– Estoy paralitico y seguire estandolo. Me han comunicado la sentencia hoy. No hay posibilidad de cura, maldita sea.

– Me imagino que Hardy Henningsen le ha pedido que lo ayudara a quitarse la vida -comenzo la psicologa, invitandolo a la confidencia. Su mirada profesional no exigia respuesta. Estaba segura de ello, lo habia vivido antes.

– ?No! No me lo ha pedido.

– ?Vaya! Habria jurado que si.

– ?Hardy? Que va, era otra cosa.

– Le agradeceria que me contara que le ha dicho.

– Podria hacerlo -Carl puso los labios en punta y miro hacia Havnevej. No se veia a nadie. Raro de cojones.

– Pero ?no lo hara?

– Se ruborizaria si lo oyera. No puedo decir una cosa asi a una senora.

– Podria intentarlo.

– No creo.

Capitulo 9

2002

Merete habia oido hablar a menudo del pequeno restaurante con extranos animales disecados de Nansensgade, pero nunca habia estado alli personalmente.

Entre el murmullo del Cafe Bankerat fue recibida por una mirada calida y una copa de vino blanco helado, y la velada prometia.

Acababa de contar que iba a ir a Berlin con su hermano el fin de semana siguiente. Que hacian ese viaje de fin de semana una vez al ano y que iban a alojarse cerca del Parque Zoologico.

Entonces sono su movil. La asistenta le dijo que Uffe estaba mal.

Tuvo que estar un rato con los ojos cerrados para tragar la amarga pildora. Raras veces se tomaba la libertad de salir a cenar con alguien. ?Tambien iba a impedirle eso su hermano?

A pesar de la carretera resbaladiza, llego a casa en menos de una hora.

Al anochecer Uffe habia tenido convulsiones y no paraba de llorar. Solia ocurrir las raras veces que Merete no volvia a casa a la hora habitual. Uffe no se comunicaba con palabras, o sea, que podia ser dificil interpretarlo; a veces parecia que estuviera en otro mundo. Pero no era el caso. Uffe estaba de lo mas presente.

Por desgracia, la asistenta se habia asustado, era evidente, por lo que Merete no podria contar con ella para otra vez.

Uffe no dejo de llorar hasta que su hermana lo subio al dormitorio y le dio su adorada gorra de beisbol, pero la inquietud seguia alli. Su mirada parecia insegura. Merete trato de apaciguarlo describiendole los numerosos comensales del restaurante y los extranos seres disecados. Resumio sus vivencias y pensamientos, y vio que sus palabras lo sosegaban. Es lo que venia haciendo en situaciones parecidas desde que el tenia diez u once anos. Cuando Uffe lloraba, el llanto surgia de lo mas profundo de su inconsciente. En aquellos momentos el pasado y el presente se conectaban en el. Como si recordara lo que ocurrio en su vida antes del accidente. Cuando era un chaval de lo mas normal. No, eso no. Normal, no. Cuando era un muchacho con una mente lucida llena de ideas fabulosas y un futuro prometedor. Era un chico fantastico, y entonces ocurrio el accidente.

Los dias siguientes Merete estuvo atareadisima. Y aunque sus pensamientos tendian a seguir sus propios caminos, tampoco habia otros que hicieran el trabajo por ella. En el despacho a las seis de la manana y, despues de un dia duro, vuelta deprisa por la autopista para poder estar en casa a las seis de la tarde. No le quedaba mucho tiempo para hacer que todo encajara.

Por eso no la ayudo a concentrarse el gran ramo de flores que vio un dia sobre su mesa.

La secretaria estaba visiblemente irritada. Habia trabajado en la Asociacion Danesa de Abogados y Economistas, y por lo visto alli se marcaba mejor la separacion entre vida privada y vida laboral. Si hubiera sido Marianne se habria desmayado y se habria deshecho en halagos hacia las flores como si fueran las joyas de la corona.

Desde luego, no podia esperarse mucho apoyo de la nueva secretaria en cuestiones privadas, pero quiza fuera mejor asi.

Tres dias despues recibio un telegrama de San Valentin de TelegramsOnline. Era la primera vez en su vida que recibia una tarjeta de San Valentin, aunque llegaba algo a destiempo, casi dos semanas despues del 14 de febrero. En la portada habia dos labios impresos y el texto «Love & Kisses for Merete», y su secretaria parecia indignada cuando se lo llevo.

En el telegrama ponia: «?Tengo que hablar contigo!».

Merete estuvo un rato sacudiendo la cabeza mientras observaba los labios.

Despues sus pensamientos volvieron a la noche del Bankerat. Aunque aquello la hacia sentirse de maravilla, era un jaleo. Tendria que echar el freno antes de que fuera a mas.

Formulo varias veces para si lo que iba a decir, tecleo el numero en su telefono y espero hasta que se activo el contestador automatico.

– Hola, soy Merete -dijo con suavidad-. Le he dado muchas vueltas, pero es inutil. Mi trabajo y mi hermano me exigen demasiado. Seguramente sera siempre asi. Lo siento mucho, de verdad. ?Perdona!

Despues cogio la agenda del escritorio y tacho el numero de telefono de la lista.

En ese instante entro su secretaria y se paro en seco ante el escritorio.

Cuando Merete alzo la cabeza y la miro, sonreia de una manera que Merete no le habia visto antes.

El la esperaba en la escalera de entrada a Christiansborg, sin abrigo. Hacia un frio intenso y tenia mala cara. Pese al efecto invernadero, febrero no parecia ofrecer tregua. La miraba con expresion suplicante, sin hacer caso del fotografo de prensa que acababa de atravesar la verja de entrada.

Merete trato de llevarlo hacia la puerta de entrada, pero el pesaba mucho y estaba desesperado.

– Merete -imploro con voz queda, poniendo sus manos sobre los hombros de ella-. No me hagas esto. Estoy totalmente desesperado.

– Lo siento -se disculpo ella, sacudiendo la cabeza. Reparo en el cambio en la mirada de el. De repente volvio a aparecer en sus ojos aquella dimension profunda, latente, que la inquietaba.

Detras del hombre el fotografo apretaba la camara contra la mejilla, mierda. Lo que menos deseaba Merete en aquel momento era que un fotografo de la prensa del corazon los fotografiara.

– Lo siento, ?no puedo ayudarte! -grito, y corrio hacia su coche-. No funcionaria.

Uffe la miro con extraneza cuando Merete se echo a llorar mientras cenaban, pero aquello no parecio afectarlo. Levantaba la cuchara tan lentamente como siempre, sonreia, y cada vez que tomaba una cucharada enfocaba la vista en los labios de ella, estaba muy lejos.

– ?Mierda! -exclamo Merete entre sollozos, dio un punetazo en la mesa y miro a Uffe, sintiendo amargura y frustracion en lo mas profundo de su alma. Desgraciadamente, cada vez le pasaba mas a menudo.

Merete desperto con el sueno soldado a la conciencia. Un sueno tan vivido, tan valioso y tan terrible.

Aquella manana habia sido maravillosa. Algo de escarcha y un poquito de nieve, lo suficiente para contribuir al ambiente festivo. Todos rebosaban vida. Merete tenia dieciseis anos, Uffe trece. Sus padres habian pasado una noche que los hizo sonreir sonadores desde el momento en que cargaron el coche de paquetes hasta que todo termino. La manana del dia de Nochebuena, que palabras tan maravillosas y alegres. Tan cargadas de promesas.

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