– Es que esta noche no va a ser romantica, ?recuerdas? ?Usas tu el lavabo primero?

– No, por Dios. Incluso estaba pensando tragarme el dentifrico para que no tuvieras que yerme escupirlo.

– Que tonteria. Lo mejor que podemos hacer es escupir los dos al mismo tiempo. Asi no tendras que volver a preocuparte por ello.

– Eres un hacha en esto de la intimidad, ?eh, Gautier?

– Conozco todos los posibles pormenores de la pasta de dientes -le aseguro-. Lo de los pijamas es un poco mas complicado. Si hubiera sabido que iba a quedarme a dormir, me habria traido uno. O mejor dicho, primero habria tenido que comprarlo para poder traerlo, pero dadas las circunstancias, me quedare con la ropa interior puesta… si estas de acuerdo en hacer tu lo mismo.

– De acuerdo -contesto ella usando la misma gravedad que el.

– Y nos desnudaremos a oscuras. Soy un chico muy modesto. Seguro que ya te has dado cuenta.

– La verdad es que me da la impresion de que no tienes un solo hueso modesto en tu cuerpo…

– Pues te equivocas. Lo que pasa es que no voy a ensenarte mis huesudas rodillas hasta que me conozcas mejor. A pesar de todo, voy a necesitar encender la luz un momento: tienes tres mil cosas en el dormitorio, y podria matarme hasta llegar a la cama.

– Desde luego.

– Y entonces llegaremos al siguiente tema escabroso.

– ?Los metodos anticonceptivos?

– Que no… que no vamos a pasar ese puente esta noche, pero aun asi, tengo proteccion en la cartera, en caso de que ese momento se presente, digamos, en los proximos diez o veinte anos. Yo hablaba de cosas mas serias, como por ejemplo en que lado de la cama duermes.

– En el derecho.

– Vaya… nos hemos salvado por los pelos, porque yo necesito dormir en el lado izquierdo.

Andy encontro un camino relativamente seguro a traves del campo de minas de su dormitorio y volvio a apagar la luz. La ropa sono al quitarsela y despues Maggie se metio entre las sabanas y se quedo inmovil como una estatua. Andy se metio despues y se quedo quieto tambien.

El silencio se adueno de la habitacion.

Aquella noche no iba a dormir. Ni un minuto. Incluso era posible que no volviese a dormir nunca, sabiendo que ella estaba tumbada a su lado con tan solo unas braguitas.

La casa se habia quedado oscura como la boca de un lobo, ya que no entraba luz alguna por las ventanas en una noche de ventisca como aquella. El viento aullaba como un coyote.

Y como un coyote se sentia el sabiendola a escasos centimetros de su cuerpo, lo bastante cerca como para poder tocarla con tan solo un gesto de la mano. Lo bastante cerca para percibir el perfume de su piel. Lo bastante cerca como para elucubrar si sus braguitas serian de algodon blanco, sencillas y funcionales, o sensuales y de encaje. Y tras unos minutos de serio debate intelectual, cerro los ojos; tenia que estar loco para seguir por aquel camino.

De pronto, sintio el roce de un dedo en el abdomen. Abrio los ojos de par en par. Debia haber sido una mala pasada de su imaginacion, pero entonces sintio tres dedos mas recorrer sus costillas.

– ?Eh! -protesto.

Los dedos desaparecieron, pero Andy apenas tuvo tiempo de darse cuenta, porque un cuerpo femenino completo se coloco sobre el, e incluso en aquella absoluta oscuridad pudo ver los ojos de Maggie, mirandolo fijamente.

– ?Eh! -volvio a protestar-. ?Que pasa aqui?

– Es que en mi lado de la cama hace mucho frio.

– No pretendas enganar a la ley, porque tu cuerpo esta caliente como un horno. Esto no formaba parte del programa. ?Y donde estan tus braguitas?

– Nunca duermo con ellas puestas. No pense que fuera a importarte. Y ha habido un pequeno cambio en el programa: siento tener que decirtelo, pero las cosas no siempre pueden ser como tu quieres. Y yo estaba pensando que…

Bajo la cabeza y lo beso suavemente en el cuello. Fue un beso humedo y suave, que precedio al movimiento de abrir las piernas y acomodarse sobre el. Por pura casualidad, el lugar donde se sento evidenciaba su deseo, pero el peso de su cuerpo era tan perfecto para el que la boca se le quedo mas seca que el desierto del Sahara a mediodia.

