– No sale mucho, ?verdad?

Su sonrisa se hizo mas amplia.

– Incluso menos de lo que usted piensa.

– Cierre de puertas, apertura de puertas, boton del panico.

– Es genial.

Era como un nino con un juguete nuevo. Tenia que estar tomandole el pelo.

– Gracias -le dijo ella-. En serio, me sentia como una tonta en el aparcamiento de la oficina de alquiler, mirando el coche como si no supiera que hacer -anadio, y arrugo la nariz-. Ojala conducir hasta aqui hubiera sido tan facil. ?Es que la gente tiene que ir obligatoriamente tan deprisa?

Wyatt no sabia que pensar. Por los pocos comentarios que Nicole hacia sobre su hermana, era consciente de que no debia confiar en ella. Sin embargo, aunque era tan inutil como decia Nicole, aquella mujer no era tan fria ni tan distante.

De todos modos, aquel no era su problema.

Le devolvio las llaves. Esta las tomo y, durante un segundo, quiza dos, se tocaron. Sus dedos rozaron la palma de la mano de Claire. Nada de importancia. Excepto por la subita llamarada.

Dios santo, penso Wyatt; aparto la mano y se la metio rapidamente al bolsillo. No, no, ella no. Dios, cualquiera menos ella.

Claire seguia parloteando, seguramente, dandole las gracias. El no la escuchaba. Se estaba preguntando por que, de todas las mujeres del mundo, tenia que sentir una atraccion sexual ardiente por aquella precisamente.

La suave voz femenina del GPS condujo a Claire hacia la casa en la que habia pasado los seis primeros anos de su vida. Encontro un sitio para aparcar en la calle delantera y apago el motor. Salio del coche y cerro la puerta con el llavero. Con un sentimiento tonto de orgullo por haberlo conseguido, dio la vuelta a la casa y encontro la llave en el lugar que le habia indicado Jesse. Abrio la puerta trasera y entro.

Llevaba anos sin pisar esa casa. Casi doce, penso, recordando la unica noche que habia pasado bajo aquel techo despues de la muerte de su madre. Una noche en la que Jesse la habia observado como si fuera una extrana mientras Nicole la miraba con odio. Su hermana melliza no se habia conformado con comunicarselo en silencio. A sus dieciseis anos, no le habia importado nada decirle lo que pensaba.

– Tu la has matado -le grito-. Te la llevaste y ahora la has matado. Nunca te lo perdonare. Te odio. Te odio.

Lisa, la representante de Claire, se la habia llevado entonces. Se habian alojado en una suite del Cuatro Estaciones hasta despues del funeral. Desde alli habian ido directamente a Paris. Primavera en Paris, le habia dicho Lisa. La belleza de aquella ciudad la curaria.

No habia sucedido asi. Solo el tiempo habia podido curarle las heridas, pero las cicatrices habian quedado para siempre. Primavera en Paris. Siempre que oia aquella cancion, se acordaba de la muerte de su madre, y de Nicole gritandole.

Claire aparto todos aquellos recuerdos de su mente y entro en la cocina. Estaba diferente; era mas moderna y mas grande. Parecia que Nicole habia reformado la casa o, al menos, algunas partes. Continuo por las escaleras y se encontro con que varias de las habitaciones pequenas se habian transformado en un espacio mas amplio. Habia un gran salon con muebles comodos, colores calidos y un armario contra la pared, que ocultaba una television de pantalla plana y otros aparatos electronicos. El comedor estaba igual. El dormitorio pequeno que habia en aquella planta se habia convertido en un pequeno estudio.

La casa estaba oscura y fria. Encontro el termostato y encendio la calefaccion. Encendio tambien algunas lamparas, pero con eso no consiguio que la casa fuera mas acogedora. Quiza el problema no fuera la casa. Era ella, y los recuerdos que no se iban.

La ultima vez que habia ido a Seattle habia sido para el funeral de su padre. Habia recibido una llamada de telefono de un hombre, quiza del propio Wyatt, penso Claire mientras se sentaba en el sofa, que la habia informado de que su padre habia muerto. Le habia dicho la fecha, hora y lugar en que iba a celebrarse el funeral y despues habia colgado.

Ella se habia quedado hundida. Ni siquiera sabia que estaba enfermo, nadie se lo habia dicho.

