conoce, de que no sabia cuales eran sus intenciones cuando se le echo encima?

– ?No sucedio asi! -ella intento discutir, pero de inmediato se dio cuenta de que no debia hacerlo. Con trabajo controlo su animo y le dijo honestamente-: Fue culpa mia, no la de el. El perro me indicaba que me quedara inmovil, pero…

– Enseneme su tobillo -la interrumpio el alto checoslovaco.

– No tengo…-debio ahorrarse la saliva ya que, sin importarle sus protestas, le senalo un lugar, en una columna, junto a la puerta donde ella debia poner su pie y se quedo parado esperando con impaciencia.

Ella iba a protestar, pero, como tenia otros asuntos mas importantes en que pensar, obedecio y coloco su pie en el borde, subiendose un poco el pantalon, le permitio que estudiara su media de color beige que no tenia ni un hilo corrido.

– No hay herida -comento Fabia mientras el hombre alto se inclinaba mas.

– ?Quitese la media!-le ordeno el.

– ?En serio! -protesto ella, enfadada, pero el la miro en tal forma que accedio-. Esta bien, esta bien -murmuro rapidamente mientras comprendia que si el era quien pensaba que era, entonces se estaba comportando de forma equivocada si es que esperaba le concediera la entrevista. Sin decir mas se quito la media.

Para su asombro, a pesar de que el dobermann apenas si la habia rozado con los dientes, pudo notar pequenas senales de rasgunos en ambos lados de su tobillo.

La mano del hombre era tibia, agradable y tersa sobre su piel mientras la examinaba inclinado, ella movia el pie de un lado a otro. Escucho que el musitaba algo que pudo haber sido una maldicion mientras analizaba la obra del perro, pero cuando termino, Fabia se puso de inmediato la media y puso el pie junto al otro.

El ya se habia enderezado y entonces ella, ansiosa de cambiar de tema, y a pesar de su torpeza y del endemoniado animal, decidio que seria conveniente explicarle el motivo de su visita. Sin embargo, iba a hacerlo con tacto.

– ?No sabe usted si la senorita Milada Pankracova ya regreso de…?

– ?Es amiga de ella! -se apresuro el hombre a concluir sin dejarla terminar.

Por Dios, ?donde habia quedado el encanto del dia anterior? Empezaba a creer que se lo habia imaginado.

– No la conozco -respondio calmada y decidio que era el momento de decir la verdad, aunque sabia que estaba diciendo mentiras-. Ella, la senorita Pankracova logro darme una cita para hacerle una entrevista al senor Vendelin Gajdusek el viernes pasado, solo que…

Una palabra aun mas feroz que la que habia musitado el antes vibro en el aire. Luego el hombre empezo a hacer preguntas, practicando su ingles.

– ?Se la concedio, eh? ?Eso hizo? -comento con frialdad. Y luego en voz alta-: ?Entrevista? -pregunto y entrecerrando los ojos, anadio-: ?Para que quiere usted entrevistarlo?

– Yo… trabajo para la revista Verity -mintio para aclarar la situacion.

– ?Es usted periodista!

El estaba enterado de que ella, o mas bien Cara, era periodista, penso disgustada, intuyendo que el era el hombre al que habia estado buscando. Siendo que el concedio la entrevista a la revista Verity, ?debia estar al tanto! pero como si se lo decia lo irritaria mas, solo respondio:

– Si -mintio cordialmente, pero sintiendose incomoda al hacerlo a pesar de su tono y anadio de inmediato-, este, usted, de casualidad, ?conoce al senor Gajdusek?

– Mejor que muchos -le confirmo y a Fabia le dio un brinco el corazon de emocion.

Estaba ahi, de pie, hablando con el famoso Vendelin Gajdusek. De alguna manera controlo su entusiasmo y se concentro lo mas que pudo en lo que tenia que hacer. Aunque antes que pudiera pedirle de nuevo la entrevista, Vendelin Gajdusek revelo que no habia olvidado, ni por un momento, como el dobermann le habia mordido el tobillo.

– Seria conveniente que entrara a la casa para ponerle antiseptico en esa herida.

– Ah, no tiene importancia -respondio ella, anadiendo sin pensar-. En mi profesion no es nada nuevo recibir uno o dos rasgunos de algun can exuberante -Santo Cielo, penso cuando vio como la estaba observando el, se suponia que era periodista-. Mis padres aparte de su pequena empresa tienen una perrera -explico rapidamente-. Siempre los ayudo cuando voy a visitarlos -esperando con toda su alma cubrir su error, prosiguio-. Mi padre insiste que me ponga la vacuna antitetanica cada ano.

