viernes y me lo dio. El problema es que no me dejo su telefono y solo estaba tratando de hablar con ella…

– Que pase un buen dia -dijo Walker, interrumpiendome y colgando el telefono.

Me recoste en la silla de mi escritorio, tomando nota de que necesitaba decirle a Angela Cook que la nobleza que habia mencionado antes no se aplicaba a todos los policias.

– Capullo -dije en voz alta.

Tamborilee con los dedos en el escritorio hasta que se me ocurrio un nuevo plan, el que tendria que haber usado desde el principio.

Cogi linea y llame a una de mis fuentes en el South Bureau del Departamento de Policia de Los Angeles, un detective que estaba relacionado con la detencion de Winslow. El caso se habia originado en la ciudad de Santa Monica porque la victima habia sido hallada en el maletero de su coche en un aparcamiento situado junto al muelle. Sin embargo, el Departamento de Policia de Los Angeles se habia implicado cuando las pruebas de la escena del crimen condujeron a Alonzo Winslow, residente en South L. A. Siguiendo el protocolo establecido, el departamento de Santa Monica contacto con el de Los Angeles y se recurrio a un equipo de detectives del South Bureau directamente familiarizado con el terreno para localizar a Winslow, detenerlo y luego entregarlo a Santa Monica. Napoleon Braselton era uno de los tipos del South Bureau. Lo llame y fui franco con el; bueno, casi del todo.

– ?Recuerdas la detencion de hace dos semanas por lo de la chica en el maletero? -pregunte.

– Si, eso es de Santa Monica -contesto-. Nosotros solo ayudamos.

– Lo se. Detuvisteis a Winslow por ello; por eso te estoy llamando.

– Sigue siendo su caso, tio.

– Ya, ya, aunque no puedo localizar a Walker y no conozco a nadie mas en ese departamento. Pero te conozco a ti. Y quiero preguntarte por la detencion, no sobre el caso.

– ?Que? ?Hay una denuncia? No tocamos a ese chico.

– No, no hay ninguna denuncia. Por lo que se, fue una detencion correcta. Solo quiero encontrar la casa del chico. Quiero ver donde vivia, quizas hablar con su madre.

– De acuerdo, pero vivia con su abuela.

– ?Estas seguro?

– La informacion que recibimos era que estaba con su abuela. Nosotros fuimos los lobos malos que llamamos a su casa. No habia padre en la foto y la madre entraba y salia. Vivia en la calle; rollos de drogas.

– Vale, entonces hablare con la abuela. ?Donde esta la casa?

– ?Vas a pasar a saludarla?

Lo dijo con tono de incredulidad; porque yo era blanco y no seria bienvenido en el barrio de Alonzo Winslow.

– No te preocupes, ire con alguien. La union hace la fuerza.

– Buena suerte. Y que no te peguen un tiro en el culo hasta que termine mi turno a las cuatro.

– Hare lo posible. ?Recuerdas la direccion?

– Esta en Rodia Gardens. Espera.

Dejo el telefono mientras buscaba la direccion exacta. Rodia Gardens era un enorme complejo de viviendas de Watts que constituia una ciudad en si mismo. Se llamaba asi por Simon Rodia, el artista que habia creado una de las maravillas de la ciudad: las torres Watts. Pero no habia nada maravilloso en Rodia Gardens. Era la clase de sitio donde la pobreza, las drogas y el crimen habian sido un pez que se muerde la cola durante decadas. Muchas familias vivian alli y eran incapaces de liberarse de ello. Muchos de sus miembros habian crecido sin haber ido nunca a la playa ni subido a un avion; algunos ni siquiera habian visto una pelicula en el cine.

Braselton volvio a la linea y me dio la direccion completa, pero dijo que no tenia telefono. Luego le pregunte si tenia el nombre de la abuela y me dijo el que ya conocia: Wanda Sessums.

?Zas! La mujer que me habia llamado. O bien me habia mentido al decir que era la madre del sospechoso o la policia no tenia la informacion correcta. En cualquier caso, ya disponia de la direccion y, con un poco de suerte, pronto pondria una cara a la voz que me habia reprendido el viernes anterior.

