diversos obstaculos. En primer lugar, tenia que sorprenderlo en la gala antes de su cita de medianoche y forzarlo a admitir su culpa en publico. Pero eso parecia ser lo de menos, ya que no tenia invitacion para asistir a esta velada rodeada de guardias de seguridad. Sin embargo, antes de eso tenia que verse con Martine en Le Figaro y copiar el disquete con las pruebas.

Al doblar la esquina, se le paro el corazon. Un camion de la brigada antiterrorista estaba atravesado sobre la acera. Los trabajadores barrian los cristales que habian salido disparados al explotar las puertas de hierro forjado de la fachada de ladrillo marron de Le Figaro. Se pregunto si habrian herido a Martine.

– ?Algun herido?-pregunto

Un hombre fornido vestido con un mono hizo un movimiento negativo con la cabeza.

– ?Ha habido muchos danos?-dijo ella

El hombre se encogio de hombros.

– Imaginese. El futuro primer ministro esta a la vuelta de la esquina y alguien pone una bomba en nuestro periodico. Pero a las oficinas del piso de arriba no les ha afectado-dijo

Ella dudo un momento y entro. El olor a cordita y a plastico quemado se mezclaba con el familiar aroma a vino tinto que le llegaba del guardia uniformado. Le ordeno detenerse junto al mostrador de recepcion.

– Tengo una cita con Martine Sitbon-dijo, mostrandole un carne de prensa falso.

El lo leyo con atencion.

– Vacie el bolso

Puso el ordenador portatil sobre el mostrador y vertio el contenido de la mochila: pelucas, una grabadora, telefonos moviles, gafas de sol, mascara de pestanas negra, y un machacado estuche de maquillaje. Al salir la Luger de la bolsa con un golpe, brillaba debilmente a la luz de la lampara de cristal.

– Tengo permiso-dijo ella sonriendo

– ?Ah! ?Como Harry el Sucio!-Manoseo la pistola. Sus mocasines con borla rechinaban cuando se movia-. Ya me quedo yo con la pistola. Nuestro detector de metales ha resultado danado-dijo devolviendole la sonrisa-. Se la devolvere al salir. Cuarto piso.

No se molesto en discutir, de todos modos, ya se habia metido la Luger en el bolsillo. La explosion tambien habia arrancado parte de los escalones de cemento, habia danado el atrio de madera y habia hecho que se desprendienran algunas secciones del techo del vestibulo. El mobiliario del vestibulo estaba cubierto de polvo, pero el ascensor funcionaba.

Tenia que hacerlo rapido: copiar la prueba que habia enviado por correo electronico y convencer a Martine para que la publicara, y luego enfrentarse a Cazaux. El se retiraria del ministerio y de la politica al saber que Le Figaro iba a sacar a la luz su verdadera identidad. No podia negar que vivia en Paris durante la ocupacion, porque ella tenia la fotografia de la clase de Lili y la foto microfilmada de la biblioteca en la que aparecian el, Lili y Sarah. Y, sobre todo, tenia su huella sangrienta de un homicidio de hace cincuenta anos.

Ya en el ascensor, pulso el cuatro, saco una peluca rubia de su bolsa de pelucas, la ajusto con horquillas cerca del nacimiento del pelo y lo mezclo con su propio pelo para que pareciera natural. Se pellizco las mejillas y extendio pintalabios de color rojo en los labios. En cuanto hubiera copiado lo que habia descargado y la hubiera dado instrucciones a Martine, imaginaria una manera de entrar en la gala que se estaba celebrando ahi al lado y de enfrentearse a Cazaux.

El cuarto piso albergaba las oficinas editoriales; los tres primeros pisos estaban ocupados por la rotativa y la imprenta. Como editora de reportajes especiales, Martine ocupaba un despacho en una serie de oficinas que no se cerraban con llave.

La chaqueta de cuero de Martine colgaba del respaldo de su silla. Restos de carmin brillaban sobre el cigarrillo que se consumia en el cenicero junto a la pantalla del ordenador, que mostraba el mensaje: “Tiempo aproximado restante de descarga: tres minutos”.

