Por supuesto, los emparedados tampoco existian. Simon se recordo que debia tomarselo en serio, cosa nada facil porque las dos actuaban como deficientes mentales. No podia recordar cuando habia sido la ultima vez que habia dejado de pensar en las tensiones y responsabilidades de su trabajo. La vida habia sido asi desde que cumplio los catorce anos. Sobrevivir era una guerra. No habia espacio para la estupidez, ni tiempo para bajar la guardia, sobre todo cuando habia otras personas que dependian de el.

Solo que noto que se le curvaban las comisuras de los labios cuando la duquesa, despues de haber tomado su tercera taza de te, le puso con expresion muy seria la mano en la rodilla.

– No puede irse todavia. Hemos preparado un pequeno entretenimiento musical para usted -murmuro.

Simon no habia visto nunca una mirada tan provocativa.

– A la reina le gustaria que escuchara una interpretacion que ha ensayado especialmente para usted.

– ?Un numero musical?

Simon estaba estupefacto. Jess ni siquiera era capaz de afinar en el «Cumpleanos feliz».

– Te va a encantar, papa.

Habia un viejo piano forte en un rincon del salon. Su hija se levanto y se echo la boa sobre el hombro con un floreo. Se sento al teclado y descargo sus deditos sobre las teclas amarillentas, mientras empezaba a cantar. Era ensordecedor. Si hubiera sido un perro habria aullado.

Al cabo de un rato, Jess se canso de interpretar su inolvidable requiem y levanto la mirada del teclado. La duquesa se puso en pie como por un muelle y aplaudio como una posesa.

– ?Bravo!?Bravo!

Simon tambien se levanto. Pero no debio hacerlo con la suficiente rapidez porque sintio el acicate de un codo en sus costillas.

– Arroja rosas -murmuro la duquesa casi sin mover los labios.

– ?Que le arroje que?

– Rosas.

Bree hacia gestos exagerados con los brazos. Simon no lograba comprenderlo, sin embargo, lo habia intentado. Se cubrio el rostro con la mano mientras se le escapaba la primera carcajada. Al momento, se reia con tanta fuerza que tuvo que apoyarse en algo. Y alli estaba Bree.

La risa de Simon habia sonado maravillosamente.

Bree no podia dejar de pensar en ello. Con los zapatos en la mano, subio despacio las escaleras hasta el tercer piso. Era media noche y la casa estaba a oscuras. Con el sigilo de una gata, cerro la puerta del atico antes de encender la luz.

Casi no podia creer la transformacion que se habia operado en el. Los hombros se habian relajado. Su rostro habia perdido la expresion de dura austeridad, el aspecto de rigido control que tanto la molestaba. Sus ojos habian vuelto a la vida con un chispazo peligrosamente sexy. Habia echado hacia atras la cabeza y, durante un segundo, le habia mirado a los labios.

Bree se quito la ropa. No importaba como le hubiera mirada a la boca. Lo importante era que se le podia mimar para sacarlo de su incesante trabajo y reconciliarlo con la vida. Se le podia convencer de expresar unos sentimientos naturales, hacia Jess al menos.

Hacia tres dias que habia descubierto el atico en la torre. De todas maneras, cada noche hacia la cama en el gabinete y salia cerrando la puerta. Era mejor dejar que el sonambulo pensara que seguia durmiendo abajo. Quiza porque funcionara el pequeno truco o porque la dieta equilibrada habia obrado milagros, hacia tres noches que no le molestaba su merodeador nocturno.

Bostezando, tiro del enorme cajon donde se encontraba la cama. Jessica era una caja de sorpresas. Tenia una imaginacion ilimitada, un caracter indomito y la testarudez de una muia. Le recordaba demasiado a la nina que ella habia sido. Tomo nota mental de enviarle a su madre una docena de rosas diariamente durante el resto de su vida y, ?rayos! Su padre… Por desgracia la unica manera que tenia de compensarle por haber sido una nina tan terrible era darle un nieto.

