estaba tan indefenso y era tan suave y delicado que le habia resultado imposible creer que pretendiera hacerle dano.

Tampoco pensaba que el Simon de la vigilia pretendiera hacerselo, pero no estaba segura de cual seria su reaccion al despertar en su cama desnudo.

Aferro la sabana cerrando el puno contra su pecho. Pero no habia nada que proteger. Esa noche el no estaba interesado en sus pechos. Cuando se dio por satisfecho con la cabeza, centro su atencion en el cuello y los hombros.

Bree intento ver en su rostro en sombras alguna razon que explicara su comportamiento. ?Estaba sonando? ?Era la realizacion de un sueno o la expresion de una necesidad? Quiza su unica opcion para bajar la guardia fuera en la oscuridad, a tientas.

Pero, independientemente de cual fuera la respuesta, ella tenia el mismo problema. La pasion corria por sus venas. Ningun amante le habia hecho sentir aquella insoportable intimidad. Ningun hombre le habia hecho sentir aquella tension.

– ?Por que no vuelves a la cama? ?No te gustaria? ?Quieres que te lleve yo? Si pudieras recordar que se trata de mi no lo harias. En una escala del uno al diez yo estoy la numero veinte en tu lista. Si no podemos acercarnos sin bufar como gatos mojados…

De nuevo le acaricio los labios induciendola al silencio. Pero era la caricia de un amante, erotica, sensual, explicita. Queria que se callara.

Bree cerro los ojos mientras rezaba para que se le ocurriera una solucion milagrosa. Simon paso de los hombros a los brazos y las manos. Nunca le habian dado un masaje en las manos. Le acaricio las palmas, le estiro suavemente de los dedos, le hizo girar las munecas. El masaje proseguia y ella sentia las manos cada vez mas pesadas. Antes de terminar, una sensacion de languidez la habia invadido por completo. No volvio a pensar en cerrar el puno para protegerse el pecho.

Cuando Simon termino, se sento sobre la cama con la espalda apoyada en la cabecera. Antes de que ella pudiera adivinar sus intenciones, la cogio por las axilas. Sus manos rozaron los pechos pero solo accidentalmente.

Simon la izo levemente hasta que su mejilla descanso contra su pecho. La rodeo con sus brazos y se movio un poco para acunarla. Luego, la cubrio con la manta hasta el cuello.

Bree esperaba el desarrollo de los acontecimientos. Sin embargo, no hubo nada mas. El juego era volver loca a una mujer, acariciarla y mimarla hasta que todo su cuerpo se convirtiera en fuego liquido para luego acunarla hasta dormirla. Intento incorporarse. Suave pero firmemente, la presion de Simon aumento. Una mano descendio sobre su cabeza para guiarla de vuelta a su pecho. Bree levanto una rodilla y, entonces, el hizo el primer sonido que le habia oido en todas aquellas noches de sonambulismo. Era una risa callada. Poco podia hacer ella con la rodilla cuando estaba trabada por las mantas.

– ?Maldita sea, Simon! No me puedes hacer esto.

Simon la beso en el cuero cabelludo calmandola, reconfortandola. Era algo extrano, como si hubiera presentido que no habia podido conciliar el sueno porque el vacio y la soledad se habian hecho solidos en su corazon.

Simon no podia saber tanto de ella.

No era posible. Sin embargo, siguio abrazandola. El vello de su pecho le hacia cosquillas en la mejilla. Podia oir los latidos ritmicos de su corazon. Poco a poco, se quedo dormida.

A las seis de la manana el otro lado de la cama estaba vacio. Nada se movia en toda la casa y hacia frio. Bree no habia dormido bien desde su llegada pero no podia cerrar los ojos. No le gustaba el cariz que estaba tomando aquella situacion.

Pero seguir en la cama no la llevaba a ninguna parte. Se levanto de mala gana y se vistio. Bajo descalza las escaleras con solo una idea en la mente. Cualquier hombre o animal que se interpusiera en su camino hacia la cafetera iba a conocer lo que era la verdadera violencia. Por desgracia, entro en la cocina sin darse cuenta de que ya habia alguien alli. Simon no habia encendido la luz. La claridad gris del amanecer iluminaba apenas la cocina pero se dio cuenta de que el tampoco esperaba compania. Simon ni siquiera se habia peinado. Llevaba solo unos vaqueros y la barba sin afeitar. Parecia un hombre que se acabara de levantar de la cama de una mujer despues de una noche de sexo ardiente.

