Dom estudio en la universidad con el y le tiene plena confianza -prosiguio Erith con la intencion de decirle que Bliss tambien podia confiar en ese hombre.

– ?Habla ingles? -pregunto Bliss, resignada al hecho de que si no queria molestar a su enamorada hermana, tendria que acceder.

– Dom me conto que su amigo hizo un ano de postgrado en Oxford -contesto Erith y Bliss noto que habia cierta calidez en la voz de su hermana cada vez que esta mencionaba el nombre de su esposo.

– Bueno, me dara gusto conocer a su amigo -?que le podia decir? Trato de fingir entusiasmo mientras imaginaba que al dia siguiente por la tarde se quedaria en el hotel-. ?Crees que pueda llamarme muy temprano manana? -inquirio.

– Se pondria en contacto contigo esta noche -rio Erith y Bliss se percato de que la conocia mejor de lo que ella misma imaginaba-. Te va a llevar a cenar.

Bliss colgo despues de que Erith le informo que Quin Quintero la llamaria a las ocho. Tomo su reloj y se dio cuenta de que todavia faltaba mucho tiempo, asi que fue a darse un bano.

A los diez para las ocho, ya se habia puesto un vestido verde. Supuso que, como Quin Quintero estuvo en la universidad con su cunado, tambien debia tener treinta y seis anos.

Claro que eso no tenia importancia, se dijo mientras revisaba en el espejo que su ligero maquillaje estuviera perfecto y que su largo cabello rojo ya no necesitara mas arreglo. En ese momento se dio cuenta de que tenia mejor animo.

No seria un problema cenar con el aristocrata Quin Quintero, quien al parecer era un pilar de la sociedad peruana. Ademas, lo convenceria de que no necesitaba de su ayuda, sino que eran su hermana y su cunado quienes se preocupaban por ella.

Cuando el reloj dio las ocho en punto, Bliss espero a que alguien llamara de la recepcion para avisarle que un senor Quintero la esperaba abajo. Sin embargo, el telefono no sono y, un minuto despues, alguien llamo a la puerta. Era obvio que el senor Quintero habia preguntado en la recepcion el numero de la habitacion de ella, para buscarla en persona.

Bliss sonrio al abrir. Y cuando lo hizo… su sonrisa desaparecio. El hecho de que la expresion del alto hombre de ojos grises tambien se altera con rapidez fue pasado por alto por Bliss, quien pregunto con cortedad:

– ?Si? -entonces, se hizo la luz y lo entendio todo-. ?Oh, no… no usted! -exclamo Bliss.

– ?No lo puedo creer! -estaba igual de impresionado y molesto que ella. Bliss se irrito… algunos hombres que conocia se alegrarian mucho por llevarla a cenar.

– Usted no… -se interrumpio-. ?Es usted Quintin Quintero?

– Entonces es verdad -gruno el.

– ?Que es verdad?

– Que usted es la mujer, y cito, “dulce y gentil y con una agradable personalidad”, a quien he venido a llevar a cenar.

– Gracias por venir, senor -Bliss alzo la barbilla, desafiante-. Considere su deber cumplido -comento con arrogancia y vio que lo ojos de el relampagueaban-. No iria a cenar con usted ni por…

– ?Que edad tiene? -interrumpio Quintero.

– Veintidos anos -contesto… a pesar de que no queria hacerlo.

– Entonces actue como una mujer de su edad -rugio.

– ?Que…? -se quedo atonita.

– Deje de portarse como una nina y muestre agradecimiento de que su cunado…

– ?Vaya! -se quedo de una pieza.

– Su cunado, para no mencionar a su hermana, este preocupado por usted, por su salud, su delicado…

– ?Mi salud! -se enojo Bliss. Habia decidido que ya estaba harta de estar enferma y que a partir de ahora ya no lo estaria mas-. No hay nada de malo con mi salud -le espeto mientras miraba con fijeza al peruano de sombria expresion.

Sin decir nada, el la miro por debajo de su aristocratica nariz durante algunos segundos. De pronto, sus ojos brillaron con burla.

– ?Y tampoco hay nada de malo con su apetito? -comento y de inmediato Bliss se puso a la defensiva. Ahora que el ya no estaba enojado la chica no confiaba mucho en esa sorna.

