cuadros en las desvencijadas paredes y algunas plantas en las esquinas. No se podia decir que fuera un hotel precisamente elegante, pero estaba limpio.

Zara adivino enseguida los pensamientos de Rafe y declaro:

– Que andemos escasas de presupuesto no significa que hayamos venido para sacar dinero. No tienes derecho a juzgarnos a la ligera.

Los ojos azules de Rafe se clavaron en ella y una vez mas se sintio hechizada. Pero las puertas del ascensor se abrieron en aquel instante y la magia desaparecio.

Cuando entraron, Cleo pregunto:

– ?Conoces al rey?

– Si.

La joven rio.

– Ya veo que no eres muy conversador… bueno, da igual que estes enfadado. Zara es realmente su hija. Tiene carras que lo demuestran y un anillo. Si quieres, puedes intentar demostrar que son falsos. Pero fracasaras y despues no tendras mas remedio que aceptar la verdad.

Por primera vez desde que se habian separado del grupo de turistas, Zara se relajo un poco. Incluso penso que la idea de marcharse no era tan buena como le habia parecido.

– Tienes toda la razon, hermanita – dijo Zara.

– Por supuesto que la tengo. Ya sabes que soy algo mas que una cara bonita.

Zara se volvio entonces hacia el hombre y pregunto:

– ?Estas dispuesto a comprobar mi historia? ?Lo haras a pesar de que ya has sacado tus propias conclusiones?

– Desde luego.

– ?Y que pasara cuando descubras que te has equivocado?

– Si eso sucede, ya hablaremos.

Treinta minutos mas tarde, Rafe habia empezado a cambiar de opinion. Habia tenido ocasion de leer alrededor de una docena de cartas, y aunque estaban llenas de datos que cualquiera podia haber sacado de los libros o de una simple guia turistica, la letra parecia realmente la del rey Hassan y su vocabulario era tipicamente regio.

Sin embargo, el motivo de sus crecientes dudas era otro. Con el paso del tiempo habia aprendido a confiar en su instinto, que no en vano le habia salvado la vida en mas de una ocasion. Y en aquel momento, a pesar de haber pensado que Zara y su hermana eran unas buscavidas, comenzaba a considerar la posibilidad de que dijeran la verdad.

– ?Hay algo mas? -pregunto el.

Zara estaba sentada en la cama de la habitacion. Metio la mano en el bolso y saco una nota de papel.

– Es una lista de las joyas que mi madre vendio a lo largo de los anos. Ademas, tambien esta esto…

Acto seguido, le enseno un anillo de diamantes con la inscripcion «Por siempre» en la parte interior.

La sensacion de Rafe empeoro en aquel momento. Miro a Zara, que estaba sentada ante el con las manos en el regazo; llevaba un vestido de algodon, de color naranja, y sandalias. Su largo cabello le caia sobre la espalda y sin duda alguna se parecia mucho a la unica hija del rey, la princesa Sabra, a quien tambien llamaban Sabrina.

Ciertamente, Sabrina no llevaba gafas y por lo demas mostraba una seguridad de la que Zara carecia. Pero la combinacion de su parecido fisico y de las pruebas que acababa de ver lo convencieron de que aquella mujer era, exactamente, quien decia ser. No queria ni pensar en lo que podria suceder cuando el rey lo supiera.

– ?Tu madre te conto algo sobre tu padre?

– No gran cosa. Cuando preguntaba, se limitaba a contestar que estuvieron muy poco tiempo juntos, que el no llego a conocerme y que ella no tuvo ocasion de hablarle de mi -respondio Zara-. En alguna ocasion le pregunte si me admitiria como hija si llegara a saber de mi existencia y ella contesto que si, pero pense que lo decia por animarme.

– ?Y tu, Cleo? ?A ti tampoco te conto nada?

Cleo sonrio.

– Me temo que yo no estoy emparentada con la realeza…

– Cleo y yo no somos hermanas de sangre, aunque nos sentimos como si lo fueramos. Cleo es adoptada - explico Zara.

– Es cierto. Fiona me llevo a casa cuando tenia diez anos. Yo habia perdido a mis padres, asi que decidio adoptarme.

Cleo lo dijo con absoluta normalidad, pero Rafe supo, por el brillo de sus ojos, que aquella historia le dolia. En cualquier caso, era evidente que habia dicho la verdad porque no se parecia nada a Zara.

– En realidad no fue asi -le contradijo Zara-. Mas que una adopcion, fue amor a primera vista. En cuanto llego, se convirtio en miembro de la familia.

– Comprendo -dijo Rafe.

Zara se levanto y camino hacia el balcon.

– No puedo seguir con esto, no tiene sentido -dijo.

Cleo suspiro.

– Mi hermana se esta comportando asi desde que salimos de Spokane. Una cosa es decir que quieres conocer a tu padre, y otra bien distinta es conocerlo. Ademas, a ella no le agrada la idea de pertenecer a la realeza.

Rafe se levanto tambien y salio al pequeno balcon desde el que se contemplaba gran parte del centro de la ciudad. Estaban a finales de mayo y hacia un calor terrible, pero Zara se habia apoyado en la barandilla, completamente ajena a ello, con la mirada perdida.

– No quiero que le digas nada al rey – dijo ella.

– No tengo eleccion -dijo el.

– ?Por que? Ya tiene una hija y no necesita otra -declaro, mirandolo-. Ademas, dudo que yo fuera una buena princesa.

– Lo harias bien, no te preocupes.

Rafe no sabia que decir. Tenia la impresion de que Zara estaba a punto de romper a llorar.

– Entonces, ?ahora crees que soy hija del rey?

– Si, Zara. Creo que es muy posible que lo seas.

– Nunca pense que pudiera ser asi… solo queria tener una familia de verdad, con primos y tios y esas cosas -declaro, mientras contemplaba la ciudad-. Pero habia imaginado una familia normal, no esto.

Rafe la miro y penso que su perfil era precioso. Sin poder evitarlo, clavo la mirada en sus labios y en la curva de su cuello. Y en ese momento, sintio un estremecimiento que iba mucho mas alla de un simple interes profesional por aquella mujer.

– Si quieres, podria facilitarte las cosas actuando como intermediario -se ofrecio el-. Podria llevar las cartas y el anillo al rey y ensenarselos en privado. Tu no tendrias que estar presente y nadie mis lo sabria.

Ella se mordio el labio inferior.

– Supongo que ahora ya no puedo dar marcha atras, ?verdad?

– No habrias venido aqui si en el fondo no hubieras tomado ya una decision -comento el-. Tu misma has desencadenado los acontecimientos al presentarte en palacio.

– Si, pero desear algo y hacerlo son dos cosas bien diferentes. Tal vez seria mejor que Cleo y yo nos marcharamos.

– Si haces eso, te arrepentiras el resto de tu vida.

– Puede que eso no sea tan malo. Aunque se que tienes razon… Estoy aqui y quiero saber la verdad, asi que acepto tu ofrecimiento. Si puedes llevarle las cartas y el anillo, te lo agradeceria. Creo que no podria soportar que me rechazara en persona. Ademas, tampoco creo que fuera capaz de hablarle a un rey.

Rafe no tenia la menor idea de como reaccionaria el rey al saberlo, pero ahora estaba convencido de que Hassan era el padre de Zara, lo que podia implicar muchas complicaciones.

– ?Y como sabes que te devolvere las cartas y el anillo?

Zara le sorprendio con una respuesta increiblemente ingenua:

– ?Para que los querrias tu?

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