Bree penso irritada que en parte era cierto. Solo que no la habia seducido. ?Que le habia impulsado a buscarla en mitad de la noche? ?Un poco de compania? El era atractivo, inteligente y rico. Podia haber hecho una simple llamada si lo que queria era compania femenina. Unas mujeres formales y simpaticas del tipo ejecutivo y no una bohemia Cajun. No obstante, Bree no podia quitarse de la cabeza la idea instintiva de que la necesitaba.

Bree tenia la mala costumbre de enamorarse de los hombres que la necesitaban pero, al menos, todos ellos habian sido conscientes. La situacion era de lo mas ridicula. La unica solucion era recoger sus cosas e irse. Un ruido la distrajo. Simon preparaba una vieja cafetera.

Simon no se entero de su presencia hasta que le arrebato la cafetera de las manos. A Bree no le cupo duda de que se enfrentaba al fenomenal senor Courtland en vez de a su apasionado merodeador nocturno.

– Soy perfectamente capaz de hacer cafe -dijo cuadrando los hombros.

– Ya lo se. He probado tu potingue, «cher». Quiza tu quieras que te crezca el pelo en el pecho pero yo no tengo esa intencion.

Bree se quedo estupefacta cuando le vio sonreir. Era probable que no supiera que incluso la mas leve sonrisa lo transformaba por completo.

– ?Quieres que te ayude?

?Ayudarla? Si Simon hubiera querido ayudarla deberia haberle dado con la puerta en las narices la noche de la tormenta. Bree no necesitaba ver la desnudez del pecho que le habia servido de almohada durante la noche. Se sentia mortificada y avergonzada y maravillosamente bien.

– Necesito hablar contigo -dijo sin preambulos.

– ?Antes de tomar cafe? -pregunto el asombrado.

No habia discusion frente a aquel argumento. En aquel instante, Bree habria sido capaz de matar por una dosis de cafeina. Le parecio que el cafe tardaba una eternidad en hacerse.

Los dos se quedaron en la ventana viendo como las pinceladas de color desbancaban al gris del alba. Simon bostezo con tanta fuerza que el mismo se quedo sorprendido.

Bree no sonrio pero sintio que, a su pesar, le mejoraba el humor. El bostezo le habia hecho parecer humano y no podia negar que el silencio que habia entre ellos era amistoso.

Cuando el cafe estuvo hecho, los dos reaccionaron como adictos en perfecta coordinacion. Simon saco un par de tazas y ella sirvio. Bebieron al mismo tiempo y volvieron a una mutua apreciacion de la bebida. Bree se aparto de el inmediatamente. Habia un brillo en sus ojos que no era debido a la satisfaccion del cafe.

Ya era bastante malo sentirse atraida por un fantasma para que, ademas, le gustara un hombre que no podia soportarla.

– Tengo que irme, Simon. Tan pronto como sea posible y preferiblemente hoy mismo. Ya debes haber localizado a la madre de Jess.

– Si. Esta en Oregon.

– ?En Oregon?

– Exacto -dijo el sentandose-. Liz llamo ayer. Parece que ha alquilado una cabana para vacaciones en la costa. Bastante rustico, ni siquiera tiene telefono.

Los detalles carecian de importancia para Bree. Se dejo caer en una silla y levanto las rodillas.

– ?Que va a ocurrir con Jess?

– Segun Liz, la nina debe quedarse conmigo. No para siempre pero si por ahora. Simon paseo la mirada por la cascada oscura de sus cabellos, por sus labios rojos, como si se despertara viendola. Desvio la mirada y volvio a coger su taza.

– No se trata de que nunca haya estado tiempo con Jessica, pero, por lo general, siempre ha sido escaso. Dias concertados y planificados, vacaciones y cosas asi. Liz dice que las escondidas y las huelgas de hambre, las peores bufonadas de Jess, son consecuencia de su deseo de estar conmigo. Ergo, ella piensa que lo mejor para Jess es quedarse aqui. Me dijo que hablariamos dentro de tres semanas.

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