– ?Siempre estas tan ocupada?

– Ojala fuera asi -suspiro Kat-. Este verano ha sido el mejor que he tenido. Todo el mundo esta interesado en decorar su casa este ano y, gracias a Dios, esta de moda lo antiguo.

– ?Te va bien en el negocio?

– He logrado convencer a mi banco de que asi es. Durante los ultimos tres anos han aceptado, con cierta renuencia, que soy una persona solvente.

Mick sonrio.

– Es mucha responsabilidad para una sola persona.

Kat movio la cabeza de un lado a otro.

– En realidad no. Tengo suficientes ayudantes. Georgia es mi brazo derecho y tengo dos personas que trabajan media jornada. Ed trabaja en el almacen y cuento con el para todo. La mayor parte del tiempo no tengo otra cosa que hacer mas que holgazanear en mi oficina.

– Kat.

– ?Si?

Los ojos de Mick se posaron en los de ella mientras se tomaba un vaso de limonada.

– ?Podrias tranquilizarte un poco? No voy a morderte.

Kat no recordaba con exactitud en que momento habian entrado en su oficina o cuando se habia servido el la limonada. El caso era que antes estaban hablando de trabajo y de repente el estaba instalado y comodo, con un vaso de limonada en la mano, en la unica silla libre de su oficina.

Era evidente que Georgia habia desconectado el telefono de Kat; solo su ayudante habria tenido agallas para hacerlo. No era la primera vez que Georgia intentaba hacer las veces de cupido.

Kat estaba sofocada. El aire acondicionado de su oficina nunca funcionaba bien, sobre todo cuando mas falta hacia. En el cuarto hacia demasiado calor y Mick se encontraba demasiado cerca. Estaba segura de que el no habia ido alli para hablar de antiguedades.

– Mick… -Kat envolvio el vaso de limonada con una servilleta y lo dejo en su escritorio-. Si estas aqui para hablar de lo de la otra noche…

Mick cruzo con desenfado las piernas.

– No recuerdo nada sobre la otra noche que pueda hacer que estemos nerviosos… o inquietos. ?Tu si?

– No. No, en absoluto. Bien, ?entonces de verdad has venido a hablar de tus hijas?

Mick espero un momento, y miro a su interlocutora despues de darle otro sorbo a su limonada. Por fin, dijo:

– Conoci a ese tal Johnny hace dos dias; creo que lo he espantado con mi falta de delicadeza. Desde entonces Noel me ha dicho varias veces que no me volvera a hablar el resto de su vida.

– Pobre Mick -sonrio Kat.

– Una de las veces en las que 'no me hablaba', nos pusimos a discutir sobre el amor en los anos noventa - Mick se rasco la barbilla-. Algo de lo que yo no se absolutamente nada, segun ella. Parece que los chicos ya no tienen por costumbre cortejar a las jovenes, ?verdad?

– Si me lo estas preguntando, me temo que hace mucho que deje de ser experta en la materia.

– Pense que serias la persona indicada para hablar del asunto.

– No estoy diciendo que no podamos hablar de ello.

– Bien -Mick vio como movia nerviosamente el cordon del telefono-. ?Necesitas ayuda con eso?

– No, no -solto el cordon como si le quemara los dedos, tomo su limonada y sonrio-. Sigue hablandome sobre Noel.

– Mi problema es complicado. Veras… cuando comence a cortejar a las chicas en los anos setenta, estaba de moda la libertad sexual -Mick se aclaro la garganta-. Ahora es evidente que ha dejado de estarlo. Noel tiene decidido permanecer virgen hasta que se case. La he interpretado mal y sin duda estara ofendida toda su vida. Yo crei que estaba siendo realista y comprensivo. No tenia ni idea de que las muchachas estaban dispuestas hoy dia a renunciar a su deseo sexual.

