15

Encontre un trabajo en un almacen de recambios para automoviles, justo al lado de Flower Street. El encargado era un tipo feo y de gran estatura sin rastro de culo. Siempre me contaba como se habia follado a su mujer la noche anterior.

– Me folle a mi senora la noche pasada. Pasa primero ese pedido de Williams Brothers.

– Se nos han acabado las junturas K-3.

– Pues devuelve el pedido.

Yo sellaba un «pedido devuelto» en la etiqueta de empaquetado y lo despachaba.

– Me folle a mi senora la noche pasada.

Cerraba con cinta adhesiva las cajas, las etiquetaba y pegaba el franqueo necesario en sellos.

– Fue un polvo de puta madre.

Tenia un bigote arenoso, cabello arenoso, y no tenia culo.

– Se meo cuando acabo de correrse.

16

Mi cuenta por habitacion, pension completa, lavanderia, etc., era ya tan alta por aquellos dias que me costo muchos cheques de salarios el saldarla. Me quede hasta ese dia y luego me mude. Los precios de mi casa eran excesivos para un pobre asalariado como yo.

Encontre una pension cerca de mi trabajo. La mudanza no fue muy dificultosa. Todas mis pertenencias no alcanzaban a llenar una maleta…

Mama Strader era mi casera, una pelirroja apagada con buena pinta, muchos dientes de oro y un novio ya maduro. La primera manana me hizo entrar en la cocina y me dijo que me serviria un whisky si iba al patio trasero y alimentaba a las gallinas. Lo hice y luego me sente a beber en la cocina con Mama y su novio, Al. Llegue una hora tarde al trabajo.

La segunda noche escuche unos golpecitos en mi puerta. Era una tia gorda de unos cuarenta y pico anos. Sostenia una botella de vino.

– Vivo en la planta baja. Me llamo Martha. Te he oido escuchar esa musica tan buena todo el rato. Pense que a lo mejor te apetecia una copa.

Martha entro. Llevaba puesto un batin verde descolorido, y despues de unos pocos vinos empezo a ensenarme sus piernas.

– Tengo unas buenas piernas.

– Yo soy un hombre de piernas.

– Mira mas arriba.

Sus piernas eran muy blancas, gordas, blandorras, con protuberantes venas purpureas. Martha me conto su historia.

Era puta. Se hacia los bares de las afueras y el centro. Su principal fuente de ingresos era el dueno de unos grandes almacenes.

– Me da dinero. Y entro en sus almacenes y cojo lo que quiero. Los vendedores no me dicen nada. El les ha dicho que me dejen tranquila. No quiere que su esposa sepa que yo tengo un polvo mejor que el suyo.

Martha se levanto y puso la radio. Muy alta.

– Soy buena bailarina -dijo-. ?Mira como bailo!

Se meneaba con su toldilla verde, agitando las piernas. No era tan excitante como decia. Al poco rato tenia el batin por encima de su cintura y andaba moviendo el trasero delante de mi cara. Los pantys rosados tenian un gran agujero en la nalga derecha. Entonces el batin cayo al suelo y ella se quedo solo en pantys. Siguieron los pantys, que fueron a reunirse torpemente con el batin, y ella siguio meneandose. Su triangulo de vello pubico estaba casi oculto por su barriga flacida y bamboleante.

El sudor estaba haciendo que se le corriese el maquillaje. De repente se estrecharon sus ojos. Yo estaba sentado en el borde de la cama. Se arrojo encima mio antes de que yo pudiera reaccionar. Su boca abierta presionaba la mia. Sabia a esputo y a cebollas y a vino rancio y (me imaginaba) el semen de cuatrocientos hombres. Empujo su lengua dentro de mi boca. Estaba espesa de saliva, me ahogaba y la eche fuera con una nausea. Se puso de rodillas, me abrio la bragueta y en un segundo mi floja picha estaba en su boca. Chupaba y movia la cabeza. Martha llevaba una pequena cinta amarilla en su corto pelo grisaceo. Tenia pecas y grandes lunares marro-nes en su cuello y mejillas.

Mi pene se alzo; ella grunia, me mordio. Grite, la agarre del pelo, la aparte de mi. Me levante en el centro de la habitacion, herido y aterrorizado. En la radio sonaba una sinfonia de Mahler. Antes de que pudiera hacer nada, ella estaba otra vez de rodillas mamandomela. Me estrujaba los huevos sin piedad con ambas manos. Su boca se abrio, me atrapo; su cabeza subia, bajaba, chupaba. Dandole un tremendo tiron a mis pelotas al tiempo que casi cercenaba mi polla por la mitad, me forzo a echarme al suelo. Los sonidos de succion invadian la habitacion mientras en mi radio sonaba Mahler. Me sentia como si estuviese siendo devorado por una fiera inclemente. Mi picha se levanto, cubierta de esputo y sangre. La vista de la misma la hizo caer en el frenesi. Senti como si se me estuviesen comiendo vivo.

Si me corro, pense desesperado, nunca me lo perdonare.

Mientras me doblaba para tratar de apartarla de un tiron en el pelo, ella me agarro otra vez los huevos y los estrujo sin contemplaciones. Sus dientes parecian tijeras en mitad de mi polla, como si quisiera cortarmela en dos. Pegue un alarido, solte su pelo, cai de espaldas. Su cabeza subia y bajaba incansable. Estaba convencido de que la chupada podia ser oida en toda la pension.

– ?No! -chille.

Persistio con inhumana furia. Empece a correrme. Era como succionar la medula de una serpiente atrapada. Su furia estaba mezclada con locura; sorbio la esperma gorgoteando.

Continuo lamiendo y mamando.

– ?Martha! ?Para ya! ?Se acabo!

No le dio la gana. Era como si toda ella se hubiese convertido en una gran boca devoralotodo. Continuo chupando y bombeando. Siguio, siguio. -?No! -aulle otra vez… Esta vez se la bebio como un batido de vainilla por una pajita.

Me desmaye. Ella se levanto y comenzo a vestirse. Se puso a cantar:

Cuando una nena de Nueva York dice buenas noches Ya es madrugada pasada

Buenas noches, dulzura Ya es madrugada pasada

Buenas noches, dulzura

El lechero vuelve ya a su casa…

Doble mis piernas, rebusque en mis pantalones y encontre mi cartera. Saque cinco dolares, se los alcance. Ella los cogio, se los introdujo por el escote del batin, entre las tetas, me agarro juguetona las pelotas una vez mas, las apreto, las dejo y se fue de la habitacion bailando un vals.

17

Habia trabajado el tiempo suficiente como para ahorrar lo que me pudiera costar un billete de autobus a cualquier otra ciudad, mas unos cuantos dolares para arreglarmelas cuando llegase. Deje mi trabajo, cogi un mapa de los Estados Unidos y lo mire por encima. Decidi irme a Nueva York.

Me lleve cinco botellas de whisky en la maleta para el viaje. Cuando alguien en el autobus se sentaba a mi lado y comenzaba a hablarme, yo sacaba la botella y me pegaba un largo trago. Me dejaban tranquilo.

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