– ?A que se refiere con eso? -inquirio con hostilidad.

– ?Desea que llame a su hermana y le diga que no cenamos juntos porque usted no tenia hambre? -se encogio de hombros.

Bliss abrio la boca por la sorpresa. Que hombre tan… Recobro la compostura y estuvo apunto de decirle que lo hiciera, cuando recordo como se preocupo Erith cuando Bliss tuvo pulmonia, como la cuido y la alento para que recobrara el apetito. Bliss odio a Quin Quintero porque el tenia la ventaja… y parecia ser consciente de ello.

– ?Eso es un chantaje! -exclamo Bliss, furiosa. Demasiado tarde se dio cuenta de que cayo mas en poder de ese hombre al confirmar que no queria que su hermana se preocupara. Tarde se percato de que debio sugerirle que se fuera al demonio.

– No, tan solo estoy cumpliendo con mi palabra -declaro Quin Quintero-. Mire -prosiguio sin temor de ofenderla-, yo no deseo mas que usted llevar a cabo este ejercicio. Pero Domengo de Zarmoza es muy buen amigo mio desde hace anos -aclaro muy bien la situacion-, y le he asegurado que, como usted es ahora un miembro de su familia, seria un placer para mi llevarla a cenar y ponerme a su disposicion si llega a tener cualquier problema.

Bliss supuso que solo tenia un problema… el. Sin embargo, se daba cuenta de que, o lo acompanaba para que el pudiera cumplir su promesa a su viejo amigo, o el le hablaria por telefono a Dom de inmediato. Lo cual le provocaria pesadillas a Erith y tal vez ella y su esposo interrumpirian su luna de miel para volar para Lima y asegurarse, personalmente, de que Bliss estaba bien.

– Esto es ridiculo -replico Bliss y, como no tenia opcion, tomo su bolso y salio del cuarto.

Sin pronunciar una palabra mas, caminaron hacia los ascensores. Si era algo ridiculo se molesto Bliss. No queria cenar con ese hombre ni el queria cenar con ella. ?Y que estaban haciendo? ?Yendo a cenar juntos?

Quin Quintero decidio que podrian cenar en el mismo hotel en el que estaban hospedados, y eso fue obvio porque el ascensor se detuvo e el piso donde estaba el restaurante. Ambos salieron.

Ya estaban terminando casi de comer el primer platillo y no se habian vuelto a dirigir la palabra. De pronto, Bliss fue consciente de que Quin Quintero la estudiaba. Alzo la vista con rapidez y se percato de que el le observaba el cabello rojizo:

El le quito la vista de encima y le pregunto con calma:

– ?Puedo ayudarla en algo, senorita?

– No, gracias senor -contesto con cortesia y frialdad, antes de tomar una cucharada de sopa.

Llego el segundo plato y Bliss empezaba a cortar su filete, cuando el comento con voz suave:

– Espero que no haya tenido que cancelar una cita para cenar con otra persona.

Bliss lo miro con fijeza, con sus ojos grandes y verdes. Cerdo, penso. Sabia muy bien, por su tono desdenoso, que se referia a la ocasion en que parecio que ella estaba dejando que el senor Videla la “sedujera”.

Mas no se rebajaria a darle una explicacion de su amistad pasajera con el senor Videla y su esposa. Sin parpadear siquiera, replico con dulzura:

– No tenia ninguna cita para esta noche -y dejo que el intuyera que, de tener otro compromiso, no estaria en ese momento en su compania.

Se dio cuenta de que el asi lo asumio. Sin embargo, no entendio, cuando el hizo una mueca como si lo que ella dijo lo divirtiera mucho de pronto. Claro que el no sonrio y Bliss aparto la vista de la boca de hombre, que, por cierto, era muy atractiva.

Cuando volvio a verlo, de nuevo estaba muy serio. No obstante, Bliss se sorprendio a si misma al hacerle la misma pregunta, cuando ella no estaba interesada en saber la respuesta:

– ?Y usted, senor? ?Acaso tuvo que cancelar una cita para poder cumplir su promesa a mi cunado y cenar conmigo esta noche?

Quin Quintero la miro con desprecio durante una larga pausa.

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