Jussi Adler-Olsen

El mensaje que llego en una botella

Departamento Q 3

© de la traduccion, Juan Mari Mendizabal

Dedicado a mi hijo Kes

Prologo

Era la tercera manana, y el olor a brea y algas empezaba a pegarse a la ropa. Bajo el suelo de la caseta para botes, el agua, grumosa de hielo, se mecia al golpear los postes de sustentacion, evocando recuerdos de tiempos mejores.

Levanto el torso del lecho de periodicos viejos y se incorporo para poder vislumbrar el rostro de su hermano pequeno, que incluso dormido parecia atormentado y aterido de frio.

Dentro de poco despertaria y miraria confuso alrededor. Sentiria las correas de cuero que apretaban sus munecas y su cintura. Oiria el ruido de la cadena que lo tenia amarrado. Observaria la ventisca y la luz abriendose paso entre las tablas embreadas. Y despues se pondria a rezar.

La desesperacion asomo un sinfin de veces a los ojos de su hermano. Una y otra vez se escucharon rezos ahogados a Jehova tras la firme cinta adhesiva que tapaba su boca.

Pero ambos sabian que Jehova no se dignaba a mirarlos, porque habian bebido sangre. Una sangre que su carcelero habia vertido en sus vasos de agua. Vasos de los que los dejo beber antes de decirles lo que contenian. Habian bebido agua con sangre prohibida y se habian condenado para siempre. Por eso los quemaba mas la verguenza que la propia sed.

– ?Que crees que va a hacernos? -le pregunto la mirada temerosa de su hermano pequeno. Pero ?como iba a saber el la respuesta? Su instinto, no obstante, le decia que pronto terminaria todo.

Se tumbo y volvio a inspeccionar la estancia a la debil luz. Dejo que su mirada surcara las vigas del techo y atravesara las telaranas. Se fijo en los salientes y nudos de la madera. En las pagayas y remos podridos que colgaban del pescante. En la red podrida que hizo su ultima captura anos atras.

Entonces reparo en la botella. Por un instante, un rayo de sol se deslizo por el cristal azulado y lo cego.

Estaba muy cerca, pero era dificil de alcanzar. Encajada justo tras el entre las toscas tablas del suelo.

Metio los dedos por entre las tablas y asio con cautela el cuello de la botella mientras el aire de su entorno se helaba. Cuando lograra sacarla iba a romperla y cortar con los cascos la correa que atenazaba sus munecas por detras. Y cuando la correa cediera iba a buscar con sus manos entumecidas la hebilla que habia a su espalda. Iba a soltarla, arrancarse la cinta adhesiva de la boca, deshacerse de las correas de cintura y muslos y, en el mismo instante en que la cadena que estaba enganchada a la correa ya no lo sujetase, iba a lanzarse a liberar a su hermano pequeno. Lo atraeria hacia si y lo estrecharia entre sus brazos hasta que sus cuerpos dejaran de estremecerse.

Despues, empleando los cristales rotos, iba a picar con todo su empeno las tablas del marco de la puerta, a ver si podia desgastar la madera que sujetaba las bisagras. Y si por desgracia el coche volviera antes de que hubiera terminado, entonces esperaria al hombre. Lo esperaria detras de la puerta con el cuello roto de la botella en la mano. Eso es lo que iba a hacer, se dijo.

Se inclino hacia delante, entrelazo a la espalda sus dedos helados y pidio perdon por sus malos pensamientos.

Despues siguio rascando en la rendija para liberar la botella. Rasco y rasco hasta que el cuello de la botella basculo tanto que pudo agarrarlo.

Aguzo el oido.

?Era un motor lo que oia? Si, debia de serlo. Parecia el motor potente de un coche grande. Pero el coche ?se acercaba, o simplemente pasaba por la carretera?

Por un momento, el ruido sordo aumento en intensidad, y el empezo a tirar del cuello de la botella con tal frenesi que sus falanges crujieron. Pero el ruido fue apagandose. ?Eran molinos de viento lo que se oia ronronear en el exterior? Tal vez fuera otra cosa. No lo sabia.

Dejo escapar por las fosas nasales su calido aliento, que permanecio en el aire junto a su cara en forma de vaho. En aquel momento no tenia tanto miedo. Cuando pensaba en Jehova y en el poder de su gracia se sentia mejor.

Apreto los labios y continuo. Y, cuando por fin la botella se solto, empezo a golpearla contra las tablas del suelo con tal fuerza que su hermano levanto la cabeza sobresaltado y miro aterrado alrededor.

Golpeo la botella contra el suelo de madera una y otra vez. Era dificil coger impulso con las manos atadas a la espalda, muy dificil. Al final, cuando los dedos ya no podian seguir agarrandola, solto la botella, dio la vuelta y su mirada vacia se fijo en ella mientras el polvo del espacio angosto descendia pausado de las vigas del techo.

No podia romperla. Asi de sencillo, no podia. Una simple botellita. ?Seria porque habian bebido sangre? Entonces, ?los habia abandonado Jehova?

Miro a su hermano, que poco a poco se acomodo en la manta y se dejo caer sobre el lecho. Estaba callado. Ni siquiera intentaba balbucir algo tras la cinta adhesiva.

Tardo un rato en reunir lo que necesitaba. Lo mas dificil fue estirarse con las cadenas lo bastante para poder llegar con la yema de los dedos a la brea que unia las tablas del techo. Todo lo demas estaba a su alcance: la botella, la astilla del piso de madera, el papel sobre el que estaba sentado.

Se quito un zapato con el otro pie y se pincho la muneca tan hondo que le saltaron las lagrimas sin querer. Dejo durante un par de minutos que la sangre goteara sobre su zapato brillante. Despues arranco un gran pedazo de papel del lecho, hundio la astilla en la sangre y retorcio el cuerpo tirando de la cadena, para poder ver lo que escribia detras de su espalda. Con letra pequena relato su desdicha lo mejor que pudo. Y finalmente escribio su nombre, enrollo el papel y lo introdujo en la botella.

Se tomo su tiempo en taponar bien la botella con brea. Se movio un poco y comprobo varias veces que estaba bien sellada.

Cuando al fin termino oyo el rugido profundo de un motor. Esta vez no cabia duda. Miro a su hermano durante un doloroso segundo y despues se estiro con todas sus fuerzas hacia la luz que entraba por una grieta ancha de la pared, la unica abertura por la que podia sacar la botella.

Entonces se abrio la puerta de golpe y entro una sombra maciza envuelta en una nube de blancos copos de nieve.

Silencio.

Despues se oyo el plaf.

La botella habia partido.

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