responsabilidades, salvaria la hacienda que su padre habia llevado a la ruina. Conservaria el honor, el honor de la familia. Pero a cambio, perderia a Sarah, quien significaba para el mas que nada en el mundo.

Y si ahora le parecia horrible, sabia que al dia siguiente seria aun mas terrible.

La cena de esa noche acabo convirtiendose en una celebracion informal para conmemorar el final de la reunion campestre en Langston Manor. La comida y el vino fluyeron libremente, y Sarah intento con todas sus fuerzas ocultar su sufrimiento y compartir las festividades. Afortunadamente, todos los demas, con excepcion de Matthew -a quien preferia no mirar para no perder la compostura-, parecian estar de buen humor, asi que no fue necesario mas que inclinar la cabeza, sonreir y soltar algun comentario ocasional.

Como era su costumbre, se paso la cena observando a su alrededor. Lady Gatesbourne y lady Agatha estaban enfrascadas en una conversacion con lord Berwick; era obvio que ambas damas estaban midiendolo de arriba abajo como un posible marido potencial, igual que un director de pompas funebres mediria un ataud.

Emily y Julianne mantenian un vivo dialogo con lord Hartley, mientras Carolyn se reia de algo que Matthew habia dicho.

Lord Surbrooke y lord Thurston charlaban sobre caballos, una conversacion que parecia interesar tambien al senor Jennsen, que estaba sentado a su lado.

Se dio cuenta de su error cuando el senor Jennsen le dijo en un susurro:

– Le quedare sumamente agradecido si me rescata de esta conversacion tan aburrida sobre caballos.

Sarah no pudo evitar reirse entre dientes.

– Y pensar que creia que estaba fascinado.

– No. Solo intentaba mostrar lo mucho que han mejorado mis modales.

– ?Que les pasa a sus modales?

– ?No lo ha notado?

– ?Notar que?

El la miro directamente a los ojos con una expresion muy seria.

– Es bueno que este sentada porque lo que estoy a punto de decirle le causara un gran impacto. -Se acerco mas a ella-. Soy americano. De America.

Sarah fingio sorprenderse.

– Nunca lo hubiera supuesto. ?Usted? ?Es un colono advenedizo?

El se llevo la mano al corazon.

– Se lo juro. Lo que significa que tengo que mejorar mis modales, ya que aparentemente dejan mucho que desear. En especial, si espero tentar a cierta senorita para que venga a visitarme a mi casa de Londres.

Dada la manera en que la miraba, no habia lugar a malinterpretaciones, y un calido rubor inundo sus mejillas.

– No… no se cuando me sera posible.

– Cuando tenga tiempo libre -dijo el con ligereza-. Es una invitacion abierta, para las dos, para usted y su hermana, o con quien quiera viajar. -Su mirada busco la de ella-. Me gusta muchisimo su compania y me encantaria verla otra vez.

– Me… me siento muy halagada.

– No deberia. -Le dirigio una picara sonrisa-. Despues de todo, soy solo un americano grosero.

– Yo tambien he disfrutado de su compania -dijo ella. Y lo habia hecho. Pero no queria darle falsas esperanzas, y sabia que en cuanto llegara a casa, pasaria mucho tiempo antes de que su roto corazon pudiera amar de nuevo-. Pero…

– Nada de peros -dijo el con suavidad-. No hay necesidad de que se excuse ni de que me explique nada. Como usted, soy bastante observador. Solo deseo que usted sea feliz, y deberia ir a Londres, me encantaria mostrarle la ciudad. Solo tiene que decirme cuando.

El sonrojo de Sarah se hizo todavia mas evidente. No estaba segura de que era lo que habia observado, pero sospechaba que el se habia dado cuenta de que mostraba algo mas que un interes pasajero por Matthew.

– Gracias por su amistad.

– De nada.

El no anadio que le estaba ofreciendo algo mas que amistad, pero no lo necesitaba…, estaba en sus ojos para que ella lo viera. Sarah cogio la copa de vino y bebio un sorbo para ocultar su consternacion. Hasta que habia ido a Langston Manor ningun hombre la habia mirado dos veces. Ahora habia dos hombres que se mostraban interesados en ella.

Ojala su corazon hubiera elegido a Logan Jennsen en vez de a Matthew. Pero pensarlo era tan inutil como imaginar que habian encontrado el dinero.

Le quedaba una noche mas con Matthew; unas pocas horas robadas que deberian durarle toda una vida. Tenia intencion de atesorar cada momento.

Era casi medianoche cuando terminaron las partidas y todos se dirigieron a sus dormitorios. En cuanto entro en su habitacion, se quito rapidamente la ropa y se puso lo unico que queria llevar encima…, la camisa de Matthew que habia pedido prestada para Franklin, al que ya habian desmontado para devolver los articulos a sus duenos. Le devolveria la camisa a Matthew esa noche, mucho despues de que el se la quitara.

Minutos mas tarde oyo un suave golpe en la puerta. Con el corazon desbocado observo como se abria la puerta. Matthew entro con un pequeno ramillete de flores de lavanda. Despues de cerrar la puerta con llave, ella surgio de las sombras.

El se quedo paralizado cuando la vio, la recorrio con la vista de arriba abajo, con una mirada que mostraba una combinacion de ardor y ternura que lo dejo sin aliento. Sin apartar los ojos, camino hacia ella, titubeando, cuando se detuvo a menos de medio metro.

– Te has puesto mi camisa -dijo el.

Ella asintio con la cabeza.

– Recuerda que te dije que te la devolveria.

– Si. -El extendio la mano y toco la tela-. Pero creo que deberias quedartela. En mi es una prenda normal, pero en ti parece algo… magnifico. -Le tendio el ramillete-. Para ti.

Sarah tomo las flores y se las llevo a la nariz para aspirar la fresca fragancia.

– Gracias. Son mis favoritas.

– Lo se. Y ahora tambien son las mias.

Mirandole por encima de las flores color malva, le dijo:

– Los arreglos del comedor y el vestibulo eran magnificos.

– Queria que supieras que pensaba en ti.

Al volver a oler las flores, noto algo brillante entre ellas. Lo cogio y se quedo paralizada ante el objeto que saco.

Era un broche. Con la forma de un lirio, un lirio perfecto, una flor esmaltada en purpura con esmeraldas verdes en las hojas y ribeteado en oro.

– Es muy bonito -susurro ella, pasando los dedos por los vivos colores.

– Si. Era de mi madre -dijo Matthew suavemente-. Espero que lo uses. Y que al hacerlo me recuerdes con carino.

«?Con carino?» Por Dios, esa palabra no le hacia justicia a lo que sentia por el. Parpadeando para contener sus ardientes lagrimas, dijo:

– Gracias, Matthew. Lo guardare siempre como un tesoro. Yo tambien tengo un regalo para ti. -Se encamino al escritorio, dejo las flores y el broche sobre la superficie pulida y luego cogio unos pergaminos enrollados y atados con una cinta. Regreso a su lado para darselos.

En silencio, el quito la cinta y desenrollo lentamente los bocetos. Miro el primero; tenia dibujadas dos flores con largos tallos curvos. Matthew sonrio.

– Straff wort y tortlingers -dijo el, leyendo las palabras que ella habia escrito debajo de las plantas imaginarias-. No se como, pero sabia que serian exactamente asi.

Tomo el segundo boceto y lo miro durante largo rato; un musculo comenzo a palpitarle en la mandibula. Cuando finalmente levanto la vista, la emocion que reflejaban sus ojos hizo que el corazon de Sarah se saltara un latido.

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