Ella abrio la boca y luego la cerro. Estaba en total excitacion y trataba con todas sus fuerzas de calmarse, porque era obvio que lo unico que Ven habia querido decir al final era que, habiendola llevado el a Praga, sentia que era su responsabilidad llevarla de regreso a Marianske Lazne.

– Yo… hmm… tenia que tomar el tren -quiso explicar.

– ?Tenias que tomar el tren! ?No dejaste siquiera una nota para mi!

– ?Creiste que te iba a escribir despues de lo que me dijiste? -exclamo la joven sintiendo mas tranquilidad, ya que comprendio que su unica preocupacion era saber donde estaba, no por ella en particular.

– ?No me vas a perdonar eso nunca? -pregunto Vendelin y lo dijo con tal encanto que Fabia se alegro de estar sentada.

– Claro que si -declaro y trato de pensar en otra cosa-, la recepcionista del hotel te pudo haber dicho que habia tomado un taxi para la estacion de trenes de Praga.

– Y lo hizo -le revelo el-, pero hasta que aclare mis pensamientos cuando descubri que te habias llevado todas tus pertenencias y comprendi que te habias ido, pense en media docena de posibilidades hasta que se me ocurrio llamar a la recepcion.

– ?Llamaste? -pregunto extranada de que Ven hubiera estado tan preocupado.

– ?Claro! -contesto el sin titubear-. Pense que te habias ido a otro hotel en Praga, aunque lo dudaba. Crei que te habias regresado a Marianske Lazne o quiza al aeropuerto de Praga. Entonces recorde que dejaste parte de tu equipaje aqui, y tu auto. ?No ibas a regresar a tu casa sin el, verdad? ?Por que habrias de hacerlo? -Fabia no quiso comentar que estuvo a punto de hacerlo y despues de una pausa, el continuo-. Sabia que habia herido tu orgullo, pero habia sido necesario cuando mi pasion por ti amenazaba con entorpecer mi razon. ?Pero te lastime tanto que estabas dispuesta a regresar a Inglaterra, aun sin la entrevista! -Fabia empezo a sentirse preocupada, el se estaba acercando y averiguaria que cuando el orgullo lastimado se da la mano con el amor herido, nada mas importa en el mundo. Pero, por suerte, el no continuo en esa direccion-. Pense que, ya fuera para pedir un taxi o para ir al aeropuerto o para regresar a Marianske Lazne, tuviste que pedir ayuda para dar las instrucciones en checo.

– Y llamaste a la recepcion. Lo siento -se disculpo Fabia, comprendiendo que habia hecho mal en no dejarle una nota dado que ya sabia que solo habia querido protegerla y que por eso le habia dicho que era 'empalagosa'-. Yo… yo no pense en ese momento que estarias tan interesado…

– ?Interesado! -exclamo Ven y casi la hace caer cuando continuo-. De alguna manera, mujer, he estado interesado en ti desde que acerque mi auto al tuyo, desde que me dijiste, mirandome con esos adorables ojos verdes, que tu auto estaba descompuesto.

– ?Interesado? -Fabia contuvo el aliento y lo contemplo atonita. Trato de mostrar calma, ?que podia significar 'interesado?'-. ?Quieres decir que te importaba como reportera? -tenia que averiguarlo.

– Si recuerdas -Ven la contemplo durante un minuto-, no fue sino hasta el dia siguiente que me entere que la hermosa mujer de ojos verdes y cabellera rubia era una 'reportera'.

– Ah. S… si -tartamudeo sintiendo demasiada energia en su corazon. Pero, cuando recordo la salida con el al dia siguiente, comprendio que tenia que estar equivocada acerca del significado de la palabra 'interesado' y de la connotacion que habia querido darle-. No comprendo que quieres decir -declaro-, pero te portaste bastante hostil hacia mi cuando me viste al dia siguiente y todavia era antes de que supieras que yo era una 'reportera'.

– Me senti alarmado cuando vi que Azor te habia atacado. Y eso me puso furioso -explico-, pero aunque te haya parecido asi, no creo que sentia hostilidad, ?como podia ser asi cuando, desde que supe en que hotel te alojabas, te habria llamado si no hubieras tu ido a mi casa.

– ?Lo hubieras hecho?

– Estoy seguro -respondio, pero los violentos latidos de ella bajaron su ritmo cuando el anadio-, por tu auto, ?necesitaba mas razones para llamarte?

– No -murmuro ella y tuvo que sonreir para que no se percatara de que se le habia ido el alma a los pies.

– Aunque no necesitaba utilizar el vehiculo como pretexto, porque tu te presentaste en mi casa. E incluso, cuando me entere de que eras una reportera, y a pesar de que prefiero siempre salir solo a caminar, te invite para que me acompanaras.