Sabia lo que pensaban: que a ella no le importaba su propia familia, que no los queria. Lo que habia intentado explicarles muchas veces era que ellos mismos la habian mandado fuera. Sus hermanas habian podido quedarse alli, donde se sentian seguras, donde tenian amor. Pero Nicole nunca lo habia visto de ese modo, siempre habia estado furiosa.

Claire acaricio la tela suave del sofa. Nada de aquello le resultaba familiar. Wyatt tenia razon; aquel no era su sitio. Sin embargo, no iba a marcharse. Nicole y Jesse eran la unica familia que tenia. Quiza hubieran hecho caso omiso de sus llamadas y sus cartas durante anos, pero ahora ella habia vuelto, y no iba a marcharse hasta que consiguiera llegar a sus hermanas. Hasta que hubieran hecho las paces.

Se puso en pie y subio las escaleras. Habia tres habitaciones en el piso superior. Se detuvo en la principal. Por los colores de la decoracion y los objetos que habia en el vestidor, seguramente aquel era el dormitorio de Nicole. Al otro extremo del pasillo se hallaban las otras dos habitaciones y el bano compartido.

Una era la tipica habitacion de invitados, con una cama pequena y colores neutros, y el otro era de color violeta, con carteles en las paredes y una mesa con un ordenador en un rincon.

Claire entro en aquella habitacion y miro a su alrededor. Olia a vainilla.

– ?Que has hecho? -pregunto en voz alta-. Jesse, ?por que me has enganado? ?Me perdonara Nicole de verdad?

Queria creer a su hermana desesperadamente, pero no podia. Wyatt habia sido muy convincente demostrandole su antipatia.

La injusticia de que un extrano la juzgara asi hacia que le doliera el pecho, pero se sobrepuso a aquella sensacion. De algun modo, conseguiria arreglar todo aquello.

Volvio al piso de abajo y camino hacia la puerta principal. Por el camino vio la escalera estrecha que bajaba al sotano. Sabia lo que habia alli.

Todas las celulas de su cuerpo le pedian que no lo hiciera, que no bajara a mirar, pero ella camino hacia la puerta, y despues, lenta, lentamente, siguio descendiendo.

Las escaleras se abrian al sotano. Sin embargo, lo que antes era un espacio abierto estaba cerrado por una pared con una sola puerta. Nicole no lo habia destruido, y Claire no supo que pensar de ello. ?Significaba que todavia habia esperanza, o acaso la reforma hubiera causado demasiados problemas?

Claire titubeo con la mano sobre el pomo. ?De verdad queria entrar?

Cuando Nicole y ella tenian tres anos, sus padres las habian llevado a casa de unos amigos. Era un lugar en el que ninguna de las dos ninas habia estado antes. Al principio, la visita no habia tenido nada de especial; un dia lluvioso de Seattle, con las dos pequenas atrapadas dentro de una casa llena de adultos.

Uno de los invitados habia intentado entretener a las ninas tocando el piano. Nicole se habia aburrido y se habia alejado, pero Claire se habia sentado en el banco, embelesada con las teclas y el sonido que producian. Despues de comer habia vuelto al piano ella sola. Era demasiado baja para ver las teclas negras y blancas, pero sabia donde estaban, y se habia puesto de puntillas cuidadosamente para tocar una de las canciones.

Pese a lo pequena que era, Claire lo recordaba todo de aquella tarde. Recordaba que su madre habia ido a buscarla, y se habia quedado observandola durante mucho rato. Recordaba que la habia sentado en su regazo ante el piano, donde podia tocar aquella musica tan bonita con mas facilidad.

Nunca habia podido explicar por que sabia que tecla producia cada sonido, como habia empezado la musica dentro de ella, borboteando, hasta que se habia desbordado. Era una de aquellas cosas enigmaticas, una peculiaridad de la herencia genetica.

Su madre tambien habia sentado a Nicole en su regazo, pero esta no habia demostrado interes en el piano y cuando habia puesto sus manos diminutas en el teclado, solo habia hecho ruido.

Aquel momento lo habia cambiado todo. Claire habia comenzado las clases dos dias despues. Entonces habia comenzado la obra para convertir el sotano en un estudio insonorizado. Por primera vez en su vida, las mellizas no estaban haciendo lo mismo al mismo tiempo. La musica, el don de Claire, se habia interpuesto entre ellas.

Abrio la puerta. Vio el piano que le parecia tan perfecto y bello cuando era pequena. Supuso que el hecho de

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