Para su alivio, la explicacion habia sido, aparentemente, satisfactoria. De todas maneras, Vendelin Gajdusek no la interrogo mas, aunque seguia insistiendo en el antiseptico.

– Por aqui -le senalo y movio la cabeza para darle instrucciones al dobermann que no se habia movido de su lado. Con el perro mas cerca caminaron rodeando la casa hasta el fondo.

Una vez que entraron por la puerta trasera le dio otra orden al animal y mientras salia disparado, sin duda, a su lugar favorito dentro de la casa, el hombre, agresivo y sin encanto, la guio hasta la cocina.

– Mi ama de llaves sabra donde esta el equipo de primeros auxilios -la informo y luego la condujo por un pasillo y entro por una puerta de madera solida.

De inmediato reconocio a la mujer fornida, que torno a mirarlos desde el fregadero, que le habia abierto la puerta el viernes anterior. Fabia observo como el hombre dejo la correa del perro en la enorme mesa de la cocina, luego le dijo algo a la mujer quien abrio un cajon y saco de alli una caja de estano y se la entrego. El la tomo y luego presento a su ama de llaves.

– La senora Edita Novakova.

– Mucho gusto -murmuro Fabia, aunque sabia que la mujer no entendia ingles.

Pero el ama de llaves le sonrio con afecto, y luego le dijo algo a su patron, quiza debia hacer otra cosa fuera de alli y salio de la cocina.

– Sientese aqui -le ordeno Vendelin Gajdusek tornando hacia Fabia. Luego, cuando parecia que el era quien le iba a aplicar el antiseptico, cosa que ella podia hacer sola, le pregunto de nuevo su nombre.

Esa vez Fabia estaba preparada y no iba a cometer ningun error.

– Cara Kingsdale -respondio y, aunque al parecer el habia ignorado el hecho de que el dia anterior le habia dicho que se llamaba Fabia, de nuevo sintio una sensacion desagradable al tener que mentirle.

Para contrarrestar el sentimiento y mientras el colocaba el pie en un taburete y atendia el rasguno, ella abrio su bolsa y saco de alli el sobre que le habia entregado Cara. Como medio de presentacion y dado que la cita habia sido dada dos meses atras y el senor Gajdusek pudiera necesitar un recordatorio, saco la carta del sobre mientras el aplicaba una crema sobre sus heridas con manos suaves y sensuales.

Le puso de nuevo su media, coloco el pie en el taburete y fue a quitarse al fregadero el antiseptico de las manos. Pero le parecio mas alto que nunca cuando se paro a su lado, y miro dentro de sus verdes y grandes ojos.

– Muchas gracias, fue muy amable de su parte -murmuro ella cortesmente, pero sintiendose intimidada o seria su sensacion de culpa de nuevo, se puso de pie y le entrego la prueba de que ella era quien decia ser.

– Usted ha de tener una copia en el expediente, claro -senalo con amabilidad-, pero… -callo cuando el abrio la carta y empezo a leerla.

Lo vio fruncir el ceno con enojo mientras leia la pagina y se pregunto que quizas, a pesar de que hablaba tan bien el ingles, no lo leia con la misma facilidad.

Esas ideas desaparecieron de inmediato cuando la miro con un gesto penetrante.

– ?Segun esta carta, usted debio presentarse aqui el viernes pasado! -la acuso.

– Yo me presente -replico ella, pero comprendio que no le estaba haciendo ningun favor a Cara reclamando y ya no emitio el: 'pero usted no estaba aqui', que hubiera sido necesario anadir. Era obvio que el imbecil habia olvidado la entrevista y tambien Milada Pankracova o se la hubiera recordado.

Si Fabia habia esperado una disculpa, hubiera quedado desilusionada.

– Hmm -fue todo lo que respondio y entregandole la carta la contemplo de forma dura y la chica tuvo la sensacion de que era ella la que habia cometido el error.

Empezando a sentirse bastante fastidiada por el hecho de que el habia estado en Praga cuando ella habia ido a buscarlo el dia y a la hora correcta, se esforzo por disimular sus sentimientos. Pero no era justo, se dijo en silencio. Ella habia estado alli el viernes y el no.

Estaba recordando que el dia anterior habia pensado que Vendelin Gajdusek estaba en Praga, cuando de

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