– ?Crees?

– No recuerdo haber manejado hasta mi casa. Pero cuando sali del auto y camine hacia la puerta me percate de que estaba cayendo bajo el embrujo de esa inglesa que habia sido una compania tan encantadora y agradable todo el dia.

– ?Oh! -exclamo ella, fascinada y con una sonrisa traviesa, pidio-. Sigue.

Era conmovedor verlo sonreir y la beso en la punta de la nariz por su imprudencia.

– Y asi me pasaba el dia pensando en ti, y no descansaba ni cuando trataba de dormir en las noches.

– Cuanto lo siento -dijo ella feliz.

– Se te nota -el se rio, y continuo-. En la manana decidi irme a Praga.

– ?Por mi culpa? -pregunto pasmada.

– ?Claro que por tu culpa!

– Pero, ?por que?

– Porque, aunque siempre habia permitido que se expresaran mis sentimientos, esa vez, por alguna razon que no podia comprender, sabia que no podia hacerlo contigo.

– ?Por lo de la entrevista? -adivino Fabia.

– Para ser sincero, moje mila

– ?Que quiere decir moje mila?

– Amor mio -le tradujo.

– Gracias -murmuro Fabia feliz y le recordo-, para ser sincero…

– Para ser sincero -repitio el-, me tenia sin cuidado lo que escribieras en tu entrevista. Lo que si me importaba era esa necesidad de obedecer a un instinto que me advertia que debia alejarme de ti.

– ?Es… estabas temeroso?

– ?Por que no? Jamas habia sentido la fuerza de esa emocion que llaman amor. Ese sentimiento que, incluso cuando habia planeado ir a Praga, y aunque habia admitido solo que me simpatizabas lo suficiente como para evitar mas problemas, me hizo darle instrucciones a Lubor…

– ?Acerca de mi auto? -bromeo ella.

– Eso era diferente -le contesto-. Despues de asegurarme de dejarlo bastante ocupado todo el fin de semana y sin esperar que pudieras ponerte en contacto con el para nada, le di instrucciones de que te ayudara en caso de que tuvieras algun problema.

– Pero aclarando que solo lo hiciera de manera impersonal.

– ?Aja! -confeso Ven-. No crei que te lo dijera. Claro que lo estaba haciendo por celos de nuevo -admitio.

– Yo crei que era porque no me tenias confianza y pensabas que yo iba a interrogar a Lubor acerca de tu vida personal.

– Amor mio -murmuro el y con sus besos borro cualquier herida, luego sacudio la cabeza y dijo burlandose de si mismo-. Y yo crei que yendo a Praga te eliminaria de mis pensamientos.

– No fue asi, me llamaste por telefono de Praga la noche siguiente -recordo ella con facilidad-. Pensaba que me llamabas por esa maldita y abominable entrevista, pero estabas de tan mal humor -callo al ver que el levantaba la ceja. Comprendio en ese momento que no lo perdonaria si le recordaba que ella tampoco habia sido muy dulce pero el no lo hizo y sonrio.

– ?Y por que no habria de estar de mal humor? -pregunto el-, te habia llamado solo porque sentia la necesidad de escuchar tu voz y, ?que habia conseguido por mi debilidad? Esa voz no perdio tiempo en informarme que habia salido a cenar la noche anterior con mi secretario.

– Valgame Dios, los celos…

– Si -admitio el-. Y como si no fuera suficiente tu, a pesar de que me estaba dando cuenta de que era idiota de mi parte enfurecerme porque tu y Lubor parecian caerse tan bien, tu que no le tienes ningun miedo a mi perro, de hecho aquel dia lo llevaste de paseo, parecias ya habertelo apropiado tambien. Decidi que era hora de regresar.

– Volviste por unos papeles.

– Menti.

– ?Oh! -ella quedo boquiabierta y entonces se le ocurrio algo-. ?Eres un demonio! -lo acuso con tono de adoracion-. Me preguntaste si ya me habian regresado el auto del taller, cuando lo tenias encerrado aqui bajo llave.

– Tu dijiste que planeabas ir a Praga. Para mi modo de pensar ya habias visto demasiado a Lubor y en ese momento decidi que alejarte de el era una excelente idea.

– Y por eso me invitaste en ese momento a llevarme en tu auto a Praga.

– Claro, y me enamore mas y mas almorzando contigo, cenando juntos, observando tu inocente regocijo mientras admirabas el reloj astronomico al dar la hora. Cuando te bese aquella noche, y acepte que te deseaba, comprendi que, estando la situacion tan explosiva, debia sacarte de alli y regresar contigo a Marianske Lazne.

– Pero no lo hiciste.

– Crei que iba a poder controlarme, pero al dia siguiente habiamos estado recorriendo Praga y regresamos a nuestra suite y te mire a los ojos y senti que me ahogaba. La unica manera en que podia protegerte era desapareciendo esa noche.

– Me dijiste que tenias un compromiso.

– ?Te acuerdas de todo?

– Te amo -volvio a decir ella con sencillez y recibio un beso de recompensa.

– ?Ay, adorado corazon! -Ven suspiro y la estrecho en sus brazos durante largos, largos minutos de felicidad.

– Si te sirve de consolacion -murmuro Fabia, un poco despues-, yo estaba verde de celos cuando saliste esa noche.

– ?De veras? -exclamo el retirando la cabeza para verla.

– Si, pero no quise admitirlo.

– Claro -asintio Ven, pero anadio para deleite de ella-. Y yo desde luego, no tenia ningun compromiso esa noche.

– ?En serio?

– De verdad. Queria quedarme contigo, pero por amor a ti, tenia que irme. Y tampoco me atrevi a regresar hasta estar seguro de que estabas dormida y de que no iba a caer en tentacion -muda, lo observaba con incredulidad-. Luego, anoche, despues de un dia sublime, salimos a cenar y yo empece a admitir que me estaba enamorando de ti.

– Pense que estabas un poco preocupado -murmuro ella feliz.

– Y yo -replico el acariciando su nariz-, pensaba que estabas un poco fria a ratos.

– Perdon -se disculpo-. Como defensa, solo puedo alegar que apenas me acababa de dar cuenta de que estaba enamorada de ti. Mi conciencia, sobre ese dolor de cabeza de la entrevista que me encargo Cara, no me dejaba en paz, porque te estaba yo enganando haciendote pensar que yo era ella.

– ?Ay mi pequena y adorable mujercita! -susurro el y por su tono ella sabia que la habia perdonado-. No se ni como decirte esto… -hizo una pausa, pero habia decidido obviamente, decirtelo todo-. Es un hecho, querida, que yo jamas le prometi una entrevista a tu hermana, ni a ninguna otra persona que representara a la revista Verity.

– ?Como?

– Si lo hubiera hecho puedes estar segura de que hubiera estado ese viernes para cumplir con lo prometido.

– ?Pero… pero Cara tenia una carta tuya! -Fabia trato de comprender y de aclarar el asunto-. Ella…

– Ella recibio una carta de Milada Pankracova, firmada por ella, pero…

– ?Tu no se la dictaste!

– Creo que fue lo ultimo que hizo antes de que dejara el trabajo.

– Tu la despediste -recordo Fabia.

– No hacia su trabajo como Dios manda. Sin embargo, cuando escuche que utilizaba un lenguaje despreciable con mi ama de llaves y que era grosera con Ivo, decidi que no era la persona que necesitaba.

– La despediste alli mismo.

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