treinta minutos

– Imposible -dijo, riendose para sus adentros-. Tengo a Gilles en el bolsillo. Y su amiga Martine esta dormida con un tranquilizante.- Se inclino hacia delante y, posando los codos sobre el regazo, la miro fijamente-. Por favor, sientese.

Ella seguia de pie.

– Ha sido una buena contrincante -dijo el-. Este juego no esta exactamente a la altura de mi inteligencia, pero hasta ahora ha supuesto un estimulo mental.- Cazaux esbozo una amplia sonrisa.

– Esto se trata solo de un juego para usted, ?verdad? -dijo ella-. No de personas de verdad, de personas vivas. Simplemente objetos que usted manipula o retira para avanzar en sus posiciones. Soli Hecht entendia su equema mental. Es como una serie gigante de movimientos en un ajedrez para megalomanos.

– Y usted piensa que ha disenado un jaque mate…, pero ya se -suspiro con desgana-, ya se como en los pasillos del poder se alinean pequenas molestias.

– Usted denuncio a sus padres despues de matar a Arlette Mazenc -repuso ella-. Probablemente vio como los ejecutaban debajo de su ventana en la rue du Platre.

– ?Que es lo que quiere? -pregunto el. Enarco sus cejas con curiosidad-. La he estado observando. Estoy impresionado. Es usted buena, ?sabe? ?Que le pareceria un jugoso contrato para la UE disenando software para los diferentes paises? Lo conseguira. ?O le gustaria encabezar la division de seguridad en la red del gobierno frances?

Estaba haciendo oscilar ante ella unas zanahorias impresionantes.

– Deberia usted dimitir-dijo ella, despues de vacilar durante una fraccion de segundo.

El percibia su dibilidad como un tiburon dispuesto a atacar a la presa.

– Se como se siente. Piensa que actue mal. -Su tono se torno tranquilizaodr-. Algunas veces tenemos que hacer cosas por un bien general. -Se encogio de hombros. Le ardia la mirada cuando continuo-. Pero ahora estoy casi en la cumbre. La escalare. La culminacion de mi vida.

– ?Cincuenta anos matando y mintiendo, y todo lo que llega es a ser primer ministro? -dijo ella

El entrecerro los ojos. Se habia pasado el momento y sabia que habia perdido la ocasion de convencerla

Del suelo les llego el estruendo de las reverberaciones, el ritmico golpear de la rotativa. Aimee se dio cuenta de que la edicion dominical habia entrado en la prensa sin la identidad de Cazaux. Tenia que hacer que confesara, y luego intentar salir de alli y conseguir ayuda.

– ?Que me dice de Arlette Mazenc, la portera? -dijo.

– No hace usted mas que mencionar a esa arpia de labio leporino. ?Menudo careto mas feo tenia! -Habia cambiado el tono de su voz. Se lamentaba como un escolar petulante-. Sin embargo, a ese zapatero invalido le gustaba. Esa zorra casi me tima con una lata de salmon. Lo encontro mi madrastra e intento que lo devolviera. Y mi padre, el muy estupido, embrujado por esa puta que penso podia reemplazar a mi madre, la apoyo. ?Se lo imagina? Tuve que darles una leccion.- Miro a Aimee sonriendo abiertamente-. Ahora parece ridiculo, ?verdad?

Hablaba como si hubiera dado un azote a un nino travieso, no aporreado brutalmente a otra colaboracionista y dado informacion sobre sus padre, lo cual hizo que los fusilaran bajo la ventana de su apartamento. El diablo encarnado, tal y como habia dicho Odile Redonnet.

– y Lili Stein le vio, se habia escondido en el patio. Se escapo, pero le reconocio cincuenta anos mas tarde, poco tiempo antes de las elecciones- dijo ella-. Usted fue el que grabo la esvastica sobre su frente.

– Era una metomentodo que se creia mejor que los demas y que aceptaba comida nazi -dijo el-. Igual que todos los demas. Cuando tienes tanta hambre no te importa. Pero yo era listo. Hice dinero gracias al resto. Excepto a Lili

– Cien francos por denuncais anonimas. Usted se imagino que la esvastica apuntaria a los skinheads -dio ella-. Pero los skinheads las hacen de otra manera. Usted la dibujo inclinada, como lo hacian Hitler y los de su tiempo. Una firma de la epoca.

