quedaba un misterio por resolver, porque no se habia hecho justicia. Y sabia que como algunas de estas carpetas tenian mas de treinta anos, seguramente el era la ultima esperanza que les quedaba a las victimas y a sus familiares. Ahora mismo, solo habia un caso en el que estuviera progresando realmente: el de Tommy Lytle.

Tommy Lytle era el caso sin resolver mas antiguo de Grace. Cuando tenia once anos, hacia ahora veintisiete, Tommy habia salido del colegio una tarde de febrero, en direccion a su casa. Nadie habia vuelto a verlo. En su momento, la unica pista que se tuvo fue una furgoneta Morris, vista por un testigo que habia tenido el aplomo de anotar la matricula, pero no habia podido relacionarse con la desaparicion al propietario, un bicho raro y solitario con un historial de delitos sexuales contra menores. Y ahora, hacia dos meses, por pura coincidencia, la furgoneta habia aparecido en el radar de Grace cuando la policia paro al propietario actual del vehiculo, un entusiasta de los coches clasicos, por conducir borracho.

Los avances de la ciencia forense en veintisiete anos eran mayusculos. Con las modernas pruebas de ADN, los cientificos forenses de la policia alardeaban, no sin razon, de que si un ser humano habia estado alguna vez en una habitacion, por muchos anos que hubieran pasado, y si se les daba tiempo, podian encontrar las pruebas que lo demostrarian. Tan solo una celula epidermica que hubiera escapado a la aspiradora, o un cabello, o una fibra de tejido. Quizas algo cien veces mas pequeno que la cabeza de un alfiler. Habria un rastro.

Y ahora tenian la furgoneta.

Y el sospechoso original seguia vivo.

Los forenses habian examinado la furgoneta con microscopios, pero, de momento, como concluia un informe decepcionante del laboratorio que Grace habia leido la noche anterior, no habian encontrado nada que relacionara la furgoneta con el desaparecido. El equipo forense de la escena del crimen habia encontrado un cabello humano, pero el ADN no coincidia.

No obstante, hallarian algo en esa maldita furgoneta, Grace estaba decidido, aunque tuviera que inspeccionar el vehiculo milimetro a milimetro el mismo con unas pinzas.

Bebio un sorbo de su botella de agua mineral e hizo una mueca al notar el sabor -o la falta de sabor-, la pura insipidez, ligeramente metalica, del liquido que bebia para intentar deshacerse del habitual galon de cafe que ingeria al dia. Luego, enrosco el tapon y se quedo mirando las nubes de lluvia que estaban formandose, compactas como el sebo, suspendidas sobre el bloque gris del tejado del Asda que habia al otro lado de la calle y que ocupaba gran parte de la vista. Pensaba en manana.

Manana era jueves y tenia una cita -no como la ultima cita a ciegas desastrosa con una psicopata, concertada a traves de una agencia de Internet-, sino una cita real con una mujer hermosa. Estaba deseandolo y a la vez nervioso. Estaba inquieto por que ponerse, adonde llevarla, por si tendria suficiente que decirle.

Y estaba preocupado por Sandy, por lo que pensaria sobre que saliera con otra mujer. Sabia que era absurdo tener aquellos pensamientos despues de casi nueve anos, pero no podia evitarlo. Igual que tampoco podia evitar preguntarse, casi a cada momento de su vida, donde estaba, que le habia sucedido. Si estaba viva o muerta.

Cogio la botella de Evian y bebio otro trago, despues miro, por encima de los fajos de papeles descontrolados que tenia sobre la mesa, a la pantalla del ordenador y, luego, bajo la vista al fajo de periodicos de aquella manana. El titular del que estaba encima del todo, el rotativo local Argus, le grito: «Dos muertos en persecucion policial».

Tiro los periodicos al suelo y repaso el ultimo aluvion de mensajes de correo electronico. Aun intentaba cogerle el tranquillo al nuevo software Vantage para el sistema informatico del cuerpo, que era mucho mas facil de utilizar que el Green-Screen al que habia sustituido. Grace se sento frente al ordenador del registro de incidentes para ver que habia ocurrido durante la noche, algo que normalmente habria hecho a primera hora, pero hoy habia tenido que preparar la rueda de prensa.