Lo unico que tenia que hacer era encontrar a Martine y copiar el disquete. El ordenador sobre la abarrotada mesa de Martine comenzo a sonar mas rapido.

– Martine.

Nada. Aimee sintio un escalofrio. Escucho un ruido y se volvio

El guardia del vestibulo se encontraba en la puerta y le apuntaba con la Luger

Desde el intercomunicador le llego una voz profunda

– El primer objetivo ha sido asegurado en el perimetro

– ?El enano que lleva las hojas impresas?-pregunto el guardia

– Afirmativo-dijo la voz

– ?Cual es el estado del segundo objetivo, coronel?

– La unidad del inspector Morbier esta de camino a las manifestaciones en la periferia de Fontainebleau- respondio la voz

Los planes para pillar a Cazaux en una emboscada se esfumaron. Ahora se encontraba sola. Habian pillado a Rene y enviado a Morbier a las afueras de Paris.

El ordenador zumbaba. Sobre la pantalla aparecio intermitentemente “Descarga completa”. Los zapatos del guardia rechinaron cuando se acerco a la terminal. La segunda leccion en el gimnasio de artes marciales de Rene habia sido reaccionar de forma defensiva y natural. Mientras el guardia miraba la pantalla, ella le pego un rodillazo en la entrepierna. Cuando se doblo de dolor, ella tiro del cable del raton y lo enrollo con fuerza alrededor de sus munecas. Echo un vistazo a la pantalla, pulso “Copiar”, le ato las munecas a los reposabrazos de la silla de Martine y le lleno la boca de posits de color rosa.

De su boca salian ruidos confusos.

Libero la Beretta del lugar en el que estaba sujeta con cinta aislante en la parte baja de su espalda y le apunto entre los ojos

– Callate. La sutileza no es mi punto fuerte.- Paso una pierna por encima de la del hombre y abrio los cajones de la mesa de Martine. Encontro un rollo de cinta de embalar en el cajon y le sujeto con ella los tobillos a la silla giratoria.

En la pantalla aparecio “Copia completa”. Se inclino sobre ella y pulso “Expulsar”.

El disco salio. Ella tiro del cable del raton y dio varias vueltas mas alrededor de sus munecas.

El guardia forcejeo, con los ojos que se le salian de las orbitas, y trato de escupir los posits. Sus zapatos de charol golpeaban la mesa ritmicamente.

– Esta muy orgulloso de esos zapatos, mademoiselle Leduc-dijo una voz familiar desde el despacho abierto a su izquierda.

Cazaux le guino un ojo. Estaba en pie flanqueado por un guardaespaldas con pistola. Este le arrebato el disquete, se lo entrego a Cazaux y la cacheo

Le sobo todo el cuerpo con las manos y movio la cabeza

– Nada -dijo despues de poner la pistola de Aimee sobre la mesa de Martine

– ?Se ha dejado crecer el pelo, mademoiselle Leduc? -dijo Cazaux-. Creia que lo tenia mas corto

El guardaespaldas le toco el pelo y le quito la peluca de un tiron. El pequeno microfono se cayo al suelo con un ruido metalico. Cazaux hizo un gesto con al cabeza al guardia, el cual lanzo el ordenador portatil contra la pared. Lo pisoteo con las botas hasta que pequenos cables de fibra optica salieron por todo el aparato, como sangre tecnologica.

– No ganara, Cazaux -dijo ella.

– ?Por que no? -El sostenia el disquete en sus manos

– Rene ha enviado copias a todos los periodicos de Paris -dijo ella

– Baja -le dijo Cazaux al guardaespaldas

Hizo un gesto en direccion al otro despacho

– Discutamos esto en privado

Una vez dentro, cerro la puerta con llave y se sento, indicandole a ella que hiciera lo mismo

– Eso es un farol -dijo sonriendo-. Pero yo tambien haria lo mismo si estuviera en su situacion

– Su verdadero nombre es Laurent de Saux

– Bien, jovencita -dijo. Sonrio con indulgencia, como si estuviera haciendo una gracia a un nino-. ?Como puede usted probar esa suposicion?

Ella echo un vistazo al reloj

– Para averiguarlo, sera mejor que lea la edicion dominical de Le Figaro, que llega a los kioscos dentro de

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