Miro a Kat con sus preciosos ojos azules. Kat tenia ganas de pegarle. Tres noches antes, Mick habia dejado bien claro que el sexo era un tema que podia tratar con toda naturalidad. Ella no podia objetar nada al respecto. En teoria, dos adultos maduros podian hablar de cualquier cosa, pero no era asi en el caso de Kat. El estaba tocando un tema muy intimo, que no tenia nada que ver con la hija de su vecino. Y ella tenia la sensacion de que el lo sabia.

– Mi hija me dio una conferencia sobre Sida… y condones -otra vez Mick se aclaro la garganta-. Tengo que admitir que no estaba preparado para tener una charla con mi hija de quince anos sobre anticonceptivos y todo eso.

– Mick…

– Ella sabe mas que yo. Tengo treinta y siete anos. ?No te parece humillante?

Kat no pudo contener la risa. El sonido parecio cautivar a su interlocutor, ya que clavo su mirada en los labios de la joven un instante que parecio interminable. Cuando sus miradas se encontraron, Kat sintio que el pulso se le aceleraba y luego Mick prosiguio, con voz lenta, suave.

– Llevo anos sin salir con una mujer, Kat… algo que no tardo en recordarme mi hija. ?Como puedo fijar las reglas para ella cuando ignoro la menor idea de como cortejar, seducir o siquiera hablar con una mujer segun las normas de los noventa? Noel piensa que necesito que me ensenen.

– Mick…

– Creo que necesito mucho mas que eso. Incluso hace anos, cuando era joven, nunca fui muy habil en el amor, nunca sabia decir lo apropiado en el momento justo. Hubo una epoca en la que me las arreglaba para darle a entender a una mujer que estaba interesado en ella, pero con el tiempo se atrofian todas las facultades que no se practican -le dirigio una sonrisa candida a su interlocutora-. Por supuesto, si encontrara a una mujer comprensiva con mucha paciencia dispuesta a aconsejarme…

Kat sintio que tenia un nudo en la garganta.

– Por supuesto, estamos hablando de aconsejarte sobre Noel.

Mick levanto las cejas.

– ?De que otra cosa podiamos haber estado hablando? -agarro su casco y se puso de pie-. Y solo tener la oportunidad de comentarlo… me ha ayudado. Mas de lo que puedes suponer.

Ella no habia hecho nada para ayudarlo y el lo sabia, y ella sabia que el lo sabia. Queriendo deshacerse de ese complicado razonamiento, Kat se puso de pie.

– ?Tienes que volver al trabajo?

– Si, y ademas, ya te he quitado mucho tiempo.

Mick sonrio. Luego inclino la cabeza y Kat no tuvo tiempo de apartarse; simplemente no se le ocurrio que iba a besarla hasta que lo hizo. Los labios de Mick apenas rozaron los de ella.

Luego Mick puso la mano en el picaporte de la puerta.

– Pense que los dos estariamos mas tranquilos sabiendo que lo de la otra noche no tuvo importancia - murmuro-. No tenemos por que estar nerviosos o inquietos, ?verdad, Kat?

– No.

– Bien -Mick sonrio, se puso el casco y cerro la puerta al salir.

Kat se dejo caer en su silla y se paso las manos por el pelo, sin importarle que se estuviera despeinando. ?Ese hombre! O su imaginacion le estaba jugando una mala pasada o Mick Larson era uno de los hombres mas perspicaces que ella habia conocido.

Se abrio la puerta de la oficina. Kat levanto la cabeza. Era Georgia, que iba a recoger la bandeja con la limonada y los vasos.

– Hay ciento setenta y cinco dolares en la caja; he vendido la lampara de cristal. ?Que te parece?

– Magnifico.

– Ya no hay ningun cliente. Mandare a Marie temprano a casa.

– Bien -Kat espero, segura de que Georgia comentaria algo sobre Mick.

Pero su ayudante y amiga no comento nada sobre el milagro de que Kat recibiera la visita de un hombre. Solo sonrio y levanto la bandeja.

– Ahora puedes estar segura de que puedo atender la tienda muy bien si algun dia quieres irte mas temprano.

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