- y el de Nathan. Con el dibujo adecuado, no le llevo mucho tiempo adivinar que el bosquejo describia tres arroyos. Y que conocia ese lugar que todavia no habia sido marcado en el mapa cuadriculado. Comparamos ideas y teorias y nos dimos cuenta de que, puesto que ni el ni yo habiamos traicionado la mision y ninguno de los dos creiamos que Nathan lo hubiera hecho, solo quedaba una persona que pudiera haber sido capaz… Gordon.

– En cuanto nos dimos cuenta, pasamos a la accion -dijo lord Sutton-. Vinimos a caballo para decirles a Nathan y a lady Victoria lo que sabiamos, pero ya no estaban aqui. Comprendimos que debian de estar buscando las joyas y, dado que al parecer habian salido de la casa muy temprano, supusimos que probablemente habrian descubierto el lugar correcto donde buscar. Como no sabiamos donde estaba Gordon y teniamos que encontrar enseguida a lady Victoria y a Nathan para avisarles, lord Wexhall y yo nos separamos. Yo fui a Alwyck Manor para enfrentarme a Gordon y le indique a lord Wexhall como llegar a las ruinas situadas junto al arroyo. Al ver que Gordon no estaba en casa, fui de inmediato a buscar al magistrado y de alli a las ruinas. Cuando casi habiamos llegado a las ruinas, oimos un alarido espantoso y sobrecogedor. -Miro a Victoria y le guino el ojo-. Buen trabajo.

– Gracias. -Victoria se volvio a mirar a Nathan-. Y un diestro lanzamiento de mi bolso lleno de piedras.

Con una mirada avergonzada, Nathan inclino la cabeza en senal de agradecimiento.

– Me encargare personalmente de escribir un anadido al capitulo de «armas utiles» del Manual Oficial del Espia. Sin duda eres un genio. -Tosio modestamente-. Aunque debo reconocer que tengo una punteria «insobrepasablemente» excelente.

– Estoy de acuerdo. Y no se merecia menos. Ya le dije que esas piedras eran mias.

Nathan le sonrio.

– Cierto es. Y debo felicitarte por tu magnifica representacion. Entendiste mi ardid a la perfeccion.

– ?Donde esta ahora lord Alwyck? -pregunto tia Delia.

– El magistrado se lo llevo -dijo Nathan-. No volvera a ver la luz fuera de la celda de una carcel. -Miro al padre de Victoria-. Y ahora, puesto que ya lo sabe usted todo, y como medico, debo insistir en que descanse.

– Esta bien… -dijo el padre de Victoria a reganadientes-. Estoy de acuerdo en que necesito descansar, sobre todo si quiero marcharme manana.

Sus palabras parecieron aspirar todo el aire de la habitacion.

– ?Manana? -repitio debilmente Victoria.

– ?Manana? -dijeron al unisono tia Delia y lord Rutledge.

– Manana -repitio con firmeza lord Wexhall-. Mi medico me ha dado permiso para viajar.

La mirada de Victoria volo hacia Nathan, quien la miro con una expresion del todo indescifrable.

– ?Es eso cierto? -pregunto-. ?De verdad puede viajar en su estado? Estoy segura de que seria mejor que esperaramos un poco.

– Yo tambien opino que seria mejor -dijo Nathan-, pero sus heridas son tan superficiales que viajar no le supondra ningun peligro.

– Tengo que volver a Londres cuanto antes y entregar las joyas a Su Majestad -dijo lord Wexhall. Alterno su mirada entre Victoria y tia Delia-. Saldremos inmediatamente despues de desayunar, ?de acuerdo?

– De acuerdo -susurro tia Delia.

Incapaz de confiar en su propia voz, Victoria se limito a asentir.

– Bien, ahora que eso esta ya decidido -dijo Nathan- debo pedirles a todos que salgan para que mi paciente pueda descansar.

– Desearia hablar en privado con mi hija, Nathan.

Las miradas de Nathan y de Victoria se cruzaron y, una vez mas, ella fue incapaz de leerle el pensamiento.

