– Pues… si.

– Yo no sabria como cortejar a una mujer llevandole flores y esas cosas -Mick clavo la mirada en la garganta de su interlocutora-. Y tengo la impresion de que no es eso lo que esperas. Al menos por ahora. ?Verdad?

– Asi es, Mick, y…

– La atraccion que sentimos es especial, pero cualquier atraccion es peligrosa si las dos personas no se sienten tranquilas con sus efectos. Los dos podemos tomar la decision de ignorar esta atraccion, ?no te parece?

La toco en el hombro con la yema de los dedos y Kat sintio un ligero estremeciendo.

– ?Kat?

– Claro que podemos ignorarla -convino ella con voz aguda-. ?Y que es eso de la atraccion, despues de todo? Somos ya maduros, ?no?

– Exacto y ademas somos vecinos. Eres importante para mis hijas. No quiero hacer nada que altere eso y por eso he sacado esto a colacion. Lo ultimo que quisiera es que te sintieras incomoda o nerviosa cuando estes conmigo y pense que si hablabamos con franqueza…

Kat asintio. Estaba de acuerdo. Bueno, mas o menos. Esa conversacion deberia aliviarla. Mick no iba a presionarla. Queria una amiga para sus hijas y quiza una mujer con la que hablar de manera tranquila y sin complicaciones.

Estaba segura. No habia peligro ni corria el riesgo de acabar teniendo una relacion intima con el.

Mick sonrio y se puso de pie. Ella tambien se levanto, pero de repente sintio que le temblaban las rodillas. Se dijo que despues de todo no estaba tranquila.

Con un guino y una amplia sonrisa, Mick le ofrecio la mano.

– ?Amigos?

Amigos, un cuerno. En el pasado, cada vez que Mick habia mencionado la palabra 'amigos', ella habia terminado metida en un lio. La proxima vez que el empleara esa palabra, ella iba a darle un bofeton. Iba a estrangularlo. Iba a…

– Ya no hay nada mas que guardar, Kat. Noel ya esta en la playa. Yo voy para alli tambien -la voz de Angie interrumpio su reflexion.

– Esta bien, querida -dijo Kat en tono alegre.

– ?Estas segura de que no me necesitas para nada mas?

– No, preciosa. Gracias.

Cuando Angie se fue, Kat saco diez barras de pan y las puso en la mesa de la cocina. Solo Dios sabia para que habia comprado Mick diez barras de pan…, pero, en ultimo caso, solo Dios sabia que estaba haciendo Kat en esa cabana de Hunting Island.

No podia ver el mar desde la ventana de la cocina, pero estaba tan cerca que podia oir las olas y sentir la brisa salada. La cabana de Mick estaba detras de una duna en un bosque de palmeras y enormes pinos.

Dentro, el sol entraba por una ventana y se proyectaba sobre las paredes y el suelo. La cabana solo tenia cuatro habitaciones. Dos eran dormitorios, cada uno con dos literas. La chimenea era bastante grande como para asar un elefante y el armario estaba lleno de articulos de deporte y de pesca.

Kat saco los trozos de carne de otra bolsa y se maldijo por permitir que Mick la hubiera convencido para ir con ellos alli ese fin de semana. Para persuadirla le habia dicho que necesitaba su ayuda para encargarse de las chicas.

Kat ya se habia dejado convencer antes con ese pretexto. Diez dias antes, la habia engatusado para que fuera con ellos a un picnic al anochecer. Otra tarde calurosa, la habia persuadido para ir a dar una vuelta en barca por la bahia de Charleston. Pocas noches antes, Mick se habia presentado en la puerta de Kat con una botella de vino, alegando que estaba buscando desesperadamente un lugar donde refugiarse porque Noel habia llevado a su casa una nueva cinta de rock.

Todas esas veces habia acudido a ella como a una amiga, y ella siempre se habia dejado engatusar. Y siempre ese hombre sin escrupulos habia logrado abrazarla con algun pretexto. Nada muy intenso ni acalorado. Siempre empezaba con un pequeno apreton, un beso que era amistoso al principio y luego se volvia mas apasionado. Mick siempre se detenia a tiempo, pero de cualquier manera ella siempre se estremecia.

