superficie de contacto hubiese disminuido, Patrice no recuerda ni una sola noche, hasta la ultima, en que un poco de la piel de uno no hubiera tocado un poco de la piel del otro.

Tuvieron que reconocer que el primer chequeo, a finales de febrero, fue decepcionante. No habia nuevas metastasis, el cancer no progresaba, pero tampoco retrocedia. Es lo fastidioso de los pacientes jovenes, dijo un medico: las celulas proliferan mas rapido. Francamente, no confiaban ya en el tratamiento, que decidieron continuar sin gran conviccion y un poco, penso Juliette, porque no sabian que otra cosa se podia hacer.

En el trayecto de vuelta, le dijo a Patrice que ya estaba cansada de hacer el avestruz. Ahora tenia que prepararse.

No intento ocultar su enfermedad a la gente que la rodeaba. Despues de la embolia, ya le habia dicho a su vecina Anne-Cecile: escucha, me he asustado mucho, crei que era grave, parece ser que no pero si lo fuera tienes que saber que cuento contigo respecto a las ninas. Cuando, un mes mas tarde, le comunicaron el diagnostico, puso a sus amigos al corriente, a su manera clara y concluyente: tengo cancer, no estoy segura de salir de esta, voy a necesitaros. Patrice y ella formaban con otras dos parejas del pueblo, Philippe y Anne-Cecile, Christine y Laurent, un pequeno grupo estrechamente unido. Tenian hijos de la misma edad, el mismo estilo de vida. Todos eran de otra parte, nadie era de Rosier, por lo demas muy poca gente de Rosier es de Rosier, y sin duda por eso los recien llegados se integran facilmente. Esta sociedad me recordaba la que yo habia conocido en la region de Gex y, cuando iba a tomar el cafe en casa de unos y otros, en aquellas casas nuevas, amuebladas con el mismo estilo alegre y sin pretensiones, con buzones adornados por una pegatina humoristica dibujada por Patrice para rechazar la publicidad, podia creerme de nuevo en la epoca en que recogia los testimonios de los amigos de Florence y Jean-Claude Romand. Hacian barbacoas en los jardines, se intercambiaban el cuidado de los ninos y los DVD: peliculas de accion para los chicos, comedias romanticas para las chicas, que Patrice y Juliette veian en la pantalla del ordenador porque eran los unicos en el pueblo que no tenian television. Esta opcion militante, heredada de la familia de el, era objeto en su circulo de bromas recurrentes, como la propension de Patrice a tomar al pie de la letra cosas que se decian en sentido figurado. Philippe y el formaban un duo muy eficaz, el falso cinico y el idealista sonador, y Patrice reconoce sonriendo que a veces, bajo la mirada afectuosa de las otras mujeres, exageraba un poco su papel de Rantanplan. [10] Unas semanas antes de que Juliette hablase de su cancer, Anne-Cecile habia anunciado una gran noticia: estaba embarazada. Recuerda como algo especialmente horrible la evolucion paralela de su embarazo y la enfermedad de su vecina. Las dos sufrian nauseas, pero las de Juliette se las causaba la quimioterapia. Una portaba la vida, la otra la muerte. Para recibir a su cuarto hijo, Anne-Cecile y Philippe habian emprendido grandes obras en su casa, y Patrice y Juliette hablaron tambien de hacerlas, de derribar tabiques, volver a pintar la casa, transformar el sotano en un autentico despacho. Los cuatro habian charlado al respecto, extendiendo sobre la mesa planos, catalogos, muestrarios de colores, y ahora para ellos era extemporaneo. Anne-Cecile y Philippe se avergonzaban de ser felices, de crecer y prosperar mientras que la desgracia se habia abatido sobre sus amigos, cuya vida hasta entonces habia sido tan parecida a la suya. Anne-Cecile se decia que si hubiera estado en el lugar deJuliette sin duda le habria guardado rencor, y acabo ocurriendo lo que ocurre a menudo en estos casos: incomodidad, un tono mas envarado, visitas cada vez mas espaciadas. Pero comprendio que Juliette no le guardaba rencor en absoluto por su felicidad, que se interesaba de verdad por su embarazo, sus proyectos para el futuro, que era posible hablar de ellos sin que resultara ridiculo o inoportuno, y que para ser util no hacia falta tener una expresion triste.