– Por supuesto. -Nathan fue el ultimo en salir de la habitacion, y cerro despacio la puerta tras de si.

Lord Wexhall volvio la cabeza sobre la almohada y estudio la mirada de su hija.

– ?Has disfrutado de tu estancia aqui?

Al instante, el calor inundo las mejillas de Victoria.

– Si.

– A pesar de que no lo esperabas.

– Para serte sincera, no. Pero me he llevado una agradable sorpresa.

– Eso sospechaba. Siempre va bien cambiar de aires antes de tomar decisiones importantes.

– ?Decisiones importantes?

– Como por ejemplo, con quien casarte. Vi a Branripple y a Dravensby la noche antes de salir de Londres. Ambos me pidieron que te diera recuerdos.

Lord Branripple y lord Dravensby. Dios del cielo, hacia dias que no se acordaba de ellos.

– Pareces haber forjado una gran amistad con Nathan -dijo su padre.

Victoria lo observo con atencion, pero los ojos de lord Wexhall eran tan inocentes como su tono de voz.

– Si.

– Me alegro. Es uno de los mejores hombres que conozco. Y tambien uno de los mas valientes. De una gran brillantez a la hora de descifrar codigos. Me impresiono la primera vez que me fije en el.

«Se exactamente a lo que te refieres», penso Victoria.

– Ha sido muy amable conmigo -dijo en cambio, encogiendose por dentro ante palabras tan absolutamente insuficientes.

– ?Y que me dices de su hermano, lord Sutton? Otro gran hombre. Tiene la presencia de un caballero y las manos de un ladron. Excelente combinacion para un espia.

– Lord Sutton ha estado ausente durante gran parte de mi visita, pero he disfrutado de su compania mientras estaba aqui.

– Bien, me alegro. Se que no querias venir, querida, pero sabia que te haria bien. -Le dio unas palmaditas en la mano-. Un padre siempre sabe lo que es mejor en este orden de cosas.

Antes de que ella pudiera preguntar a que se referia lord Wexhall con «este orden de cosas», el anadio:

– Me alegro de que hayas disfrutado de tu visita, aunque imagino que estaras ansiosa por regresar a Londres. Volver a la temporada y concentrarte en considerar las ofertas de matrimonio.

– Yo… Si, naturalmente.

– Apuesto a que vere a mi hija casada antes de fin de mes.

A Victoria el estomago le dio un vuelco. Incapaz de dar voz a su acuerdo, se limito a asentir.

– Excelente. Bueno, que duermas bien, querida. Te vere durante el desayuno.

Sintiendose como aturdida, Victoria se inclino y beso la mejilla de su padre. Tras darle las buenas noches, salio de la habitacion.

Se dirigio apresuradamente a su dormitorio, acelerando el paso hasta que echo a correr por el pasillo. Despues de cerrar tras de si la puerta, apoyo la espalda contra el panel de roble. Con el pecho constrenido y respirando laboriosamente, cerro los ojos.

Se marchaba al dia siguiente. Para volver a su vida de Londres. A sus pretendientes. A sus veladas y a las tiendas. A elegir marido. Tendria que estar colmada de felicidad. De impaciencia. De alivio. En cambio, se sentia presa de una horrible sensacion de perdida. Un sentimiento de espanto enfermizo. Un dolor desesperado ante el que tuvo que llevarse la mano al punto repentinamente hueco donde solia morar su corazon.

Las confusas emociones que bullian a fuego lento bajo la superficie que habia ignorado despiadadamente y que habia apartado a un lado durante la ultima semana la oprimieron con una intensidad tan abrumadora que Victoria no pudo seguir ignorandolas. La sensacion de desolacion que la embargo nada tenia que ver con donde estaba, sino con la idea de marcharse. Y de dejar a Nathan.

La toma de conciencia de que no deseaba marcharse de ese lugar donde se habia negado a ir de forma tan vehemente la aturdio. E inmediatamente tropezo con la verdad que su corazon no podia seguir negando.

Se habia enamorado de Nathan.

Capitulo 22

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