– No creo que debas pensar mas esta noche.

– Estaba pensando… que, no se como, pero has conseguido que me olvide de mi mal humor. He sido yo quien lo ha estropeado todo antes comportandome como un avestruz, y como no estoy acostumbrada a hacer esas cosas, me he sentido fatal despues. Pero tu te las has arreglado para, en lugar de echarme la culpa, conseguir con no se que truco, vuelva a sentirme bien.

– Pues… en este momento, no creo que pudieras encontrar ningun rasgo honorable en mi caracter.

– Tonterias aparte, Gautier, te dire que hay que pagar un precio por hacerle algo asi a una mujer. Ya estaba enamorada de ti antes, pero me has obligado a quererte mucho mas, asi que esta noche no me vas a decir que no, y asi es como va a ser. Siempre y cuando el cambio en el programa te parezca bien, claro -anadio con suavidad.

La habitacion oscura como una cueva de pronto se lleno de luz cuando sus labios se unieron. Quizas ella siempre habia estado iluminada con la luz del sol para el. Se habian besado, se habian acariciado antes, pero nunca habian estado desnudos juntos, ni emocional ni fisicamente. Aun no sabia que habria podido asustarla antes, porque esa historia de la amnesia no terminaba de cuadrarle. El achacaba mas la angustia al temor a darse, a perder el control. Puede que Maggie lo quisiera, pero siempre habia parecido mas preocupada que feliz por su union… como si no estuviera segura de lo que quererle podia significar para ella, y el tenia la impresion de que todo su futuro dependia de que fuese capaz de ensenarselo. Si el amor era verdadero, un hombre y una mujer podian ser mas independientes, no menos. Mas libres, no menos. Y como ella parecia no haber descubierto eso antes, era casi como trabajar con una virgen en ese sentido.

Pero era dificil tener cuidado con una virgen que le estaba quitando los calzoncillos, que habia retirado el edredon y que se movia tan deliciosamente que quizas el no deberia haber notado que temblaba. Y sus ojos irradiaban tanta seriedad que casi le quito la respiracion, asi que decidio quitarsela a ella.

Con los labios aun unidos, fue deslizando sus manos por sus hombros, sus pechos, su abdomen, su entrepierna, e irrefrenablemente Maggie se apreto contra el, susurrando su nombre. Habia estado toda la vida esperandola, y no iba a permitir que se escapase aquella noche sin sufrir un poco de su misma espera.

Aparto la mano y empezo a recorrer su cuerpo con los labios, mientras la respiracion de ella se hacia cada vez mas compulsiva. Paso por su cuello, sus pechos, su abdomen, y al llegar al ombligo, Maggie casi salio catapultada de la cama. Pero al llegar a su clitoris, se tenso visiblemente.

Aquel sabor terrenal e intimo lo empujo a descubrir mas secretos, pero sintio sus piernas sobre la espalda y vio su torso arqueado, reclamandolo, asi que volvio a ascender utilizando los labios como escala, y tras alcanzar la cartera que habia dejado sobre la mesilla, quito el envoltorio al preservativo sin dejar de besarla, mientras ella se agarraba a su pelo, y cuando la penetro, se alegro de encontrarla completamente preparada, porque cualquier paciencia que hubiera rogado, pedido prestada o robada habia desaparecido hacia tiempo ya, y la lleno de si mismo mientras la sangre le palpitaba en la cabeza. Siempre habia comprendido el temor de Maggie a renunciar a su independencia porque el sentia lo mismo. Nunca habia sido facil para el enamorarse. Nunca habia querido a alguien del modo en que la queria a ella. Ella era la persona que nunca habia creido que iba a encontrar, la persona que ni siquiera creia que existiera para el.

Y cuando musito su nombre mientras las convulsiones se sucedian, el la acompano como si los dos hubiesen caido en el mismo abismo de fuegos artificiales.

Momentos despues, cayo rendido y la cobijo entre sus brazos. El pulso no queria detenerse, y el corazon seguia latiendo empujado por la perfeccion de Maggie. Era perfecta para el, perfecta con el, y siguio acariciandola hasta que su respiracion fue recuperando el ritmo normal.

– Maggie…

– Andy… no cuentes con que tenga energia para charlar hasta dentro de veinticuatro horas.

Sonriendo, la beso en la frente.

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