Apago la luz y se metio en la cama. Resultaba ironico que hubiera curado el problema de sonambulismo de Simon solo para desarrollar ella uno de insomnio. Una energia inquieta la invadia en el momento de apagar la luz. Los dias eran peores. Jess estaba dispuesta a todo lo que implicara actividad. Recorrian las colinas y jugaban mucho. Pero Bree tambien cocinaba y habia hecho de la limpieza de la casa una aventura. El hambre era algo terrible. Hasta ese momento no se habia dado cuenta de lo mucho que echaba de menos una casa. No un hotel ni una habitacion alquilada. Una casa donde los ninos hacian trastadas increibles, los olores de la cocina llenaban todo y los cristales de las ventanas brillaban porque los habias limpiado. Echaba de menos todo eso.

Le faltaba la seguridad, la familiaridad, el trabajo de casa y los ninos. Tenia docenas de sobrinos y de primos. Siempre habia querido tener un nino. Sus ojos se llenaron de lagrimas en la oscuridad. ?Esta bien! Siempre habia querido tener media docena.

Decidio pensar en otras cosas. Era maravilloso lo que estaba consiguiendo con Simon. Tenia una actitud mas positiva hacia su hija. Habia conseguido que no se obsesionara con el trabajo, que hiciera ejercicio, que comiera decentemente, casi parecia un ser humano. Para ella, Simon se habia perdido en un momento de su existencia en un desierto donde las responsabilidades de su vida lo controlaban a el en vez de suceder al contrario.

Bree se sentia feliz hasta el delirio por no haberse implicado emocionalmente. ?Cuantas veces habia respondido ante un alma perdida entregando todo lo que tenia? Y luego la habian utilizado dejandola vacia y abandonada por haber brindado por entero su corazon sin esconder un as en la manga.

Por suerte, no era el caso con Simon. Eran tan parecidos como un buho y una alondra, y los dos lo sabian. El la trataba como si fuera un cactus espinoso. Por lo general, evitaba estar en la misma habitacion que ella excepto para la partida de ajedrez nocturna que Bree habia improvisado para apartarlo del trabajo.

Bree se sentia a salvo con Simon, mas a salvo que con ningun otro hombre en muchos anos. Era un sentimiento maravilloso.

Alrededor de las dos, oyo que la puerta se abria lentamente.

Capitulo 5

Al principio Bree penso que se habia imaginado el ruido de una llave en la cerradura. Ni sintio ningun movimiento ni oyo nada mas. Un espeso banco de nubes ocultaba la luna. El cuarto estaba muy oscuro y ella demasiado cansada. Tenia que haber sido su imaginacion. ?Como podia haberla localizado Simon?

Pero lo habia hecho. Una de las sombras que llenaban la habitacion se movio. Vio el reflejo tenue de su pelo claro. Antes de que pudiera abrir la boca, sintio que el colchon se hundia bajo el peso de su cuerpo.

Sintio tentaciones de aullar como un perro deprimido. La primera vez que se habia sentido intrigada, la segunda perturbada y no iba a suceder una tercera.

– Vuelve a la cama, Simon.

Otras veces la habia obedecido de inmediato. Como si pudiera ver en la oscuridad, le acaricio los cabellos sin titubeos. Hundio las yemas para que descansaran sobre el craneo mientras los pulgares le masajeaban las sienes donde mas sentia el dolor de cabeza que el insomnio le habia provocado. Se sintio tan bien, que por unos breves instantes, estuvo a punto de ceder.

– Mira, «cher», esto es «loufoque, zinzin, maboul». Lo que en cualquier otro idioma quiere decir que es una locura. Ahora, levantate, sal por esa puerta y vuelve a la cama, que es donde deberias estar.

Las instrucciones especificas le habian sido de utilidad en los casos anteriores. Aquella noche no le valieron de nada. Como un soplo de brisa, sus dedos acariciaron los labios para silenciarla. Luego volvieron a su cabeza para continuar su masaje.

Bree se dijo que debia despertarlo. En principio, el problema se reducia a sacudirlo hasta que despertara pero tenia miedo de tomar esa decision. Se acordaba de la supersticion folklorica de no despertar jamas a un sonambulo. Quiza fuera una tonteria pero, ?y si era cierto? ?Y si le causaba algun trauma profundo y terrible al despertarlo?

Tambien habia otro motivo. Desde la primera noche no se habia sentido asustada, la habia molestado pero

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