No habia nada fuera de lo normal, solo los residuos de siempre de una noche y una manana de mediados de semana en Brighton. Un punado de atracos, allanamientos, robos de coches, un asalto a una tienda de ultramarinos que abria toda la noche, una pelea en un pub, una discusion domestica, unos cuantos accidentes de coche -sin victimas mortales-, un aviso en una tierra de labranza cerca de Peacehaven para investigar un objeto sospechoso. Ningun incidente grave, ningun delito importante, nada que captara su interes.

Bien. Apenas habia estado en el despacho la semana anterior, aparte de unas horas que habia tenido que dedicar a preparar el juicio contra un maleante de la ciudad, y necesitaba unos dias para ponerse al dia con el papeleo.

Sincronizo su Blackberry con el ordenador y consulto la agenda. Aun estaba despejada. Eleanor Hodgson, su secretaria -o ayudante de apoyo a la gestion, como dictaba ahora la correccion politica-, habia cancelado todas sus citas para dejar que se concentrara en su caso y en el juicio. Pero sabia, para su pesar, que pronto se le llenaria bastante la agenda.

Casi de inmediato llamaron a la puerta, que se abrio. Eleanor entro. Correcta y nerviosa, de cincuenta y tantos anos, parecia la tipica inglesa que Grace imaginaba que podia encontrarse tomando el te en casa del parroco, y no es que el hubiera ido alguna vez. Despues de tres anos trabajando para el, Eleanor seguia siendo indefectiblemente cortes y un poco formal, como si le diera miedo molestarle, aunque a Grace no se le ocurria por que.

Le tendio un fajo de periodicos como si le preocupara que pudieran contaminarla.

– Oh, Roy -dijo-. Yo, mm… Son las ultimas ediciones de algunos de los periodicos de la manana. He pensado que quizas querrias verlas.

– ?Algo nuevo?

– Mas de lo mismo. El Guardian incluye una cita de Julia Drake, de la Comision Independiente de Quejas Policiales.

– Ya imaginaba que no tardarian mucho. Zorra farisaica de mierda.

Eleanor se estremecio al oir la palabrota, luego sonrio nerviosamente.

– Creo que todo el mundo esta siendo un poco duro contigo.

Grace miro su agua, anhelando de repente una taza de cafe. Y un cigarrillo. Y una copa. Ya casi era la hora de comer y normalmente intentaba no beber hasta la noche, pero le daba la impresion de que hoy iba a romper esa regla. La Comision Independiente de Quejas Policiales. Genial. ?Cuantas horas de su vida iba a consumirle en los meses venideros? Sabia que era inevitable que intervinieran, pero tener la confirmacion le parecio, de repente, que lo empeoraba todo.

Sono el telefono. Contesto mientras Eleanor se quedaba alli, y oyo el acento seco de Manchester del inspector jefe.

– Bien hecho, Roy -dijo Gary Weston, y sono mas que nunca como su superior-. Te has desenvuelto bien.

– Gracias. Ahora tenemos que enfrentarnos a la CIQP.

– Nos encargaremos. ?Estas libre a las tres?

– Si.

– Ven a mi despacho, redactaremos un informe para ellos.

Grace le dio las gracias. En cuanto colgo, el telefono volvio a sonar. Esta vez llamaban de la sala de control de la policia. Era una funcionaria llamada Betty Mallet, que llevaba alli mas tiempo de lo que recordaba.

– Hola, Roy, ?como te va? -le pregunto.

– He estado mejor -contesto el.

– Tengo una peticion del Departamento de Investigacion Criminal de Peacehaven para que un investigador se persone de inmediato en la escena de una investigacion. ?Estas libre?

Grace se quejo en silencio. ?Por que no habia podido llamar a otra persona?

– ?Que puedes contarme?

– Una mujer paseaba a su perro esta manana por una tierra de labranza entre Peacehaven y el pueblo de Piddinghoe. El perro echo a correr y volvio con una mano humana en la boca. El Departamento de Investigacion Criminal ha subido hasta alli con perros de rastreo y han localizado mas partes de un cuerpo, al parecer llevaba muerto poco tiempo.

Como todos los detectives, Grace tenia una bolsa de deporte de piel preparada con un traje protector, chanclos, guantes, una linterna y otros objetos esenciales del equipamiento de la escena del crimen.

– De acuerdo -dijo, mirando con resignacion la bolsa en el suelo. No necesitaba aquello, no lo necesitaba en absoluto-. Indicame el lugar exacto, llegare dentro de veinte minutos.

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