llegado a enamorarse de ella? ?Podria haber llegado a pensar en algo semejante?

Ennius movio la cabeza en un gesto casi imperceptible senalando a Pola.

Arvardan contemplo al Procurador Ennius con expresion sorprendida durante unos momentos. Despues movio velozmente un brazo y agarro por el cuello a la mas elevada autoridad imperial existente en la Tierra. Ennius tiro desesperada e inutilmente de las robustas manos de su agresor.

—?Considerese…, arrestado, doctor … Arvardan —jadeo Ennius.

La puerta volvio a abrirse y el coronel fue hacia ellos.

—Su Excelencia, la chusma de la Tierra ha vuelto.

—?Como? ?Es que Balkis no hablo con sus funcionarios? Se suponia que iba a hacer los arreglos necesarios para permanecer una semana en el fuerte sin que hubiese disturbios.

—Hablo con ellos, y sigue aqui; pero la turba tambien esta aqui. Todo esta preparado para hacer fuego contra los terrestres, y en mi calidad de comandante militar es precisamente lo que aconsejo que se haga. ?Tiene alguna sugerencia que hacer al respecto, Su Excelencia?

—No disparen hasta que haya hablado con Balkis. Haga que venga aqui. —Ennius se volvio hacia Arvardan —. Despues me ocupare de usted, doctor Arvardan.

Balkis entro en la habitacion con una sonrisa en los labios. Hizo un reverencia formal a Ennius, quien respondio con una ligera inclinacion de cabeza.

—Me han informado de que sus hombres han ocupado todos los caminos que llevan al Fuerte Dibburn —dijo el Procurador sin perder tiempo en mas preambulos—. Esto no era lo convenido, Balkis. No queremos derramar sangre, pero nuestra paciencia tambien tiene un limite. ?Puede conseguir que se dispersen pacificamente?

—Por supuesto, Su Excelencia…, si lo deseo.

—?Si lo desea…? Sera mejor que lo desee…, ?e inmediatamente!

—?De ninguna manera, Su Excelencia! —respondio el secretario mientras sonreia y estiraba un brazo. Su voz se habia vuelto brutalmente cortante. Habia estado contenida durante demasiado tiempo, y por fin podia desahogarse—. ?Estupido! Ha esperado demasiado y ahora puede morir por eso…, o vivir como un esclavo, si lo prefiere, pero recuerde que no sera una existencia facil.

El salvajismo y el fervor con que fueron pronunciadas aquellas palabras no parecieron afectar a Ennius. Incluso ahora y ante lo que indudablemente era el golpe mas violento recibido por el Procurador del Imperio a lo largo de toda su carrera, la serenidad del diplomatico profesional no le abandono; y el unico efecto visible fue que la expresion de Ennius se volvio un poco mas cansada que de costumbre.

—Asi que mi cautela al fin me ha hecho cometer un error espantosamente grave, ?eh? ?La historia del virus era…, era cierta? —En el tono de voz de Ennius habia algo extrano, una especie de distanciamiento distraido—. Pero la Tierra, usted mismo… Todos son mis rehenes.

—?Nada de eso! —grito Balkis al instante con voz triunfal—. Usted y los suyos son mis rehenes—. El virus que se esta diseminando ahora por el universo no ha olvidado la Tierra; y el aire que se respira en todas las guarniciones imperiales del planeta, la del Everest incluida, ya ha sido concienzudamente contaminado con el. Los terrestres somos inmunes, ?pero que tal se encuentra usted, Procurador? ?Se siente debil, nota reseca la garganta, empieza a dolerle la cabeza como si tuviera fiebre…? No tardara mucho en notar todos esos sintomas, ?sabe? ?Y solo puede obtener el antidoto de nuestras manos!

Ennius guardo silencio y de repente sus delgadas facciones adoptaron una expresion increiblemente altiva.

—Doctor Arvardan, comprendo que debo pedirle disculpas por haber dudado de su palabra —dijo con rigida cortesia volviendose repentinamente hacia el arqueologo—. Doctor Shekt, senorita Shekt … les ruego que me perdonen.

—Muchas gracias por sus disculpas —respondio Arvardan mostrando los dientes— Nos resultaran muy utiles a todos.

—Tengo sobradamente merecido su sarcasmo —dijo el Procurador—. Ahora, si me lo permiten volvere al Everest para morir con mi familia. Todo posible compromiso con este…, este hombre es inconcebible, naturalmente. No dudo que los soldados imperiales destacados en la Tierra sabran comportarse dignamente antes de morir, y seran muchos los terrestres que podran precedernos por los caminos de la muerte. Adios.