Fabia sintio entonces que si el continuaba hablandole asi y si luego la sumia en el polvo, iba a tener un ataque al corazon. Recordo aquella caminata con el y lo feliz que se habia sentido, y se pregunto si desde entonces se habia enamorado de el.

– Fue… este… fue muy agradable caminar contigo -penso que hacia bien en comentarselo.

– ?Agradable! -exclamo Ven-. Yo me he dado cuenta de que fue el principio de mi fin.

– Yo… -era inutil, no le funcionaba el cerebro-. ?Como? -tuvo que preguntar para aclararlo.

– ?Como? -repitio el, pero a pesar de que ella penso que estaba un poco irritado y aunque parecio titubear, como si no estuviera muy seguro, la miro a los ojos y declaro-. Puedo hacerte una lista de las cosas que he hecho por ti, que ni yo creeria que haria jamas. Cosas que para mi han sido ilogicas y sin embargo, nada en la tierra me hubiera impedido hacerlas.

– ?De veras? -susurro ella, mientras algo en su mirada, algo en la manera en que estiro las manos hacia adelante para tomarle las suyas, hizo que casi le estallara el corazon.

– Claro que si -dijo el-. Desde aquel lunes que te habia presentado a mi secretario y hasta el momento en que el se ofrecio a llevarte a tu hotel, no habia pensado siquiera en como te ibas a regresar.

– Tu tenias que salir y me llevaste -le recordo Fabia.

– No tenia que ir a ningun lado -le confeso-. Lo invente en ese instante. Solo, ahora lo entiendo, para que Lubor Ondrus no te llevara.

Fabia abrio la boca atonita. La sensacion de sus manos en las suyas, el roce de su piel la confundia, pero creia que le estaba diciendo que habia estado celoso… ?de Lubor! ?Solo un poco?

– ?Oh! -exclamo con voz quebrada.

– ?Que…? -murmuro Ven, y parecio entender que era un acto favorable que ella dejara sus manos entre las suyas-. ?Que me esta pasando?, porque yo amo mi privacia y jamas invitaria a una reportera a husmear en mi casa y sin embargo, te pedi que vinieras a cenar.

A Fabia le hubiera gustado mucho saber de veras que le estaba pasando, pero, a pesar de su entusiasmo tenia miedo de preguntarle, no fuera a llevarse otra desilusion.

– Yo crei entonces, cuando pasaste frente a Lubor y a mi esa vez a la hora del almuerzo y te veias tan furioso, que ibas a cancelar la invitacion -ella sintio que podia comentarselo.

– ?Furioso? ?Estaba que estallaba! -le informo Ven.

– ?Por que pensaste que yo iba a sacarle alguna informacion sobre tu persona?

– Ya me habia comprobado que era un excelente secretario confidencial y que jamas le revelaria nada a nadie, a pesar de su debilidad por el sexo opuesto y no importaria que tan bella fuese -contesto Ven-, pero puede ser que te hice sospechar eso cuando tuviste el desatino de no dejar de hablar de tu almuerzo con el cuando cenamos…

– ?No deje de hablar de el? -Fabia estaba sorprendida, segura de que no hubiera podido ser tan mal educada.

– Asi me parecio -declaro Ven, pero luego aclaro-. Es que, hasta que te conoci, jamas habia sentido celos.

– ?Celos! -exclamo Fabia casi sin aliento-. ?Tu estabas celoso? ?Celoso de Lubor? -y no supo donde estaba ya que en ese momento, como si no le hubiera parecido estar sentado frente a la joven, en una silla, cuando tenia todo el sofa, Ven se cambio y se acomodo junto a ella. Luego, Fabia tenia un nudo en el estomago, la tomo de los brazos, cosa que no la ayudo a sentirse mejor y la hizo volverse hacia el. Y fue entonces que, mirandola a los ojos, le confeso.

– Si, celoso de Lubor Ondrus. Celoso, aunque no habia admitido que se trataba de ese sentimiento hasta hace poco -Fabia lo miraba, atonita, muda, cuando el solto uno de sus brazos, coloco el brazo sobre sus hombros y le pregunto con voz ronca-. Mi adorada Fabia, ?no te das cuenta de lo que siento?

– No estoy segura -ella no supo como logro encontrar las fuerzas para hablar. Luchaba por mantener los pies en la tierra que algo maravilloso, algo imposible; algo imposible y maravilloso estaba sucediendo, ?o no?

– ?Oh!, milacku -susurro el-. ?Tu no estas segura! ?No lo sabes, no puedes sentir que yo tampoco lo estoy? Por favor dame alguna esperanza -insistio-, porque aparte de la incertidumbre en mi

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