caminando bulevar arriba. Me puse a hacer dedo. Los coches pasaban de largo. Entonces uno paro. Subi en el.

– ?Hank!

Era un viejo amigo, Timmy Hunter. Habiamos ido juntos al City College de Los Angeles.

– ?Que andas haciendo, Hank?

– Buscando un trabajo.

– Yo voy a la universidad. ?Que te ha pasado en la cara?

– Las garras de una mujer.

– -?Si?

– Si. Timmy, necesito un trago.

Timmy aparco en el primer bar. Entramos y pidio dos botellas de cerveza.

– ?Que clase de trabajo andas buscando?

– De chico de los recados, mozo de almacen, guardian nocturno…

– Escucha, tengo algo de dinero en casa. Conozco un buen bar en Inglewood. Podemos ir alli.

Vivia con su madre. Entramos y la vieja me miro por encima del periodico:

– Hank, no iras a emborrachar a Timmy.

– ?Que tal esta, senora Hunter?

– La ultima vez que tu y Timmy salisteis juntos, acabasteis los dos en la comisaria.

Timmy dejo sus libros en el dormitorio y salio.

– Vamonos -dijo.

Tenia un decorado hawaiano, muy florido. Un hombre estaba al telefono:

– Tienes que encontrar a alguien que venga a por el camion. Yo estoy demasiado borracho para conducir. Si, ya se que he perdido el maldito trabajo. ?Solo ven aqui y llevate el camion!

Timmy pagaba, ambos bebiamos. Su charla era buena. Una rubita me estaba echando miradas y ensenandome pierna. Timmy hablaba y hablaba. Hablaba del City Co-llege: de como guardabamos las botellas de vino en nuestro pupitre; de Popoff y sus pistolas de madera; de Popoff y sus pistolas de verdad; de como disparamos a la quilla de una barca en Westlake Park y se hundio; de cuando hicimos la huelga en el gimnasio del colegio…

Las bebidas siguieron circulando. La chavalita rubia se fue con algun otro. La maquina de discos no dejaba de sonar. Timmy charlaba. Se estaba haciendo de noche. Estabamos superintoxicados, bajamos dando tumbos por la calle en busca de otro bar. Eran las 10 de la noche. Apenas nos podiamos tener en pie. La calle estaba llena de automoviles.

– Oye, Timmy, vamos a descansar.

Aparecio ante mi vista. Una funeraria, grande como una mansion colonial, con luces intermitentes en la fachada, y unas anchas escaleras blancas que subian al porche de entrada.

Timmy y yo subimos hasta la mitad de las escaleras. Entonces le tumbe con cuidado sobre un escalon. Le estire las piernas y le puse los brazos junto al cuerpo. Luego me eche yo en similar posicion en el escalon inferior al de Timmy.

13

Me desperte en una habitacion. Estaba solo. Apenas estaba comenzando a amanecer. Hacia frio. Estaba en mangas de camisa. Trate de pensar. Me levante del dura camastro, me acerque a la ventana. Tenia rejas. Se veia el Oceano Pacifico (de algun modo habia llegado a Malibu). El guardian vino una hora mas tarde, repartiendo platos de metal y tazas. Me paso el desayuno. Me sente y comi, escuchando el sonido del oceano.

Cuarenta y cinco minutos mas tarde me sacaron afuera. Habia una pandilla de hombres esposados en fila. Fui hasta el final de la fila y extendi mis manos. El guardia dijo: -Tu no. Me pusieron mi propio par de esposas. Dos oficiales me metieron en un coche patrulla y me sacaron de alli.

Llegamos a Culver City y aparcamos detras del juzgado. Uno de los policias salio conmigo. Entramos por detras y nos sentamos en la primera fila del tribunal. El poli me quito las esposas. No vi a Timmy por ningun lado. Siguio la habitual espera hasta que llegase mi turno. Mi caso era el segundo.

– Se le acusa de intoxicacion en publico y bloqueo de trafico. Diez dias o treinta dolares.

Admiti mi culpabilidad aunque no sabia muy bien a que venia eso de bloquear el trafico. El policia me llevo escaleras abajo y me metio en el asiento trasero del coche patrulla.

– Has salido bien parado -me dijo-. Provocasteis un atasco de trafico de una milla de largo. Ha sido el peor atasco de trafico en toda la historia de la ciudad de Ingle-wood.

Entonces me llevaron a la carcel del condado de Los Angeles.

14

Aquella noche llego mi padre con los treinta dolares. Cuando salimos, sus ojos estaban humedos.

– Has provocado la desgracia de tu madre y la mia tambien -dijo. Por lo visto conocian a uno de los policias, y este le habia preguntado:- Senor Chinaski, ?que esta haciendo su hijo aqui?

– ?Me avergonzo tanto! Pensar esto, mi propio hijo en prision.

Bajamos hasta su coche, entramos. Nos alejamos de alli. Todavia seguian cayendole lagrimas.

– Ya es bastante malo que no quieras servir a tu pais en tiempo de guerra…

– El psiquiatra me dio como inutil.

– Hijo mio, si no hubiese sido por la primera guerra mundial nunca hubiese conocido a tu madre y tu nunca hubieras nacido.

– ?Tienes un cigarrillo?

– Ahora te encarcelan. Una cosa como esta puede matar a tu madre.

Pasamos junto a algunos bares baratos del bajo Broadway.

– Oye, vamos a parar a echar un trago.

– ?Que? ?Quieres decir que vas a tener el valor de beber luego de salir de la carcel culpado de intoxicacion?

– Es cuando mas necesitas un trago.

– Ni se te ocurra decirle a tu madre que has querido beber despues de salir de la carcel -me advirtio.

– Tambien necesito un pedazo de culo.

– ?Que?

– Digo que tambien me gustaria un buen cono.

Estuvo a punto de pasarse un disco en rojo. Circulamos en silencio.

– Por cierto -dijo finalmente-. ?Supongo que sabras que la fianza de la carcel sera anadida a la cuenta por tu habitacion, comida y lavanderia!

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