Despues de terminar la llamada con Braselton me levante de mi cubiculo y me acerque al Departamento Grafico. Vi a uno de los responsables, Bobby Azmitia, en el escritorio de asignaciones y le pregunte si tenia algun volante por ahi. Miro el registro de personal y nombro a dos fotografos que estaban en los coches en busca de arte urbano: fotografias desconectadas de las noticias que pudieran usarse para dar color a la primera pagina de una seccion. Conocia a los dos volantes y uno de ellos era negro. Le pregunte a Azmitia si podia cederme a Sonny Lester para que diera una vuelta conmigo por la autovia 110 y accedio. Lo organizamos para que me recogiera en la puerta del vestibulo del globo en quince minutos.

En cuanto volvi a la sala de redaccion, comprobe como le iba a Angela Cook con el articulo de la unidad de Casos Abiertos y luego fui a la Balsa a hablar con mi SL. Prendergast estaba ocupado escribiendo la primera prevision del dia. Antes de que yo pudiera abrir la boca, dijo:

– Ya he recibido la bala de Angela.

La bala y la frase eran, respectivamente, un titulo de una sola palabra y una frase descriptiva que se anadian a la prevision general con el fin de que los editores, cuando se sentaban a la mesa en la reunion de noticias del dia, supieran lo que se estaba preparando para las ediciones digital e impresa y pudieran discutir cual era un articulo importante, cual no lo era y que camino debian seguir.

– Si, ya lo tiene encarrilado -dije-. Solo queria decirte que me voy a dar una vuelta por el sur con un fotografo.

– ?Que pasa?

– Todavia nada. Pero puede que tenga algo que contarte luego.

– Vale.

Prendo siempre era generoso dandome cuerda. Ahora ya no importaba, pero antes de que me comunicaran que prescindian de mis servicios siempre habia adoptado una posicion no intervencionista. Nos llevabamos bien, aunque tampoco era ningun incauto. Tenia que darle explicaciones del uso de mi tiempo y de lo que estaba persiguiendo, pero siempre me daba la ocasion de elaborarlo antes de ponerlo al corriente.

Me aleje de la Balsa en direccion a la zona de ascensores.

– ?Tienes monedas? -me pregunto Prendergast desde atras.

Le hice una sena por encima de la cabeza sin volverme. Prendergast siempre me decia eso cuando yo salia de la redaccion a investigar un articulo. Era una frase de Chinatown. Ya no usaba telefonos publicos (ningun periodista lo hacia), pero la idea era clara: mantente en contacto.

El «vestibulo del globo» era el nombre que recibia la entrada formal al edificio del periodico, situada en la esquina entre la Primera y Spring. Un globo de metal del tamano de un Volkswagen rotaba en un eje de acero en el centro de la sala, con las numerosas oficinas internacionales y corresponsalias del Times permanentemente senalizadas en los continentes en relieve, pese a que muchas se habian cerrado para ahorrar dinero. Las paredes de marmol estaban adornadas con fotos y placas que senalaban los multiples hitos de la historia del periodico: los premios Pulitzer ganados y los equipos que los habian conseguido; los corresponsales muertos en el ejercicio de su trabajo. Era un museo imponente, igual que lo seria el periodico entero dentro de poco. Se comentaba que el edificio estaba en venta.

No obstante, a mi solo me preocupaban los siguientes doce dias. Me quedaba una ultima hora de cierre y un ultimo articulo por escribir. Solo necesitaba que el globo siguiera girando hasta entonces.

Sonny Lester estaba esperandome en un coche del periodico cuando empuje la pesada puerta de la calle. Subi al vehiculo y le dije adonde ibamos. Lester dio un giro de ciento ochenta grados para enfilar por Broadway hacia la entrada de la autovia situada nada mas pasar el tribunal. Enseguida estuvimos en la 110 en direccion a South L. A.

– Supongo que no es una coincidencia que me haya tocado a mi -dijo despues de salir del centro.

Lo mire y me encogi de hombros.

– No lo se -dije-. Preguntale a Azmitia. Le dije que necesitaba a alguien y me dijo que estabas tu.

La expresion de Lester dejo claro que no me creia, y a mi no me importaba. Los periodicos se enorgullecian de una fuerte tradicion de posicionarse contra la segregacion, los prejuicios raciales y esa clase de cosas. Pero tambien existia una tradicion pragmatica de aprovechar la diversidad de la redaccion en beneficio propio. Si un terremoto sacude Tokio, envia a un periodista japones; si una actriz negra gana el Oscar, manda a un periodista negro a entrevistarla; si la policia de frontera encuentra a veinticuatro ilegales muertos en la parte de atras de un

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