Una noche de marzo, Patrice y Juliette pasaron por su casa bastante tarde, sin previo aviso, al volver de una cena en el restaurante chino de Vienne. Jacques y Marie-Aude habian ido a pasar unos dias, hacian de canguro de las ninas y les habian animado a que salieran solos. Se sentaron los cuatro en el salon, reavivaron el fuego, Anne-Cecile propuso una infusion y Philippe un whisky. Juliette espero a que todos estuviesen bien instalados para decir que el ultimo chequeo habia sido malo, que Patrice y ella habian hablado durante la cena de dos cosas importantes y que ella queria decirselas a ellos. La primera se referia a su entierro. Anne-Cecile y Philippe tuvieron el tacto de contener una exclamacion y estoy seguro de que Juliette se lo agradecio. Patrice no es creyente, dijo, yo no se si lo soy, es complicado, pero vosotros lo sois. Sois nuestros unicos amigos creyentes y me gusta la manera de vivir vuestra fe. Lo he pensado y prefiero un entierro cristiano: es menos siniestro, permite reunirse a la gente y ademas de lo contrario sera muy duro para mis padres, no puedo hacerles esa mala pasada. Asi que quisiera que os ocupaseis vosotros. ?De acuerdo? De acuerdo, respondio Anne-Cecile con la voz mas neutra posible, y Philippe, siempre con su fria ironia, anadio: haremos como si fuera para nosotros.

Bien, ahora la segunda cosa. Se que si muero Diane no tendra recuerdos de mi. Amelie si, Clara unos pocos, Diane no, y me cuesta mucho aceptarlo. Patrice saca fotos, por supuesto, pero tu, Philippe, eres buenisimo para eso. Quisiera que me fotografies todo lo posible, a partir de ahora. Si sacas muchas fotos, quiza haya algunas no demasiado feas.

Philippe dijo que si y asi lo hizo. Pero lo que era terrible, recuerda, es que el simple gesto de sacar la camara y enfocarla con ella empezo a significar: vas a morir.

Todo tenia que quedar dispuesto, los expedientes en orden, como en la vispera de las vacaciones judiciales, y tenia miedo de que no le diese tiempo. No sabia exactamente cuanto le quedaba, pero poco, en cualquier caso. Repartio las tareas entre sus amigos, pregunto a cada uno que podia darle y cuando una cosa habia sido dicha, dicha quedaba, no la repetia. Philippe era el encargado de las fotos y de la misa. Anne-Cecile, que es logopeda, se ocuparia de la pequena dificultad en el habla de Clara, y Christine, que es profesora, de la orientacion escolar. Laurent, director de recursos humanos en una empresa, fue ascendido a consejero para asuntos de dinero: indemnizacion por defuncion, hipoteca de la casa, cobertura social de Patrice y las ninas, lo cual preocupaba enormemente a Juliette. Examino con el las dos opciones, defuncion a corto plazo o larga enfermedad. La segunda la inquietaba quiza mas, desde el punto de vista economico, porque las bajas por larga enfermedad implican una reduccion del sueldo, y el presupuesto familiar era ya muy justo. Una solucion era hacer trampa, trabajar una semana y ausentarse la siguiente; otra era obtener una cuarta parte de tiempo terapeutico, pero temia no tener fuerzas para eso. En el caso de defuncion, el seguro pagaria la hipoteca de la casa, y el consejero de la caja de prevision de la justicia, a quien ella y Laurent fueron a ver juntos, les dijo que Patrice estaria cubierto durante dos anos. Pero ?despues?

Tambien a el le preparaba para la vida que le esperaba sin ella. Al principio el se negaba a mantener estas conversaciones que le parecian morbosas, pero se dio cuenta de que les hacian bien a los dos, y casi llego a aguardarlas con placer: relajaban la tension y Juliette estaba despues mas tranquila. Habia una especie de dulzura muy conyugal y que, en algunos instantes, le parecia totalmente irreal, en sentarse a la mesa, debajo de la lampara, para hablar de esto. En su pareja, era ella la que trabajaba fuera y el el que se ocupaba de la intendencia, no hacian falta consignas para la vida domestica pero ella se empenaba, de todos modos, en pasar revista a todo, como un propietario un poco maniatico que explica a su inquilino el sitio de cada cosa en la casa, que dias hay que sacar la basura y cuando habra que renovar el contrato de mantenimiento de la caldera. El mas penoso fue el dia en que abordo la cuestion de las vacaciones de verano. Ya las habia organizado y previsto que las ninas pasaran algunas semanas en cada una de las dos familias. Pensaba que a Patrice le vendria bien disponer de un tiempo para descansar: aquel verano seria duro para el. Al comprender que ella se referia al verano proximo, el tuvo un momento de vertigo que ella capto. Le cogio de la mano, dijo que hablaba en el caso de que, pero ninguno de los dos se enganaba.

Volvi a pensar en aquel verano, que ya hemos dejado atras, cuando Patrice me conto esto. Clara y Amelie pasaron una semana con nosotros, como Juliette habia previsto, e hicimos lo posible por distraerlas. Clara se aferraba a Helene. En un cuaderno con tapas, con su bonita letra escrupulosa, Amelie empezo una novela cuya heroina era, por supuesto, una princesa, y de la que recuerdo la primera frase: «Erase una vez una madre que tenia tres hijas.» Y, de repente, estas imagenes que eran para mi recuerdos me las represente como anticipaciones. Unos meses antes, Juliette habia imaginado aquellos paseos en bicicleta, aquellos banos, aquellos mimos impregnados de pena, pensando: yo ya no estare aqui. Sera el primer verano de mis hijas sin mi.

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