—Un momento, un momento… No se vaya aun.

La cabeza de Ennius giro muy, muy despacio para volverse hacia el lugar del que procedia la voz del recien llegado.

Y Joseph Schwartz atraveso el umbral muy, muy despacio. Su frente estaba llena de arrugas, y se tambaleaba ligeramente a causa del cansancio.

El secretario se puso tenso y retrocedio de un salto, pero enseguida se enfrento al hombre llegado del pasado contemplandole con una subita mezcla de alarma y desconfianza.

—?No podra arrancarme el secreto del antidoto! —grito—. Solo ciertos hombres lo tienen, y no son los mismos que han sido adiestrados en su utilizacion. Todos ellos estan ocultos en un lugar seguro, donde permaneceran fuera de su alcance durante el tiempo que necesite la toxina para surtir su efecto.

—Ya estan fuera de nuestro alcance —asintio Schwartz—, pero no por el tiempo que podria tardar la toxina en surtir efecto. Vera, ya no hay toxina y tampoco hay ningun virus que destruir…

Aquella revelacion tan inesperada no fue aceptada en todo su significado, y la mente de Arvardan concibio una idea desconcertante. ?Y si habia sido enganado, y si todo aquello solo habia sido una burla gigantesca que tambien habia incluido al secretario? En ese caso, ?cual podia haber sido el motivo?

—?Vamos, expliquese! —exclamo Ennius—. ?Que quiere decir?

—No es muy complicado —dijo Schwartz—. Cuando estuvimos aqui ayer por la noche comprendi que no conseguiria nada quedandome sentado y escuchando, asi que pase un buen rato manipulando con mucha delicadeza la mente del secretario… Tenia que ser lo mas discreto posible porque temia ser descubierto, ?comprenden? Al final Balkis pidio que me sacaran de la sala. Era justo lo que yo deseaba, naturalmente, y el resto resulto muy facil. Dormi a mi guardia y parti rumbo al aerodromo. La fortaleza se encontraba en estado de alerta. Las aeronaves estaban cargadas de combustible, armadas y listas para emprender el vuelo. Los pilotos estaban esperando impacientes. Escogi a uno…, y despegamos con rumbo a Senloo.

El secretario dio la impresion de que queria decir algo. Sus mandibulas se movieron, pero no llegaron a emitir ningun sonido.

—?Pero usted no podia obligar a nadie a pilotar un avion! —exclamo Shekt—. Lo maximo que podia hacer con el control mental era obligar a alguien a caminar.

—Cierto…, cuando he de trabajar contra la voluntad de alguien; pero la mente del doctor Arvardan me habia revelado lo mucho que odian los nativos de Sirio a los terrestres. Busque un piloto que hubiese nacido en el Sector de Sirio, y acabe decidiendome por el teniente Claudy.

—?El teniente Claudy? —exclamo Arvardan.

—Si… Oh, asi que conoce al teniente. Ya veo… Su imagen esta muy clara en su mente.

—Ya lo creo… Siga, Schwartz.

—Ese oficial aborrece a los terrestres con un odio tan intenso que incluso yo tuve dificultades para comprenderlo a pesar de que estaba en contacto con su mente. Deseaba bombardearlos, destruirlos… Lo unico que lo retenia impidiendole partir inmediatamente en su aeronave era la disciplina militar. Ese tipo de mente es muy particular, ?saben? Basto con un poco de sugestion y con aplicar un pequeno impulso, y la disciplina dejo de ser capaz de contener al teniente. Creo que ni tan siquiera se dio cuenta de que subia a la aeronave con el…

—?Y como consiguio localizar Senloo? —pregunto Shekt.

—En mis tiempos habia una ciudad llamada San Luis[1], situada en la confluencia de dos grandes rios — respondio Schwartz—. Encontramos Senloo sin dificultad. Era de noche, pero habia un manchon oscuro perdido en un mar de radiactividad…, y el doctor Shekt habia dicho que el Templo era un oasis de terreno normal. Dejamos caer una bengala…, o por lo menos esa fue la sugerencia mental que hice al teniente Claudy, y la luz revelo un edificio en forma de estrella de cinco puntas. Coincidia con la imagen que habia captado en la mente del secretario. En el sitio donde estaba ese edificio ahora solo hay un crater de treinta metros de profundidad. Eso ocurrio a las tres de la madrugada. No se llego a lanzar ni un solo cohete lleno de virus, y el universo vuelve a ser libre.

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