– ?Una firma? -dijo el

– La bandera nazi que en 1943 ondeaba sobre la Kommandature en la rue des Francs Bourgeos tenia exactamente la misma. Usted pasaba por ahi todos los dias de camino a la escuela desde la rue deu Platre.

El sonrio con ojos malvados.

– Lili era la mas lista de la clase, pero dejo de ayudarme

– ?De ayudarle? -dijo ella-. Quiere decir que porque no le dejaba copiarle los deberes de matematicas, usted delato a sus padres

– Todos tenemos lo que nos merecemos

– Arlette Mazenc le engano con una lata de salmon del mercado negro. Furioso, usted la golpeo en el tragaluz, donde guardaba su alijo. Pero Lili estaba escondida en el patio. Tenia miedo del oficial nazi que habia estado haciendo preguntas a Arlette. Lo vio todo. Usted la persiguio escaleras arriba pero echo a correr y se escapo por el tejado. Usted se imagino que habia muerto. El ultimo eslabon con su identidad se habia desvanecido, especialmente cuando supo del castigo infligido a Sarah, la judia de los ojos azules, de la deportacion de Odile a Berlin y de sus companeros de clase, a los que habian enviado al campo. Pero cincuenta anos mas tarde, Lili le reconoce en un periodico hebreo y se lo cuenta a Soli Hecht. Hecht le dice que no haga nada hasta que el consiga mas pruebas y hace una propuesta al Centro Simon Wiesenthal. Pero Lili no podia esperar, sabia como silenciaba usted a la oposicion. Le siguio la pista ella misma: ese fue su error. Gracias a sus conexiones gubernamentales, usted averiguo que Hecht habia obtenido un trozo de fotografia encriptado en la que aparecia usted. Hecht me contrato para descifrar la codificacion. Intento decirme su nombre. No se como encontro usted a Lili

El interrumpio a Amee con un movimiento de la mano

– Pero Lili era la unica que podia dar sentido a todo esto. Por supuesto, estaba dondeyo pensaba que estaria.- Esbozo una timida sonrisa-. Alors, seguia en la rue de Rosiers.

– Usted vio a Lili hablando con Sarah y la mato antes de que pudiera extender sus acusaciones. La mato como mato a Arlette Mazenc.

– Se lo merecia -dijo el.

De la puerta entornada que daba a la habitacion contigua, salia una luz amarilla, Aimee avanzo hacia ella poco a poco

– El trato es que usted renuncie esta noche-dijo

– Pero eso no entra en mis planes -explico con calma-. Tengo que ocuparme de todos los que me han ayudado todos estos anos. Muchos, muchos amigos. Contactos que me han impulsado y a los que tengo que corresponder.

Aimee lo interrumpio

– Al igual que se lo pago a los padres de Sarah, a los de Lili y a sus porpios companeros de clase que no hicieron lo que usted queria

El se encogio de hombros

– Sabe que no voy a dejar que salga de aqui como si nada. -Pero no habia camara acorazada y ella sentia que se estaba poniendo mala.

El resplandor de la ira cruzo brevemente su mirada

– ?Ha hecho usted algo que requiera un mayor control de los danos? -dijo-. He aprendido que si quieres que algo se haga bien, debes hacerlo tu mismo -anadio con desgana

Cuando se giro para mirarla cara a cara, en su mano centellaba el acero, iluminado por la luz amarilla. Levanto el brazo que sostenia un punal de la Gestapo.

– No se puede demostrar nada. Esta usted haciendo historia, mademoiselle -dijo sonriendo

– Lo ha entendido usted mal -dijo ella-. Tengo las pruebas: la copia de su pasaporte Nansen y las fotos en las que aparece usted en Paris. Soli Hecht me dio unos archivos codificados. Usted es el que es ya historia, Cazaux. Nadie elige a un colaboracionista asesino.

– Le sorprenderia conocer el pasado de algunos de nuestro diputados -dijo el, encogiendose de hombros.

Ella miro por la ventana y deseo que el patio estuviera rodeado por los hombres de Morbier, no por brillantes cuervos negros que graznaban ruidosos. Pero estaban en las afueras de Paris. Se dio cuenta de repente de que estaba irremediablemente sola

Вы читаете Asesinato En Paris
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×