Kat puso un carton de leche en la mesa. Mick la provocaba a proposito. Estaba consiguiendo que fuera una parte de su vida, de su familia. Kat sabia que no podia serlo, aunque tambien sabia por que habia dejado que la convenciera para ir con ellos ese fin de semana.

Ese hombre estaba cambiando gracias a ella. Hablaba con sus hijas como no habia hablado con ellas desde hacia muchos anos. Se tomaba su tiempo para divertirse en lugar de matarse trabajando. Y se reia… despues de tantos anos de luto.

Kat saco las papas de la ultima bolsa. Ella lo habia ayudado. De eso estaba segura. No era un delito quererlo. Pero por otra parte sabia que podia resultar herida y sufrir una decepcion.

Cada vez que el la abrazaba, ella se olvidaba de su 'pequeno problema'. Se acordo de su pasado. Habia querido a su antiguo prometido, pero nunca se habia reido con el como se reia con Mick. Habia deseado a Todd, pero nunca con la intensidad con la que deseaba a Mick. Si Mick la llevaba a la cama… ?no podria ser diferente? ?No habia una posibilidad?

Su corazon le decia: 'intentalo'. Su cabeza le gritaba rotundamente: 'no seas estupida, Kathryn'. Aunque solo habia conocido a un hombre, lo habia conocido muy bien. Todd y ella se querian, el era considerado, tierno, comprensivo, cuidadoso. No lo habian intentando una vez; sino una docena de veces. Y sus intentos siempre acababan con la humillacion y el bochorno de los dos al ver que ella sentia dolor.

– ?Todo va bien?

– Si, Mick -contesto ella.

Guardo una docena de latas de refrescos en la nevera, se incorporo y miro la ultima bolsa. No habia nada mas que guardar, estaba vacia. Igual que su cabeza.

Un humedo mechon de pelo le hizo cosquillas en la mejilla. Se lo aparto. Tenia que endurecerse. Ayudar a Mick era una cosa, pero propiciar una relacion con el era otra. 'Es muy facil, Kathryn. La proxima vez que el trate de besarte piensa en tu problema', se advirtio con vehemencia.

– ?Que pasa, holgazana? ?Cuando te vas a quitar la ropa?

Vaya una pregunta engorrosa. Kat se dio la vuelta para mirar al hombre que estaba en el umbral. El susodicho tenia los pies llenos de arena, el traje mojado y demasiada musculatura al descubierto. Kat trato de pensar en otra cosa, pero su pulso siguio acelerandose.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad. Kat se puso las manos en la cintura y miro a la cara al hombre de ceno adusto.

– ?Que ha sido del ingeniero obsesionado con su trabajo que conoci en Charleston? -Mick la asio del brazo y la llevo con suavidad hacia el cuarto de las chicas.

– Lo mismo que va a sucederte a ti: vas a tomar un poco de sol, y a disfrutar del mar y la brisa. En cuanto te quites toda esa ropa y te pongas un traje de bano.

Toda esa ropa consistia en una blusa y unos pantalones cortos.

– No te hagas ilusiones, Larson; siempre llevo trajes de bano conservadores.

– ?Que? ?No llevas bikini?

– No.

– Es una pena.

– Y no hace falta que entres conmigo. Hace anos que me pongo el traje de bano sola.

Cuando salio del cuarto, y a pesar de lo recatado de su traje de bano de una pieza, Kat se sentia… como si estuviera desnuda.

Mick podia haber sido discreto, sensible y gentil y no hacer caso del rubor de ella. Pero no.

– ?Caramba! -Mick la rodeo con rapidez, le palmeo el trasero, tiro del tirante del hombro y luego lanzo un silbido de admiracion. Kat no pudo contener la risa.

– Caramba -repitio Mick-. Una mujer que lleva un traje de bano para nadar. Pense que la unica razon por la que una mujer iba a la playa era para untarse de crema y para pintarse las unas de los pies -bajo la mirada a los pies de Kat y se llevo una mano al pecho con aire melodramatico-. ?No estan pintadas! ?Que dira Noel?

– En cuanto encuentre a mis aliadas, tus hijas, vas a lamentar hasta haber nacido -dijo Kat.

– ?Ah, si?

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